La Ruta de las 4 Villas, un tesoro en la Sierra de Madrid
En la zona norte de la Sierra madrileña se encuentran cuatro exponentes de absoluta autenticidad rural: las Villas de Buitrago del Lozoya, Rascafría, Patones de Arriba y Torrelaguna.
En la zona norte de la Sierra madrileña se encuentran cuatro exponentes de absoluta autenticidad rural: las Villas de Buitrago del Lozoya, Rascafría, Patones de Arriba y Torrelaguna.
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La Sierra Norte es una de las cuatro comarcas turísticas que forman la marca “MadRural”, junto a la Sierra Oeste, la Sierra de Guadarrama y la Comarca de las Vegas y la Alcarria de Madrid. Bajo el eslogan de “El Madrid que no te esperas”, se pretende organizar la propuesta de turismo rural de la Comunidad de Madrid.
La Sierra Norte, en concreto, representa un destino turístico que ofrece al visitante un extenso patrimonio cultural, tanto material como inmaterial. El turista podrá descubrir y disfrutar monasterios, castillos, iglesias, murallas y una arquitectura popular que refleja las costumbres y modos de vida ancestrales. Estos elementos todavía se encuentran presentes en los pueblos, por lo que los mismos presentan una ruralidad que se constituye como un gran atractivo turístico para amantes de lo auténtico.
El programa “Villas de Madrid” acoge a los citados pueblos y municipios junto a siete más, en un total de 11. Representan el auténtico sabor rural, gracias a su extenso patrimonio cultural, tanto material como inmaterial. Una ruta por las Cuatro Villas supone una experiencia inolvidable, plagada de encanto, en un entorno natural inmejorable.
Una de las mejores opciones consiste en realizar un itinerario en coche, comprendido en dos días. En la primera jornada, la visita se centraría en Patones y Torrelaguna, dejando para el segundo día Buitrago del Lozoya y Rascafría. Existe una amplia oferta de alojamientos rurales, que permiten hacer una parada en el viaje, para descubrir lugares acogedores y con encanto tradicional.
Patones de Arriba es un ejemplo de municipio perfectamente conservado. Pasear por sus calles empedradas es casi como haber subido a una máquina del tiempo y haber vuelto al pasado. Un viaje que se remonta a la misma Edad de Piedra, cuando los primeros pobladores eligieron la Cueva del Reguerillo para protegerse de las inclemencias del tiempo y la fauna.
Esa sensación de no haber cambiado puede verse en la misma arquitectura, y es que Patones es un ejemplo de la llamada “arquitectura negra”, que se basa en el empleo de lajas de pizarra y piedra oscura para la fabricación de las viviendas.
Pero la belleza no radica solamente en su arquitectura, ya que el municipio se encuentra rodeado de pura naturaleza. Patones se encuentra bañado por el Lozoya y el Jarama, estando rodeado de montes de pizarra y pozos de aguas cristalinas, en los que pueden verse nutrias, ranas o distintos tipos de aves.
El municipio evoca el regreso a un tiempo olvidado, en el que se puede oler y saborear el encanto de un pueblo de verdad.
El municipio de Torrelaguna destaca por su conjunto histórico monumental, que ha sido declarado conjunto histórico-artístico desde 1974. Historia viva, escrita en piedra.
Estamos hablando de uno de los pueblos con más historia de la Comunidad de Madrid. Es cuna del Cardenal Cisneros y de Santa María de la Cabeza, lugar de residencia de San Isidro Labrador y de descanso del poeta Juan de Mena. Actualmente, conserva una impresionante colección de casas señoriales, viviendas de hidalgos y clérigos de alta alcurnia, palacios y conventos. Pasear por su majestuosa colección de edificios es vivir la historia en primera persona.
De esencia medieval, es aconsejable entrar a sus preciosas calles a través de la Puerta del Santo Cristo. Son paradas obligatorias enclaves como la Plaza Mayor, los restos de la antigua muralla, el arco de San Bartolomé o la puerta del Sol.
Buitrago del Lozoya es una clara muestra del legado de la época feudal. En el período comprendido entre el siglo XIV y el XIX agrupaba los pueblos de la comarca que defendían sus derechos de vasallaje. Pero la impronta histórica no queda ahí, ya que en el siglo XX sirvió como hogar de la colección de Picasso, recogida en un pequeño museo. Una exuberante combinación de historia y arte.
Se encuentran en Buitrago murallas de 800 metros de extensión. De hecho, es la única población medieval de la Comunidad de Madrid que ha sido capaz de conservar el amurallamiento al completo. Los muros fortificados esconden en su interior empedradas calles y edificaciones del siglo XIV como la Torre del Reloj, la iglesia de Santa María del Castillo y el castillo de los Mendoza, de estilo mudéjar.
El citado Museo Picasso incluye la “Colección Eugenio Arias”, que alberga alrededor de setenta piezas que Picasso regaló a su barbero y amigo Eugenio Arias.
Rascafría es una pequeña villa serrana que se encuentra atravesada por el arroyo de Artiñuelo. Está situada en el fondo de un valle fluvial, que ha sido formado por el agua procedente de las cumbres de la sierra. Un paraje natural increíble, en forma de valle profundo, con laderas que son bosques que cambian radicalmente según la estación del año.
Sus ciclos son un auténtico espectáculo, pasando de la nieve al deshielo, que aumenta el caudal de ríos y arroyos, bañando los montes en verde. La verdadera explosión llega en otoño, en la que todo el paraje es inundado por los colores del bosque. El bosque finlandés y el arboreto Giner de los Ríos son entornos naturales de visita obligatoria. Otro valor añadido son las agradecidas temperaturas frescas durante todo el año.
Una parada simplemente imprescindible es el Monasterio de El Paular, al que se accede atravesando el Puente del Perdón. El interior del recinto es una maravilla para los sentidos, por lo que conviene disfrutar la experiencia sin prisa.
El recorrido por la ruta también permite satisfacer al estómago, con una serie de delicias que hacen hincapié en el uso de productos locales, a la hora de elaborar los maravillosos platos. Es importante destacar que los ingredientes se obtienen de manera natural y tradicional, según el propio territorio.
Abundan las carnes asadas al horno de leña, legumbres, la pesca de río, las setas, las hortalizas de los huertos o la miel. Sabores locales que pueden ser disfrutados en restaurantes de la zona con mucho encanto.
En las 4 Villas es posible descubrir una gastronomía serrana, que sabe a tradición y a productos de la tierra. Un viaje gustativo que permite conocer la historia inalterable de los sabores típicos de la Sierra.