NAVEGACIÓN

La vida donde mueren los barcos

El bum de desguaces pesqueros multiplica los cementerios navales que autoriza la UE desde 2016, cuando se creó el listado de instalaciones de reciclaje: ya son 48, 30 más

Un “tsunami” de tumbas para barcos.

Un “tsunami” de tumbas para barcos.

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El Skellig Light II fue construido en 2002, cuenta con 30 metros de eslora y es el primer gransolero vigués desmantelado en 10 años. Así lo decidió tras aceptar el plan de desguaces de Irlanda, país en el que está abanderado, ante la escasez de cuotas pesqueras y el disparado precio del combustible marino. En la planta donde está siendo tratado, la factoría de la gijonesa DDR Vessels, el buque muestra ahora un aspecto irreconocible. Su esqueleto ha sido devorado por las máquinas que utilizan para extraer con cuidado sus partes, con el objetivo de contribuir a su correcto reciclaje. El casco de la embarcación se ha desvanecido parcialmente, la proa ha perdido su puntiaguda forma y ya no tiene parque de pesca para empacar ejemplares de merluza o rapante. Vacían la nave de un sinfín de pesados metales que un día fueron capaces de surcar el mar.

Es una imagen de doble lectura. Por un lado pesimista porque supone acabar con un pedazo de la vida olívica, con un cacho de su economía; pero también positiva porque se le está dando una salida “sostenible” a un problema que cala con fuerza en el continente, aportando a la cadena de valor y aprovechando el recurso aunque sea para escribir su punto final... Lo que sí es cierto es que las capturas que este barco llevaba cada campaña a la lonja no serán reemplazadas. Tampoco volverá el empleo que generaba, la riqueza que dejaba en la ciudad y evidentemente su presencia en la ría, cada vez más desierta.

Porque el Skellig Light II es solo un ejemplo de los 2.550 buques que van camino de desguazarse o se han desguazado en la Unión Europea (UE) desde el pasado 2016. Ese año, hace siete ya, el Ejecutivo comunitario daba luz verde a un listado de instalaciones de reciclado de buques que, ante el bum de cadáveres navales, no ha hecho más que multiplicarse.

Un "tsunami" de tumbas para barcos.

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Los centros han pasado de los 18 contabilizados en el primer registro –con presencia en 10 estados miembros: Bélgica (1), Dinamarca (2), Francia (3), Letonia (1), Lituania (3), Holanda (2), Polonia (1), Portugal (1), España (1) y Reino Unido (3)– a los 48 que constan en la última modificación, a la que se han añadido –después de la sucesiva entrada de naciones como Bulgaria, Estonia, Italia, Noruega o Finlandia– tres nuevas líneas de desmantelamiento turcas.

Según el reglamento creado por Bruselas, “se exige a los propietarios de buques que garanticen que los buques destinados a ser reciclados solo se reciclen en instalaciones de reciclado de buques que figuren en la lista europea de tales instalaciones”. Pese a ello, esta relación de fábricas incluye 12 plantas localizadas en terceros países.

El gran desmantelamiento

Si una cosa está clara es que una nueva ola de desguaces se dirige hacia Europa, si no un tsunami de tumbas para barcos, y todo indica que impactará con fuerza en el sector. Teniendo en cuenta que Irlanda pero también Francia han desplegado sendos programas de apoyo para incentivar parte del desmantelamiento de sus respectivas flotas, solo en lo que va de 2023 han ido a parar a algún cementerio naval 238 buques comunitarios: ocho de cada 10 repartidos entre Francia (92), Irlanda (38), España (49) y Portugal (12).

El cómputo supone un 44% más que las 165 embarcaciones que se reciclaron a lo largo del pasado 2022, y pone de manifiesto que las ayudas están surtiendo efecto entre los armadores. Entre las últimas, muchísimas naves galas de pequeña envergadura como Lou Calypso, Gwalarn II, L’Avenir Du Mousse o Le Bonovo, aunque las hay de mayor tamaño como el Magali, registrado este lunes y que supera los 80,7 metros de eslora.

La elevada cifra de buques que está optando por esta drástica solución –en medio de un panorama incierto a nivel legislativo con restricciones que sin duda han representado un punto de inflexión para la pesca europea, como el veto a las artes de fondo en las 87 áreas del Atlántico Norte– es previsible que aumente pese a que el número ya sea de por sí abultado, más si cabe teniendo en cuenta que países como España todavía no han aprobado su plan de desguaces.

No se pueden contabilizar cuántos son los armadores que podrían estar esperando el mismo, pero sí cómo será. Como avanzó FARO, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación comandado por el ministro Luis Planas remitió a finales del pasado mes de julio a distintas organizaciones pesqueras un “borrador de baremo” con fondos públicos para paralizaciones definitivas. Según el mismo, para un arrastrero promedio de Gran Sol, de 33 metros y en torno a 325 GT (toneladas de arqueo bruto), la armadora recibiría unos 1,15 millones de euros.

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“Dependiendo de cuando salgan (los apoyos) y los condicionantes que pongan, habrá algunos (propietarios de buques) que se acojan y otros que no, como siempre pasa en todas las subvenciones que hay para la renovación o la reestructuración del sector”, explica en declaraciones a este periódico Jesús Picatto, CEO de DDR Vessels, constatando que ya han acogido encargos de Francia e Irlanda, derivados de la eliminación de la flota que ambos países están financiando.

La próxima nave que llegará a su planta, con capacidad para reciclar barcos de hasta 169,9 metros de eslora, incluso superior si los estos pueden efectuar un movimiento de vuelco nulo o negativo, será una de Reino Unido, que como muchas otras también ha sufrido las devastadores consecuencias del Brexit. Asimismo, además del Skellig Light II, estas instalaciones albergan los últimos suspiros del atunero Atlántico, famoso vecino del puerto de Vigo que dejó en mayo el muelle de Beiramar después de estar ocho años amarrado sin moverse.