CUENTAS PÚBLICAS

Más impuestos, más gasto y más deuda

El incremento de la deuda, unido a más cargas impositivas y más gasto público, puede acabar por hipotecar el futuro de España y su capacidad de crecimiento

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Vista general del Congreso.

Vista general del Congreso. / EFE

Un endeudamiento excesivo que no venga acompañado de un incremento de los ingresos puede hacer estragos en cualquier economía familiar. Estos meses asistimos a cómo el aumento de los tipos de interés está encareciendo las hipotecas variables y también el crédito. Ante esta situación, las familias se ven obligadas a apretarse el cinturón, cambian sus hábitos de consumo y deciden aplazar compras que no consideran necesarias. Hay una adecuación al nuevo escenario y a las renovadas incertidumbres hasta que este se estabilice.

La deuda excesiva es la espada de Damocles que sobrevuela la estabilidad financiera de los hogares y de las empresas. También de los estados. Endeudarse, de por sí, no es malo. Fue en la vieja Mesopotamia donde un sujeto dio el primer préstamo a otro. La emisión de bonos ha servido tanto para financiar guerras como para ayudar al desarrollo de empresas.

La deuda puede o no devolverse. Un estado, Argentina es el caso más estudiado del último siglo, puede decidir suspender pagos. Los tenedores de la deuda argentina emitida en la década de los años 90, entre ellos miles de ciudadanos, no recuperaron nunca el capital invertido tras la quita avalada por el Fondo Monetario Internacional y negociada con el Gobierno de Néstor Kirchner. ¿Y la credibilidad de Argentina como país para invertir? Aún no se ha recuperado. Nula confianza.

España no quebrará ni suspenderá pagos. Entre 2009 y 2012, en medio de la grave crisis financiera en que aprendimos qué era la prima de riesgo, el Estado español se vio obligado a adoptar importantes medidas de choque para cuadrar sus cuentas y poder reiniciar la recuperación. Así lo exigió Bruselas. Si España hubiera tenido que ser rescatada, como lo fue Grecia, el euro quizá hoy ya no existiría tal y como lo conocemos. Vino la recuperación, con sus consecuencias políticas y el neopopulismo extremista de izquierdas y derechas.

La pandemia abrió un nuevo boquete y exigió otros esfuerzos. La experiencia de 10 años antes abrió la mano a la flexibilidad presupuestaria. Nuevos esquemas financieros permitieron escalar y arbitrar los fondos europeos. La historia aplaudirá cómo las economías de la Unión Europea en su conjunto salieron mejor paradas de lo que cualquier optimista podía esperar de la nueva crisis. 

La maquinita de los bancos centrales sirvió para comprar deuda pública a mansalva para mantener a flote el salvavidas. ¿Quién, en aquel momento, podía preocuparse de los efectos futuros que tendría el incremento de deuda y la previsible espiral inflacionista? En 2020 y 2021 importaba más respirar.

Situaciones excepcionales, respuestas excepcionales

Situaciones excepcionales requieren respuestas excepcionales. La invasión de Ucrania y el definitivo despertar de la inflación con las consecuencias conocidas generaron nuevas excepcionalidades. Para tomar estas medidas existen los gobiernos y por su capacidad de estar a la altura serán reelegidos o no cuando en las democracias toque pasar por las urnas.

La primera obligación de un buen gobierno debe ser tapar todos los boquetes del navío lo más rápido posible cuando este choque contra un iceberg. La segunda es llevarlo a puerto para realizarle un buen mantenimiento, cambiar lo que deba cambiarse y mejorar sus sistemas y operaciones. Objetivo: que el navío sea más fuerte y eficiente para poder salir de nuevo al mar.

Del 98% al 113%

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La pandemia ha subido el porcentaje de la deuda nacional sobre el PIB del 98% de antes de la pandemia al 113,2%. Los gastos de los intereses de la deuda han pasado del 2,4% al 2,7% del PIB. El gasto en pensiones ya representa el 13,1% de la economía. Hay 7,2 millones de españoles que tienen entre 55 y 65 años que se jubilarán en la próxima década. Por comparar, entre 25 y 35 años hay 5,8 millones. La pirámide demográfica es el principal riesgo del país a medio plazo. Hoy están ocupados 20,4 millones de españoles para una población de 47,6 millones. ¿Cuántos españoles trabajarán en 2033? En su informe anual, el Banco de España lanza un aviso: "En los próximos años, el endeudamiento público permanecerá en niveles muy cercanos a los actuales o incluso superiores, salvo que se implemente un plan de saneamiento ambicioso".

Habrá que tomar nuevas medidas, entre las cuales será necesario volver a acometer una nueva reforma de las pensiones y mejorar la eficiencia del gasto público. El futuro de España no puede solucionarse cargando más las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social o aumentando y creando impuestos. España no puede hipotecarse más.