OPINIÓN

Las debilidades del mercado de trabajo en España: un desafío persistente

Aunque parece que el mercado de trabajo ha superado las barreras en términos de generación de empleo preexistentes, pues así lo avalan los datos de ocupación, no se puede perder de vista la fragilidad en términos de calidad de dichos puestos de trabajo

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Trabajo niega la necesidad de regularizar inmigrantes para cubrir vacantes de empleos.

Trabajo niega la necesidad de regularizar inmigrantes para cubrir vacantes de empleos.

A pesar de los intentos por parte de las administraciones públicas de transmitir un mensaje de efectividad al respecto de la última de las reformas laborales acometidas son aún muchas las debilidades observables sobre la situación del mercado laboral en España. Aunque parece que el mercado de trabajo ha superado las barreras en términos de generación de empleo preexistentes, pues así lo avalan los datos de ocupación, no se puede perder de vista la fragilidad en términos de calidad de dichos puestos de trabajo al contextualizar dichos parámetros con el conjunto de magnitudes macroeconómicas.

Si bien cada vez más los diferentes canales de información nos hablan de la situación en términos de desempleo, donde la tasa general, a pesar de mejorar levemente, continúa por encima de la media europea y donde en desempleo juvenil, España sigue siendo líder en el ranking, poco se alerta al respecto de la fragilidad de la calidad del empleo generado. Entre estas variables, pondera generalmente el salario, sin embargo, la temporalidad, el ambiente laboral, las oportunidades, la autonomía y el crecimiento profesional entre otras, resultan clave para el estudio de esta, a veces olvidada, magnitud.

Renta disponible

El salario supone la fuente más importante de renta para la mayoría de las economías domésticas y, pese a que lo últimos datos para el caso de España arrojan un incremento del 6% interanual en los mismos, la renta per cápita continúa manteniéndose en niveles prepandemia. Esto en parte se corresponde con la evolución de la renta disponible, cada vez menor, bien sea por los efectos de la evolución en el crecimiento de los precios, la inflación (en el 12% para el último dato disponible en lo referente a los productos de alimentación) o por la escasa eficiencia recaudatoria de los impuestos y la baja efectividad de las transferencias (políticas públicas).

Evolución de los precios

Para el caso concreto de la inflación, comienzan a surtir efecto en la actualidad las medidas de política monetaria enfocadas por parte del BCE en la retirada de incentivos mediante la continua y gradual subido de los tipos de interés.

Política fiscal

Sin embargo, cuando hablamos del papel de las administraciones públicas a nivel nacional y regional, las políticas fiscales procuran efectos negativos sobre la renta final que reciben los hogares. Por el lado de los impuestos, España está batiendo máximos, con una presión fiscal (ingresos tributarios/PIB) situada en el 42%, superando ya en 2022 el promedio de la UE (41,7%). Si hablásemos de efectos de dichos ingresos tributarios en función de la renta per cápita, es decir, de esfuerzo fiscal, aún los datos serían mucho peores. Por el lado de las transferencias, es decir, de la canalización del gasto vía políticas públicas se observa como su diseño es cada vez más ineficiente y con un enfoque más electoralista que técnico o económico (transferencias como el bono cultural joven son un ejemplo perfecto).

Más allá de los salarios

Además del salario, hay otras variables que, dada la escasez de datos al respecto, son difíciles de evaluar por el momento. Este es el caso concreto de la temporalidad, donde se apunta a una mejoría por la ponderación mayoritaria de los contratos indefinidos en los últimos meses, pero que, sin embargo, resultan confusos por el desconocimiento del cuantos de ellos son los mal llamados fijos discontinuos.  Otro aspecto importante en términos de temporalidad es el importante incremento de los despidos de trabajadores indefinidos, que se ha disparado y cada vez son porcentualmente más los contratos indefinidos que se firman no llegan a superar el periodo de prueba. Esto puede que ocurra por la utilización de determinadas figuras de indefinidos (fijos discontinuos) como sustitutivos del contrato temporal.

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Todos estos factores influyen en que el empleo generado acuse una baja calidad y se refleja también ello cuando estudiamos otros factores, como el incremento del “burnout” o síndrome del trabajador quemado, que, de acuerdo con los propios datos de Adecco, afectaría a un 40% de los trabajadores. También el desajuste educativo es un problema importante ya que incentiva la frustración de los jóvenes en la búsqueda de empleo por no ajustarse al nivel o tipo de conocimientos a los que se refiere su formación.

La trampa del desempleo

Si observamos las macromagnitudes que reflejarían la efectividad de entre otras, las políticas de empleo desarrolladas durante los últimos años, podemos comprobar que las carencias son significativas, pues se ha reducido la capacidad de ahorro de las familias y tanto la desigualdad como el riesgo de pobreza se ha mantenido prácticamente constante durante las últimas décadas. Por tanto, más que promesas a Europa sobre cifras de creación de empleo, los gobiernos deberían comprometerse a que el empleo generado sea de calidad, evitándose así caer en lo que denominamos trampa del desempleo, o la falta de incentivos a participar activamente en el mercado de trabajo