OPINIÓN

El ejemplo de la empresa más grande del mundo

El sector de la distribución ofrece escasos márgenes de beneficios. Desde la cadena Walmart hasta el tendero de barrio: hay que vender mucho para ganar dinero

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Un almacén de Walmart

Un almacén de Walmart

Walmart es la mayor empresa del mundo por facturación. Sus ventas sumaron 600.000 millones de dólares en el último año. Solo hay 21 países en el mundo que tengan un PIB superior. Trabajan en Walmart unos 2,3 millones de personas, 200.000 más de los habitantes que tiene Eslovenia. Sam Walton fundó la primera tienda Walmart en julio de 1962 en la población de Rogers, estado de Arkansas. En 1970 ya salió a Bolsa e inició su expansión por todo Estados Unidos. Hoy, la mayor cadena de distribución del planeta cuenta con 5.342 establecimientos en su país de origen y otros 5.251 en el extranjero. Hay dos continentes en los que no está presente: Oceanía y Europa. Las ventas online representan el 13%. La familia heredera, cuyos miembros siempre ocupan los primeros lugares entre los más ricos del planeta, controla el 48% del capital.

Si Walmart ocupa el lugar más alto del podio de las empresas que más venden, año tras año, no ocurre lo mismo en el ranking por beneficios. Los 14.840 millones de dólares en ganancias que obtuvo en 2022 lo sitúan en la posición 75 del ranking mundial por ganancias. Su rentabilidad de beneficios sobre ventas es del 2,5%, muy lejos de las rentabilidades que ofrecen sectores como el tecnológico. Ejemplo: Microsoft tiene una rentabilidad del 40% y Apple del 30%. La capitalización de Walmart es de 380.000 millones, situado ahora mismo en el lugar 18º del mundo.

Distribuir, ser tendero de productos básicos para la alimentación y el hogar es uno de los negocios menos rentables del mundo. El margen que queda al final para quien regenta la tienda se mueve en las mejores temporadas en el 3%. Hay que vender mucho para ganar dinero suficiente para poder vivir con cierta tranquilidad e incluso pensar en reinvertir y crecer. Esto le ocurre tanto al gran gigante de la distribución estadounidense como a la tienda de ultramarinos que aún existe en muchas poblaciones.

Parte del paisaje

En Estados Unidos, Walmart forma parte del paisaje. Es una reliquia nacional. Los libros y los estudios detallados que han explicado su desarrollo son innumerables. La familia Walton es historia viva y, como se escribió antaño de General Motors, si Walmart va bien, Estados Unidos irá bien. Al igual que al otro lado del Atlántico, algunas de las grandes cadenas de supermercados europeas están en manos de grandes familias. Dos de los principales actores, en plena expansión, por España son alemanes: Lidl, en manos de la familia Schwarz, y Aldi, de la familia Kaufland. Lidl ya es el tercer grupo de hipermercados en España, por detrás del francés Carrefour y de Mercadona, propiedad de la familia Roig.

Con algo más de una cuarta parte del mercado español de la distribución en volumen de ventas, el crecimiento de Mercadona no ha perjudicado el desarrollo, e incluso nacimiento, de nuevas ofertas comerciales en uno de los sectores más atomizados que existen. La competencia por el precio y el producto es total. A un kilómetro de radio de su hogar, si vive en una población de tamaño mediano, cualquier consumidor tiene una veintena de establecimientos para poder elegir dónde realizar sus compras.

Desde la pequeña frutería de barrio que aún pervive hasta una tienda en que ofrecen productos ecológicos. A dos kilómetros de radio, la oferta sigue incrementándose. Los clientes pueden (podemos) comparar y comprar donde queramos. La competencia es feroz. Y eso, sin contar la posibilidad, cada vez más arraigada tras la pandemia, de comprar por internet. Ya les gustaría en Estados Unidos, incluso en sus grandes poblaciones, tener la competencia que existe en España.

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Vivimos absurdos debates generados por los indocumentados habituales, llenos de prejuicios ideológicos que desconocen lo que es la cadena de valor de un producto desde que se elabora hasta que se coloca en un lineal de un supermercado o una tienda. El precio, por poner un ejemplo, afecta no solo a la uva para elaborar vino, también afecta al vidrio de la botella, al papel de la etiqueta, a la caja en que se introduce y al transporte. La inflación apunta al distribuidor final, ya sea el hipermercado o el tendero de barrio, que quiere mantener su obvio margen. En medio de este ruido y de tanta demagogia, Activos ha querido acercarse a este sector, cómo compite y cuáles son las claves para arañar más cuota de mercado.

Mercadona marcó un estilo y una ruta en España como Walmart lo hizo en Estados Unidos rompiendo aquel mercado. Viejos y nuevos entrantes apuestan por sus propias fórmulas. Las necesidades y los gustos de los consumidores están cambiando de forma acelerada. En muchos productos, la multisegmentación no hace más que aumentar. Y cada punto de venta aspira a lograr a su cliente especial. Quien no ofrezca buen producto a un precio correcto y un mejor servicio ya sabe qué le espera: cerrar.