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Cómo la innovación puede llevarnos a un mundo sin humo

A lo largo de la historia de la humanidad, el progreso ha sido impulsado por la innovación. Desde las épocas más primitivas hasta la actualidad, nuestra sociedad ha evolucionado gracias a nuevas ideas y descubrimientos que han transformado la forma en que vivimos. Cada paso hacia adelante ha sido resultado del ingenio humano y el deseo de mejorar nuestras vidas.

La búsqueda constante de progreso y mejora ha sido una característica inherente a la humanidad desde tiempos remotos. A lo largo de la historia, la innovación ha sido la fuerza impulsora detrás de importantes cambios y avances en la sociedad. Hoy en día, nos encontramos en un momento crucial donde la inversión científica está abriendo nuevas posibilidades para abordar uno de los desafíos más complejos de nuestra era: el hábito de fumar.

Avances científicos con impacto en la salud pública

La innovación desencadena un efecto dominó que se extiende más allá de un solo sector y puede tener un profundo impacto en la salud y calidad de vida de las personas. Un ejemplo paradigmático de cómo la innovación puede cambiar radicalmente la sociedad lo encontramos en la industria automovilística. En 1958, el ingeniero sueco Nils Bohlin, empleado de Volvo, revolucionó la seguridad vial al rediseñar el cinturón de seguridad de entonces por el de tres puntos que conocemos en la actualidad. Cuando se hizo obligatorio su uso en el estado de Victoria, Australia, en 1971, la mortalidad por accidentes de tráfico disminuyó significativamente en tan solo un año.

El principio de reducción del daño es otro enfoque que ha ganado terreno en diversos sectores. La idea de mejorar constantemente, aunque la solución propuesta no sea perfecta, es un elemento esencial para el progreso. Observamos cómo la industria ha abrazado la tecnología para mejorar la calidad de vida, desde el reemplazo de carne por productos de origen vegetal hasta la reducción del consumo de azúcar y la producción de energía a partir de fuentes renovables.

Colaboración público-privada

El sector privado ha desempeñado un papel crucial en este desarrollo, pero para que tenga un impacto significativo, es necesario una colaboración junto con el sector público. La colaboración entre ambos permite amplificar el efecto positivo generando cambios más rápidos y significativos en beneficio de la sociedad.

Sin embargo, el hábito de fumar ha sido un desafío complejo en este contexto. Durante mucho tiempo, la industria tabaquera no tuvo las herramientas tecnológicas y científicas para ofrecer una alternativa menos dañina a los cigarrillos que todos conocemos. Sin embargo, en la actualidad, la tecnología y la ciencia han alcanzado niveles sin precedentes, lo que ha permitido que empresas como Philip Morris transformen completamente su modelo de negocio y se enfoquen en el desarrollo de productos libres de humo.

Innovación en la industria tabaquera

A pesar de los esfuerzos para reducir el consumo de tabaco, la Organización Mundial de la Salud estima que el número de fumadores no disminuirá significativamente en los próximos años. Por lo tanto, es imperativo que la industria tabaquera explore soluciones basadas en ciencia para ofrecer mejores alternativas a aquellos fumadores adultos que, de otra forma, continuarían consumiendo tabaco y nicotina de la forma más perjudicial: el cigarrillo.

En este contexto, la inversión de Philip Morris en ciencia, tecnología y desarrollo de productos ha dado lugar a innovadoras alternativas libres de combustión y humo. En palabras de Jennifer Motles, directora de Sostenibilidad de PMI: “Un cambio de paradigma conlleva nuevos desafíos, oportunidades y responsabilidades pero, sobre todo, un objetivo compartido”, y añade: “Nuestra intención de desarrollar y comercializar alternativas menos dañinas a los cigarrillos está en total sintonía con las metas de la OMS y las expectativas de los fumadores y la sociedad”.

No en vano, la transformación de la empresa en los últimos 15 años ha sido sinigual, con una inversión cercana a los 11 mil millones de dólares desde 2008, destinados a la investigación científica, la tecnología punta, el desarrollo de productos y la eficiente fabricación. Para ello, ya cuenta con un equipo de más de 1.500 expertos y científicos que trabajan en sus dos centros de I+D, uno en Suiza y otro en Singapur, para hacer realidad ese futuro libre de humo que se ha marcado la compañía como objetivo.

Sin embargo, para lograr un cambio aún más significativo y acelerar este proceso, es crucial que todos los actores relevantes, incluyendo la comunidad científica y las autoridades públicas, colaboren y apoyen este cambio, y así poder generar un impacto en la salud pública general, como ya se está haciendo en otros países.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que estas alternativas no están exentas de riesgo y su uso conlleva la inhalación de nicotina, que es adictiva. Aunque la mejor decisión que cualquier fumador puede tomar es dejar por completo de consumir tabaco y nicotina, o no haber empezado nunca, la ciencia demuestra que cambiar totalmente a las alternativas sin humo es una mejor opción que seguir fumando. El desafío es favorecer el debate basado en evidencia científica sobre el papel que estas alternativas pueden jugar para reducir el riesgo de daño para los fumadores y provocar un cambio positivo en la salud pública.