Alcalá de Henares, donde la arqueología revive la ciudad romana
Entre ruinas, mosaicos y recuerdos del pasado, Alcalá de Henares invita a mirar bajo sus calles para descubrir la historia que dio origen a la ciudad.
Entre ruinas, mosaicos y recuerdos del pasado, Alcalá de Henares invita a mirar bajo sus calles para descubrir la historia que dio origen a la ciudad.
Cuna de Miguel de Cervantes y Patrimonio Mundial por la UNESCO, Alcalá de Henares no solo es una joya literaria y universitaria: también es un destino para quienes disfrutan explorando los vestigios del tiempo. Bajo sus plazas y calles se esconde la antigua Complutum, una ciudad romana que marcó el inicio de la actual Alcalá y que hoy puede visitarse en varios espacios únicos. El turismo arqueológico en Alcalá de Henares ofrece una experiencia diferente: caminar entre ruinas vivas, entender cómo se construyó el pasado y comprobar cómo la historia sigue latiendo entre piedra y memoria.
El punto de partida de todo viaje arqueológico por la ciudad es la Ciudad Romana de Complutum, declarada Bien de Interés Cultural. Situada a las afueras del casco histórico, fue uno de los principales núcleos urbanos de la Hispania romana y conserva calles, mosaicos, termas y restos de viviendas que permiten imaginar la vida cotidiana de hace dos mil años.
El recorrido, perfectamente señalizado, se complementa con el yacimiento de la Casa de Hippolytus, un antiguo colegio de jóvenes donde se formaban los hijos de las familias acomodadas. Allí, un mosaico excepcional —dedicado al dios Océano— sigue asombrando a arqueólogos y visitantes. En estos espacios se organizan visitas guiadas, talleres familiares y alguna de las actividades de las populares jornadas de recreación romana Complutum Renacida, donde actores, legionarios y artesanos devuelven a la vida el esplendor de aquella época.
Para quien busque comprender el pasado desde dentro, el turismo arqueológico en Alcalá de Henares empieza, sin duda, en estos dos lugares.
El otro gran referente es el Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid, ubicado en un antiguo convento de dominicos, constituye el principal centro de conservación y difusión del patrimonio histórico regional. Situado en la Plaza de las Bernardas de Alcalá de Henares, recoge y expone los hallazgos arqueológicos y paleontológicos procedentes de los yacimientos madrileños.
La exposición permanente del museo recorre de forma integral la transformación de la región, desde los sorprendentes paisajes anteriores a la humanidad hasta la Edad Moderna. Un viaje al pasado que permite al visitante entender la evolución humana, conocer la fauna ya extinta que habitó este territorio, y contemplar los objetos arqueológicos producidos por los diferentes pueblos que lo ocuparon: carpetanos, romanos, visigodos… Asimismo, el MARPA enriquece su oferta con destacadas exposiciones temporales, conferencias, talleres, visitas guiadas y actividades para familias. Tanto la entrada como la participación en todas las actividades son gratuitas, y el museo es completamente accesible para personas con movilidad reducida.
Una vez explorados los restos romanos, conviene levantar la vista para descubrir la otra mitad de la historia: la del humanismo y la palabra. La Universidad de Alcalá, fundada en 1499 por el cardenal Cisneros, fue la primera ciudad europea concebida como campus universitario. Su fachada plateresca, el Paraninfo y los patios interiores forman un conjunto monumental que aún respira conocimiento.
Muy cerca, la Casa Natal de Cervantes, el Palacio de Laredo, la Catedral Magistral o la Calle Mayor, con sus soportales interminables, completan un paseo por una ciudad donde la herencia romana, medieval y renacentista conviven con naturalidad. Así, el turismo arqueológico en Alcalá de Henares se convierte también en una puerta hacia el arte, la literatura y la historia moderna.
En una ciudad tan marcada por el tiempo, la gastronomía no podía quedar al margen. En restaurantes como La Hostería del Estudiante, Ambigú, Kuoco o Ki-jote, la cocina local mezcla tradición y vanguardia con productos de proximidad. Los viajeros más curiosos pueden sumarse a la costumbre local de ir de tapas, una forma perfecta de integrarse en la vida alcalaína.
Y para quienes buscan un recuerdo dulce, las rosquillas de Alcalá, las costradas y las almendras garrapiñadas elaboradas por las clarisas del convento de San Diego son pequeñas joyas gastronómicas que, como las ruinas, cuentan su propia historia. Comer bien también forma parte del turismo arqueológico en Alcalá de Henares, porque cada sabor conecta con un pasado que sigue presente.
Alcalá de Henares ha sabido convertir su legado histórico en experiencias accesibles para todo tipo de viajeros. Existen visitas guiadas oficiales organizadas por la Oficina de Turismo que permiten descubrir la Complutum romana, los conventos y los palacios del casco antiguo, así como rutas temáticas dedicadas a Cervantes o al Siglo de Oro.
Las familias pueden disfrutar de talleres arqueológicos en el parque de Complutum o participar en las jornadas de reconstrucción histórica. Y los más pequeños, asombrarse con fósiles y dinosaurios en el museo. El turismo arqueológico en Alcalá de Henares se adapta a todos: curiosos, escolares o expertos que buscan una aproximación rigurosa pero cercana al patrimonio.
A solo 45 minutos del centro de la capital, llegar a Alcalá es sencillo: basta con tomar un tren de Cercanías o subirse al Tren de Cervantes, un convoy temático ambientado en el Siglo de Oro que convierte el trayecto en una experiencia cultural. Al descender, el visitante se encuentra con una ciudad que parece resumir la historia de España en unas pocas calles: del foro romano a la universidad renacentista, de las murallas medievales a las terrazas contemporáneas.
Por eso, cada viaje de turismo arqueológico en Alcalá de Henares termina siendo también un viaje interior: una forma de entender cómo el pasado moldea el presente.
En Alcalá, la arqueología no es un eco remoto: es una historia que sigue contándose. Entre los mosaicos de Hippolytus, los capiteles del museo o las piedras de Complutum, el visitante siente que la ciudad respira desde abajo, que sus raíces siguen empujando hacia la luz.
Quizá por eso, al salir, uno camina distinto: con la sensación de haber atravesado el tiempo y de haber comprendido un poco mejor el valor de lo que permanece. Porque, al final, el turismo arqueológico en Alcalá de Henares no consiste solo en mirar al pasado, sino en aprender a conservarlo.
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