OPINIÓN

Y, después de Ucrania, la hora de la industria

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Un misil de largo alcance proveidos por EEUU a Ucrania para su uso en la guerra contra Rusia

Un misil de largo alcance proveidos por EEUU a Ucrania para su uso en la guerra contra Rusia / AP/ JOHN HAMILTON

A pesar de todos los esfuerzos, de la reacción por fin de las Cámaras de Estados Unidos, un año tarde para aprobar el gran paquete de ayuda a Ucrania, del incremento de los presupuestos de defensa y de las acciones coordinadas para suministrar munición a Ucrania, todos hemos llegado tarde y muy desorganizados.

La consecuencia es que Rusia por primera vez avanza en toda la línea del frente y los ucranianos no tienen munición, ni gasolina, ni logística, ni misiles Patriot y apenas generan electricidad para sus casas y fábricas, en definitiva no tienen nada convincente para detener a la maquinaria rusa. Si se produjera una brecha suficientemente amplia, su profundidad llevaría a las tropas rusas al Dniéper y a las puertas de Kiev en unas semanas.

Quiero creer que antes de llegar a esta situación la OTAN intervendría militarmente en Ucrania, ya que las consecuencias geoestratégicas de una derrota serían devastadoras para Europa.

¿Qué ha pasado en todo este tiempo para que Ucrania esté, a pesar del inmenso soporte teórico occidental a punto de colapsar frente a una potencia económica del tamaño de Italia?

Primero, las dudas sobre la amenaza de Moscú y luego las indecisiones alemanas que entorpecieron las acciones en un momento crítico. La descoordinada ayuda occidental que parecía un bazar de armas y de sistemas incapaces de interoperar y con tecnologías muy variadas y en muchos casos desfasadas. Una desacertada política industrial que promovió llevar las reglas del mercado y la racionalidada un sector que vive en una gran incertidumbre e irracionalidad, la consecuencia:el desmantelamiento de grandes capacidades industriales ya que los occidentales estábamos convencidos de que nunca habría una guerra de envergadura con Rusia.

Las diferencias políticas en el mundo respecto a la agresión, muestran una tendencia muy peligrosa, y es que un número relevante de países no desaprueban el proceder agresivo de Rusia, ya sea por coincidencia ideológica o por intereses. Que China apoye a Rusia a sobrellevar el embargo e India se convierta en otro aliado, suponen casi dos mil quinientos millones de habitantes. Muchos países africanos, sudamericanos, e incluso dentro de la Unión Europa justifican, explican o miran hacia otro lado ante la violación de la soberanía de un país democrático. Por primera vez, desde 1945, una parte sustancial del mundo no desaprueba de forma tajante la guerra entre naciones por intereses de lo más variopinto y cada uno tiene sus cuentas pendientes.

Europa ha querido ganar esta guerra sin despeinarse, y nada se vence desde la desidia. Rusia ha multiplicado su capacidad de producción porque allí no hay inspectores de calidad, ni interventores ni recursos administrativos, las industrias auxiliares se han militarizado y las materias primas son abundantes y dedicadas con prioridad absoluta a la producción militar. Todo un país con recursos enormes al servicio de la guerra, y un pueblo que mayoritariamente la soporta como consecuencia de la propaganda y del carácter expansionista ruso.

¿Qué pasara después? Esa economía de guerra rusa no se va a detener y no solo eso, sino que Rusiamovilizará más hombres y producirá más medios, tanto convencionales como nucleares. Acumulará munición suficiente y esperará el momento. El casus belli ya lo tiene: las sanciones, el dinero embargado, la amenaza de Occidente etc. etc. Cuando nuestro querido Zelensky esté exiliado en Londres y tengamos a las tropas rusas en las fronteras de Eslovaquia, Hungría Moldavia y Rumanía, y sus misiles Iskander amenacen Varsovia y Budapest y susKinzhal,Berlín, París, Roma o Barcelona, estaremos a punto de desmoronarnos.

Los países europeos deben prepararse para un escenario de tensión para al menos diez años y hasta un tiempo desconocido. Esto implica disponer de más capacidad de producción, especialmente de material terrestre y aéreo, ya que estos serían los escenarios de esta guerra. Esto requiere de financiación a las empresas para crear la capacidad. No es fácil, ya que no hay una estructura de suministro que atienda esta necesidad salvo una intervención administrativa de las empresas proveedoras que impidan una disrupción en la cadenade suministro. Es lo que va a hacer Rusia, y a este esfuerzo se unirán muchos otros países aliados de Moscú que se verán envalentonados por esta derrota occidental.

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Los gobiernos lo tienen claro, es la hora de la industria de defensa. Recursos no faltarán para detener a Rusia, pero solo los más preparados serán capaces de competir en un entorno de incremento de demanda con las tensiones que esto generará en obtención de materiales, captación de talento, recursos humanos y en la tesorería y en especial estos aspectos son más críticos para una gran mayoría de la industria española que necesitará de un marco jurídico y un respaldo financiero que la permita suministrar los equipos en tiempo y sobrevivir a la vorágine competitiva que nos espera.

Debemos acelerar todos los programas de defensa antiaérea, vehículos, artillería, munición, aviación, drones. Todo esto no es para preparar una guerra sino para evitarla y si llega el caso, vencerla. Las industrias de defensa deben prepararse para una situación mundial de enorme tensión que va a demandar de un esfuerzo extraordinario en investigación y desarrollo; necesitamos acelerar los programas incipientes lo cual va a requerir de acortar los plazos de entrega, lo que no depende solo de las industrias militares como indicaba y de preparar a la población para un escenario de potencial conflicto. Es un panorama dantesco, pero al que nos ha llevado treinta años de pacifismo rampante y una unidad europea que hace aguas y que ha sido incapaz de una respuesta contundente que hubiera resultado en una victoria el año pasado. Ya es tarde para revertir esta situación, solo nos queda saber dónde se detendrán los rusos y cómo quedaremos después del bochorno y la derrota. Malos tiempos para reflexiones y juegos de malabarismo, es tiempo de actuar.