OPINIÓN

Importa trabajar, da igual con tele o sin tele

La revolución laboral que estamos viviendo ya está cambiando la manera de cómo y dónde desempeñamos nuestra labor. La flexibilidad prevalecerá y la productividad mandará

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Charles Chaplin en Tiempos revueltos

Charles Chaplin en Tiempos revueltos / 'activos'

Uno de los mejores observatorios humanos se encuentra en los vagones de los trenes de alta velocidad. La capacidad de trabajo de algunas personas para concentrarse frente a sus laptops, desplegando pantallas con sus presupuestos y presentaciones audaces del último producto que debe salvar el mundo, a quienes no les preocupa lo más mínimo quién esté sentado a su lado, es meritorio. Los más insolentes, por no decir maleducados, son las parejas o grupitos que se ponen a chillar a viva voz alardeando para que todo el vagón se entere de sus proyectos apasionantes o que, sin más, cotillean sobre aspectos internos de la empresa que rozan los límites del buen gusto.

Los peores, líderes de la indiscreción, son los vendedores de humo, móvil pegado a la oreja, que despliegan sus habilidades comerciales o de márketing para el universo entero. "¡Hay que pedirle más, más, más, a ver si se entera, que nos está jo----do!". Y es que hay comentarios que dan para un libro de relatos. En los vagones de silencio -solo el AVE de Renfe nos deleita con esta opción- he llegado a sufrir la queja de un charlatán que, avisado de dónde se encontraba, respondió: "Estoy trabajando en voz baja. Si escucha, es porque quiere". Hubo conato de zurribanda y el insensato caballero se fue a parlotear entre los vagones.

Como usuario, trabajar en los medios de transporte es tan antiguo como estudiar la última lección previa al examen en el autobús camino del colegio. Hay quien se pasa las tardes trabajando en las mesas de las cadenas de cafeterías que ofrecen wifi gratis o en el vestuario de los gimnasios, donde el uso del móvil está peligrosamente permitido. Y, cómo no, hay quien labura en su casa como si estuviera en su oficina. Envidio de estos su capacidad de aislarse de ruidos, neveras y otras distracciones.

Analice usted cuál es el trabajo y cuáles son sus objetivos. Una vez conocidas las respuestas, el menú de cómo y dónde trabajar es tan amplio como se desee. La pandemia obligó a meter horas en casa incluso a quien se negaba a hacerlo antes por aquello de separar la vida profesional de la personal. Hay quien se acostumbró y quien no. Hay personas que son incapaces de concentrarse en su hogar y necesitan producir (pensar, innovar, diseñar, crear...) en un ambiente ajeno a la decoración hogareña. En los tiempos pretéritos del covid-19 se improvisaron espacios en cada vivienda y se adecuó un nuevo sistema de convivencia familiar que en algunos casos acabó como el rosario de la aurora.

Natàlia Ríos ha indagado dentro de las fauces del teletrabajo en el tema de portada de esta semana de ‘activos’. Un fenómeno que está para quedarse a lo largo y ancho del mundo laboral que no depende de unas actividades operativas determinadas. Cada empresa, como cada empleado, genera múltiples soluciones. Teorizar sobre qué es mejor se ha convertido en una actividad donde se multiplican analistas de recursos humanos, consultores, académicos, antropólogos y expertos inmobiliarios que tiran para casa, o sea, regresar a la oficina.

Hay ocupaciones en las que es fundamental estar con el equipo, verse las caras o tomarse un café para comentar la jugada


Hay trabajos donde es fundamental la relación con el equipo, verse las caras o tomarse un café para comentar la jugada. Si en una empresa se da la oportunidad de poder elegir entre teletrabajar o no, quien vaya al despacho/sala de operaciones y pueda interactuar habitualmente con sus compañeros saldrá con ventaja frente al que se queda en su casa siempre. Las relaciones humanas no han cambiado aunque haya teóricos que nos hagan creer lo contrario.

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En aquellas profesiones que lo permiten, teletrabajar en momentos concretos tiene ventajas que incluso pueden favorecer la productividad. Por ejemplo, sirve para ganar tiempo cuando se produce una emergencia/imprevisto o entre viaje y viaje, aunque sea dentro de la misma ciudad. También tiene sus peros, que deberán ir autorregulándose y controlando. Desde mensajes enviados a horas intempestivas pasando por la incapacidad para desconectar incluso en vacaciones, hasta la generación excesiva de videoconferencias que confirman que la reunionitis sigue viva.

En plena transformación del lugar de trabajo, propiciado por la nueva robotización y el surgimiento de nuevas profesiones, la flexibilidad laboral se consagrará como la única fórmula aceptada y aceptable por empresas y empleados. Se seguirán midiendo el cumplimiento de los objetivos y menos los horarios. Los estatutos del trabajo de antaño quedarán en el baúl de la historia. Y las relaciones laborales de mañana no serán las de ayer.