ECONOMÍA EN GUERRA

La Unión Europea busca desenchufarse de Rusia

Instituciones y expertos dibujan soluciones a medio plazo para evitar la dependencia energética de Putin y frenar la escalada del petróleo, el gas y los combustibles en el actual contexto bélico

Imagen de archivo de la construcción del gasoducto Nord Stream 2, en la localidad rusa de Kingisepp, en 2019.

Imagen de archivo de la construcción del gasoducto Nord Stream 2, en la localidad rusa de Kingisepp, en 2019.

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R. Ferrando / S. Ledo

La guerra de Ucrania ha disparado los precios de la energía por la dependencia del continente del combustible ruso en un momento en el que el mercado ya estaba muy tensionado por los desequilibrios entre la oferta y la demanda por la pandemia. La crisis ha impactado directamente en las empresas (con paradas de producción) y en las familias (que han visto cómo se ha multiplicado la factura del gas, la luz y la gasolina).

Europa carece de alternativas al gas y al petróleo ruso a corto plazo, pero sí tiene opciones a medio plazo que pasan -según los expertos- por incrementar el almacenamiento para garantizar el suministro el próximo invierno; aumentar las importaciones de gas natural licuado (GNL) de Estados Unidos, Australia y Catar; acabar el gasoducto Midcat que debe conectar Cataluña con Francia para transportar al continente GNL regasificado en España; reducir el consumo; y buscar suministradores alternativos de petróleo como Arabia Saudí.

A largo plazo, la solución pasa por el despliegue del parque renovable español, que la burocracia mantiene atascado. El 10% del gas y el 4% del petróleo que se consumen en España proceden de Rusia. La dependencia europea es mayor, ya que el 40% del gas y el 25% del petróleo provienen de yacimientos rusos.

Esta situación ha provocado que grandes industrias consumidoras de energía como Acerinox, ArcelorMittal, Celsa, Megasa, Ferroglobe y Siderúrgica Balboa hayan tenido que parar algunas de sus instalaciones y otras hayan comenzado ya a reducir sus producciones, como es el caso de Asturiana del Zinc, según denunció esta semana la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE). Para estas empresas, la factura energética supone alrededor del 40% de sus costes, por lo que "si la situación no se endereza, muchas se verán obligadas a poner en marcha expedientes de regulación temporal de empleo (erte)", anuncian.

Pymes y domésticos 

La situación será similar en el caso de pymes y consumidores domésticos, acogidos al precio regulado (PVPC) o con un contrato en el mercado libre pero indexado al ‘pool’, que verán disparada su próxima factura de la luz, pero también el recibo del gas y los carburantes, si el Gobierno no le pone antes remedio. En el caso de la luz, la solución parece más fácil porque su precio está contagiado ‘artificialmente’ por el precio de cotización del gas natural.

Tras el consejo europeo del pasado viernes, la vicepresidenta para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, aseguró a este diario que la Unión Europea se propone, de un modo u otro, desvincular la tarifa eléctrica del coste del gas, aunque precisó que se trata de una medida transitoria a la espera de que en mayo se apruebe la reforma estructural del mercado energético.

Bruselas planteó esta semana su hoja de ruta para hacer frente a la crisis que incluye la diversificación del suministro, la coordinación entre Estados para que las reservas de gas estén al 90% el próximo 1 de octubre, la adopción de renovables para sustituir al gas y el intento de rebajar el impacto de los precios de la energía en los consumidores, en el marco del plan bautizado como REPowerEU.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) calcula que en un año Europa podría rebajar su dependencia en más de un tercio con medidas como no firmar más contratos de suministro con Rusia, impulsar las renovables e incluso pedir a los ciudadanos que bajen la calefacción (como ha hecho esta semana el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell). "Reducir el termostato un grado reduce el consumo de gas en 10.000 millones de metros cúbicos al año", aseguró el presidente de la AIE, Fatith Birol.

A contrapié

El europarlamentario socialista Nicolás González Casares (miembro de la comisión de Industria, Investigación y Energía) explica que la invasión ucraniana ha pillado a Europa a contrapié porque el almacenamiento de gas estaba bajo mínimos y los países no han podido "tirar" de reservas.

"El almacenamiento es tan bajo porque salíamos de una pandemia donde el consumo cayó y se produjo una reducción de la oferta. El precio bajó mucho (el megavatio hora del gas estaba hace dos años a 20 euros frente a los 200 euros de ahora) y a los productores no les compensaba extraer combustible. Al salir de la pandemia, se descompensó el mercado. Una segunda razón fue cómo se comportó Rusia desde finales de verano. Exportó a Europa mucho menos gas que en los inviernos anteriores. A esto se unió una reducción del gas noruego por cuestiones operativas. Además, China compitió por el gas natural licuado. Pagó sobreprecios y provocó el desvío de metaneros a Asia", señala Nicolás González. Para evitar reproducir esta situación, "la Comisión Europea se ha propuesto que el 1 de octubre los depósitos de almacenamiento de gas estén al 90%", añade.

Cristian Castillo, profesor de Estudio y Economía de Empresa de la UOC, advierte de que conseguir que el próximo invierno los depósitos europeos de gas estén llenos va a depender de Rusia. "Damos por hecho que Rusia no va a cortar el suministro de gas. Si no corta el suministro, sí se puede conseguir. Rusia amenaza con cortarlo, pero está al borde de la quiebra por el bloqueo y depende de los ingresos del gas, aunque es impredecible", subraya.

Francia quiere relanzar su producción nuclear, pero es una opción que la patronal española asegura que no contempla ya que está centrada en cumplir el cierre programado de las plantas que arranca en 2027 y concluye en 2035. Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, destaca que en la última década la energía nuclear ha sido la única tecnología que ha producido más del 20% de la electricidad. "Es una tecnología que no emite CO2 y, por tanto, resulta fundamental para la consecución de los objetivos climáticos a los que España se ha comprometido ratificando los acuerdos internacionales. De hecho, el pasado año los siete reactores nucleares evitaron la emisión de más de 20 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera -el equivalente a las emisiones del 75% del parque automovilístico español- y produjeron más del 30% de la electricidad libre de emisiones", apunta el presidente de la patronal.

La nuclear no es una alternativa a largo plazo porque carece de rentabilidad. "Las nucleares son económicamente inviables. Son inversiones a 20 años y después dependes del uranio. ¿Le vas a comprar ese uranio a Rusia? Yo no creo que Francia acabe desplegando más nucleares como ha anunciado. En Reino Unido se iba a hacer una planta en diez años, llevan quince y el coste se ha multiplicado por tres", asegura Juan Antonio Martínez, consultor energético de Grupo ASE. 

Los expertos coinciden en que un incremento de las importaciones de gas de EEUU, Australia y Catar no es una alternativa a corto plazo porque países como Alemania carecen de capacidad de regasificación. "Ahora mismo estamos atrapados. La producción de gas está muy limitada. No hay una alternativa a corto plazo al gas ruso. No se puede solucionar a corto plazo porque requiere grandes inversiones de capital en ciclos que necesitan entre cuatro y cinco años. No se puede engañar a la gente diciendo que hay alternativa. Es falso", alerta el consultor.

España podría ser el puntal energético de Europa pero fallan las conexiones con el resto del continente. "Podríamos convertirnos en un suministrador de gas a Europa porque tenemos 7 regasificadoras, pero carecemos de buenas conexiones. España es el país europeo con mayor capacidad de almacenamiento de gas. Podemos almacenar 3.000 millones de metros cúbicos frente a Reino Unido que puede guardar 2.000 millones. Sería técnicamente viable enviar gas a Europa a través de una conexión prevista entre Catalunya y Francia (gasoducto de Midcat) que está a medias. España podría suministrar a Europa el 40% del gas que necesita. Sería la opción más rápida para suplir el suministro de gas de Rusia", asegura Manuel Alcázar, investigador del Instituto de Ingeniería Energética de la Universitat Politècnica de València y profesor de Ingeniería Eléctrica.

Difícil solución del crudo

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En el caso del petróleo, la solución a corto plazo tampoco es sencilla en un momento en el que el litro de gasolina ha roto la barrera de los dos euros en España. Una de las situaciones sorprendentes, según los expertos, ha sido el viaje de una delegación de alto nivel de funcionarios estadounidenses a Caracas para reunirse con miembros del Gobierno de Nicolás Maduro con el objetivo de comprar petróleo venezolano. "El propósito del viaje (a Venezuela) era discutir diferentes temas, entre ellos desde la luego la seguridad energética", confesó la portavoz del Gobierno estadounidense Jen Psaki.

Otra solución es liberar parte de las reservas estratégicas. La Agencia Internacional de la Energía acordó a principios de marzo liberar 60 millones de barriles de petróleo de las reservas de todos sus miembros para garantizar que no habrá problemas de suministro. En la UE, la situación es compleja. "Europa es consciente de que tiene que encontrar una alternativa a Rusia. EEUU y Reino Unido pueden prescindir del combustible ruso, pero Europa lo tiene más complicado. EEUU solo tiene una dependencia del 3% del petróleo ruso y del 7% del gas", señala Cristian Castillo. El investigador Manuel Alcázar reconoce: "El precio bajaría si la OPEP acuerda un incremento de la producción". Una situación que no se contempla de momento y que lleva a Europa a contener el aliento.

El campo se tambalea: falta cereal y sobra fruta

La guerra ha roto el mercado energético pero hay otros, como el alimentario, que también sufren alteraciones. El cierre del "granero de Europa" que era Ucrania está vaciando los silos de cereales como el maíz, la torta de girasol o el trigo, bases de la dieta del ganado español, y está disparando su precio. Ucrania era el principal suministrador y los mercados alternativos (Rumanía, Hungría y Eslovaquia), han dejado de exportar para hacer acopio.


Según la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales solo hay reservas para 5 semanas, lo que ha llevado al Ministerio de Agricultura a pedir a la UE que autorice la importación de cereales transgénicos no autorizados hasta ahora por Bruselas. Además, el sector teme que países terceros que vendían fruta a Rusia como Marruecos, Turquía y Egipto, inunden el viejo continente con su producto, más barato, y provoquen un derrumbe de precios. | Por M. López Belarte