Comunidad Valenciana

La reinvención de Marina d’Or, el gran resort de la provincia de Castellón

La empresa llegó a facturar 400 millones de euros anuales y abrió oficinas en París y Londres

Turistas llegando al hotel Marina dOr en Oropesa

Turistas llegando al hotel Marina dOr en Oropesa / 'activos'

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Durante muchos años, el sueño de muchas familias españolas era tener un apartamento en la playa. Y Marina d’Or, la ciudad de vacaciones de Orpesa, lo tenía prácticamente todo para ser el destino perfecto: un complejo al lado del mar de un millón de metros cuadrados; cuatro hoteles (uno de ellos de cinco estrellas); 15.000 apartamentos; otros tantos restaurantes y salas de fiesta; parques temáticos y un balneario de agua marina que presumía de ser el más grande de Europa. Un resort que ganó popularidad gracias a una potente campaña de publicidad (¿quién no recuerda el eslogan Marina d’Or, qué guay?) y que tuvo su época dorada entre 2004 y 2008, cuando la empresa llegó a facturar más de 400 millones de euros anuales y abrió oficinas en ciudades como París y Londres. Un éxito que llevó incluso a su propietario, el empresario Jesús Ger, a plantear Marina d’Or Golf, un macroproyecto de ocio sobre una superficie de unos 19 millones de metros cuadrados que debía incluir 48.000 viviendas, un campo de golf diseñado por el jugador australiano Greg Norman y hasta una pista de esquí artificial.

La crisis dinamitó el proyecto

Pero el sueño de convertir aquella ciudad de vacaciones en el Benidorm de Castellón empezó a desvanecerse en 2008, con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Una crisis económica que motivó que en un tiempo récord se dejaran de vender apartamentos y que las reservas en los hoteles cayeran en picado. Marina d’Or empezó entonces su particular cuesta abajo en forma de deudas y más deudas y que desembocó, en 2014, en la presentación del concurso voluntario de acreedores, aunque su negocio turístico continuó (el concurso solo afectaba al negocio inmobiliario).

La situación del resort fue empeorando hasta que en 2019 apareció el fondo de inversión estadounidense Farallon Capital Management, que se hizo con el control de los hoteles tras adquirir el pasivo bancario por un importe de 125 millones de euros. Los nuevos gestores trataron de recuperar la rentabilidad de Marina d’Or, pero la deuda era demasiado elevada y, para colmo, irrumpió en escena un virus que nadie esperaba: el covid. Con la pandemia, los ingresos del complejo turístico se desplomaron (como los del resto de hoteles y restaurantes de la costa de la provincia) y empezaron a surgir los rumores de venta. 

El pasado agosto las incógnitas se despejaron: el Grupo Fuertes, un conglomerado de empresas radicado en Murcia y que engloba a más de 20 compañías -entre ellas El Pozo y Profusa-, se hizo con el control de la ciudad de vacaciones por unos 70 millones de euros. Cuando se haya cerrado la operación -falta que reciba el visto bueno de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC)-, la gestión la asumirá la cadena hotelera de Benidorm Magic Costa Blanca, que cuenta con ocho establecimientos en Alicante (seis de ellos en Benidorm) y uno más en Gandia, además de cuatro parques acuáticos.

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Aunque Magic todavía no ha dicho esta boca es mía, todo apunta a que la intención de los nuevos gestores de Marina d’Or (el complejo vacacional decidió cerrar la temporada el 17 de septiembre y devolverá el dinero a todos aquellos clientes que ya tenían plaza reservada) será trasladar a Orpesa un modelo de negocio que tan bien le funciona en Alicante y que está basado en la diversificación de la oferta y en una apuesta por espectáculos y conciertos.

Con la vuelta de Marina d’Or a manos españolas, la ciudad de vacaciones más famosa de España persigue reinventarse y recuperar el esplendor que un día tuvo. Un futuro que el Gobierno valenciano augura como "prometedor" y que, sin duda, marcará el devenir de un sector, el del turismo, que en Castellón sigue luchando por superar el lastre de la estacionalidad. Y es que, por mucho que pasen los años (y también pese al despegue de infraestructuras como el aeropuerto), los hoteles de la provincia solo consiguen llenar en julio y agosto y captar al turista extranjero sigue siendo la gran meta.