El paraje donde lobos y vacas conviven en armonía

Un reportaje de Valentina Raffio
(Larrodrigo, Salamanca)

El proyecto Airhón, en Salamanca, ha logrado reconciliar la convivencia entre lobos, ganado y la naturaleza salvaje que había antaño en la Península Ibérica. Sus creadores la definen como el modelo más extenso de biodiversidad y renaturalización al sur de Europa. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA visita estas tierras para explicar en qué consiste esta iniciativa.

"Hace ocho años aquí no había
absolutamente nada. La tierra estaba tan muerta que ni siquiera había lombrices. Las charcas, contaminadas. Los senderos, perdidos. La vida parecía haberse esfumado", explican la periodista Inka Martí y Jacobo Fitz-James Stuart, conde de Siruela, sobre el estado de las más de 4.000 hectáreas de terrenos que heredaron hace casi una década de casa de Alba. En su día, explican, estos terrenos estuvieron a punto de convertirse en un coto privado de caza. Pero Martí y Siruela decidieron apostar por algo transformador. "Queríamos volver a traer la vida a estas tierras, permitir que brotara la naturaleza salvaje, crear un espacio en el que pudieran convivir diferentes especies en armonía", relatan, entusiasmados, desde el paraíso terrestre que han conseguido acuñar a tan solo dos pasos de Salamanca.

El suyo, explican, es un proyecto ecologista que pretende convertirse en fuente de inspiración. En un modelo para demostrar que es posible restaurar entornos degradados, recuperar los paisajes de antaño de la Península Ibérica y dejar que la biodiversidad autóctona vuelva a florecer. Sus impulsores lo definen como el "espacio renaturalizado" más extenso del sur de Europa en el que se han conseguido recuperar enormes extensiones de dehesa, con verdes pastizales y encinas centenarias, manantiales heredados de los celtas y amplias extensiones de terreno donde conviven todo tipo de animales. "Es un espacio donde ahora brota la vida en todas sus formas", explica, orgullosa, Martí.

Las tierras de Airhón, en Salamanca, suman más de 4.000 hectáreas de dehesa, verdes pastizales, encinas centenarias y manantiales celtas

Sus creadores han bautizado este proyecto como Airhón, tomando prestado el nombre del dios prerromano de la naturaleza y sus aguas. "Durante demasiado tiempo los humanos hemos visto a la naturaleza como una máquina impersonal e inerte cuyo único objetivo era darnos recursos. Esa filosofía ha sido un error y es lo nos ha conducido a la degradación del planeta y el problema ecológico que vivimos ahora mismo", explica Fitz-James Stuart. Por eso mismo, explica, la solución pasa por algo tan sencillo y paradójicamente tan transformador como recordar que "la naturaleza es vida, nos da vida y, sobre todo, formamos parte de ella y debemos vivir en armonía con todo el resto de especies".

Solo hace falta adentrarse durante unas horas en estas tierras para ver esta oda a la vida, a la naturaleza salvaje y a la convivencia entre especies toma forma.

Estos terrenos son el hogar de 1.500 ejemplares de vacas moruchas, una especie bovina autóctona en declive de la que ahora mismo, según consta en los censos oficiales, tan solo quedan unos 15.000 individuos. Estos animales, utilizados para la ganadería, destacan como una de las especies autóctonas más resistentes a las condiciones ambientales extremas que se dan en la región y, a su vez, como una de las que más se han reducido en las últimas décadas debido a la sustitución por especies más prolíferas. "Las moruchas forman parte de la historia de estas tierras", explica Martí mientras muestra la imagen de algunas esculturas celtas donde se representan estos animales.

Las moruchas conviven en las mismas tierras que una familia de lobos ibéricos. Son entre cinco y ocho ejemplares que habitan en una vaguada del sur del Duero, en una zona ahora conocida como "el hoyo de los lobos". En un primer momento, su aparición causó gran revuelo, sobre todo por los ataques a la ganadería, pero con el tiempo Martí asegura que han logrado crear un espacio para que lobos y ganado convivan en armonía. La fórmula es sencilla. El regreso de un paisaje más salvaje ha traído de vuelta todo tipo de animales como corzos, venados y jabalís. Los lobos se alimentan esencialmente de estos. Los ganaderos de la zona, por su parte, tan solo han tenido que garantizar la vigilancia de su ganado y aplicar tramos de vallado eléctrico en sus parcelas.

El regreso de la naturaleza salvaje ha traído de vuelta especies como los corzos y las águilas imperiales y, a su vez, ha reconciliado lobos y ganado

Y eso no es todo. La renaturalización de estas tierras ha traído de vuelta multitud de especies autóctonas que habían desaparecido en las últimas décadas y que ahora, gracias al regreso de lo salvaje, han vuelto a aparecer. Según los censos oficiales, en estos momentos hay cientos y cientos de especies distintas conviviendo en este espacio natural. Hay gatos monteses, conejos, ciervos, liebres, corzos, garduñas, tejones y nutrias. Pero también cigüeñas, lechuzas, búhos reales, buitres negros, grullas, quebrantahuesos y águilas imperiales; el ave rapaz más amenazada de Europa de la que en España tan solo quedan 700 ejemplares adultos. La presencia de un nido de esta especie en la copa de un árbol en la finca, del que asoma con cierta curiosidad un polluelo, muestra hasta qué punto estas tierras se han convertido en un refugio de biodiversidad.

La mayoría de ganaderos de la zona afirman que no temen la presencia de los lobos y que solo han tenido que tomar precauciones como instalar vallado eléctrico en algunas zonas y reforzar la vigilancia de los animales
Los lobos, por su parte, se mueven de forma casi invisible por el territorio, casi nunca se dejan ver a simple vista y, aunque deambulan por la misma región que otras especies, tan solo se han logrado captar unas pocas imágenes de su presencia

Las tierras de Airhón han logrado, en tan solo ocho años, convertir un lugar casi desértico en un manantial de vida. "La naturaleza es sabia y agradecida. Solo necesitamos dejar de hacerle daño activamente con prácticas agrícolas y ganaderas intensivas y el uso de fertilizantes tóxicos y darle tiempo para que vuelva a regenerarse", comenta Fitz-James Stuart. La suya, explica, es una apuesta por "respetar los ciclos naturales de la vida", "mostrar gratitud hacia los ecosistemas" y, sobre todo, " por crear "un lugar de silencio" donde la naturaleza autóctona vuelva a fluir como antaño y los animales puedan volver a vivir en armonía. Incluídos con los humanos y sus actividades.

El cambio de filosofía es total. "Aquí no hay malas hierbas", ilustra Martí. "Aquí hay plantas salvajes como la margaza, también conocida como camomila salvaje, que crecen en los bordes de los cultivos y que los llenan de vida", añade mientras señala la brillante presencia de abejas, mariposas y todo tipo de polinizadores en la zona donde cultivan avena ecológica para alimentar el ganado. La imagen resulta aún más chocante comparada con el panorama de la finca limítrofe, donde no se observa ni un solo insecto pulular por encima de los campos regados con herbicidas tradicionales. "Apostar por la biodiversidad es esto. Es crear un entorno sano para los mamíferos y las aves, pero también para los insectos", añade.

Los creadores de Airhón quieren convertir estas tierras en fuente de inspiración para crear ecosistemas más sostenibles y resilientes ante las amenazas climáticas

Esta es la primera vez que Fitz-James Stuart y Martí hablan públicamente de su gran proyecto vital, al que han dedicado casi una década de sus vidas. Ahora, explican, quieren mostrar lo logrado en estas tierras salmantina para que sirva de fuente de inspiración para todos aquellos que, como ellos, creen en la necesidad de crear ecosistemas más sostenibles y más resilientes ante las amenazas climáticas que se ciernen sobre el sur de Europa. En un futuro puede que estas tierras, además de reconciliar lobos y ganado, también acaben albergando un centro de investigación y formación científica sobre 'rewilding' y prácticas agroganaderas sostenibles. "Ser ecologista es la única opción sensata", destaca, con convicción, el conde de Siruela desde las tierras de Airhón.

Textos: Valentina Raffio
Imágenes: Inka Martí / Valentina Raffio
Coordinación: Rafa Julve