SEQUÍA Y SANGRE EN LA CUNA DE LA CIVILIZACIÓN EN MESOPOTAMIA

Los búfalos de agua de las grandes marismas del sur de Irak apenas prestan atención cuando pasan junto a ellos las canoas de los pescadores, llamadas ‘mashoof’ en árabe. Son animales tranquilos y mansos, pero grandes, e imponentes en su belleza. Forman parte del rico y delicado ecosistema de las marismas, pero se están muriendo por miles. La gran sequía que asola estos  humedales causa que los búfalos fallezcan por enfermedades y desnutrición. Es uno de los efectos catastróficos de una combinación letal (cambio climático, guerra del agua con países vecinos, corrupción y violencia sectaria) que amenaza las marismas de Irak, ecosistema privilegiado, cuna de la humanidad en Mesopotamia, patrimonio de la humanidad de la UNESCO y hogar y sustento para miles de personas.

Las marismas son una intrincada red de ríos, canales y lagos. Navegar por sus aguas con un ‘mashoof’ permite echar un vistazo a su rica biodiversidad, pero al mismo tiempo, a medida que te adentras y te alejas de las zonas más cercanas a los núcleos de población, poco a poco percibes la desolación: tierra parcheada, canoas varadas, extensiones de tierra donde no hace mucho crecía el follaje o que, simplemente, estaban cubiertas de agua. Las marismas se secan, el agua desaparece y el desierto las devora.  

Vista general donde se muestra la escasez de agua en la marisma de Chebayesh en Dhi Qar. Foto: Essam Al-Sudani

Vista general donde se muestra la escasez de agua en la marisma de Chebayesh en Dhi Qar. Foto: Essam Al-Sudani

La sequía seca el Tigris y el Éufrates

El cambio climático es la primera causa de la crisis de las marismas. Según el programa de la ONU para el Medio Ambiente, Irak es el quinto país del mundo más vulnerable a las consecuencias de la emergencia climática. Ascenso de temperaturas, descenso de las lluvias, frecuentes tormentas de arena, inundaciones e intensas sequías son realidades que el país experimenta desde hace tiempo.  

Fuente y capturas: Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS)

Fuente y capturas: Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS)

El Gobierno iraquí alerta de que el país puede perder un cuarto de sus reservas de agua en una década al mismo tiempo que avanza la desertificación. Los estragos de la sequía son evidentes en  todo el país. A lo largo de todo su recorrido, los ríos Tigris y Éufrates muestran unos cauces muy bajos.

El lago Sawa, al sur del Éufrates, en 2017 y 2022. Foto: Unión Europea, Copernicus Sentinel-2

El lago Sawa, al sur del Éufrates, en 2017 y 2022. Foto: Unión Europea, Copernicus Sentinel-2

En algunos lugares, como Bagdad o Faluya, contrasta el bajo caudal de los ríos con los muros de contención contra inundaciones que hasta no hace mucho eran necesarios para evitar las subidas de los ríos. Hoy el temor a las inundaciones ya no está en la lista de prioridades.  

Foto: Joan Cañete Bayle

Foto: Joan Cañete Bayle

La afectación en las marismas es directa. La sequía del pasado verano no se vio compensada con lluvia, y ríos y lagos desecados no han recuperado el caudal. Las marismas solían extenderse entre 15.000 y 20.000 kilómetros cuadrados en el sur del país y el suroeste de Irán, aunque hoy su extensión no llega al 40% de lo que llegó a ser. Como en el resto de Irak, es el agua del Tigris y el Éufrates la que alimenta las marismas. En un entorno muy seco, desértico, que alcanza altas temperaturas, las marismas son el hogar de decenas de especies protegidas.

Sangre y
corrupción

Guerrilleros afines al clérigo chií Moqtada al-Sadr posan con sus armas junto a un coche de la policía iraquí en Basora, en marzo de 2008. EFE / Haider Al-Assadee

Guerrilleros afines al clérigo chií Moqtada al-Sadr posan con sus armas junto a un coche de la policía iraquí en Basora, en marzo de 2008. EFE / Haider Al-Assadee

No solo la emergencia climática causa la desecación de las marismas de Mesopotamia. Desde hace décadas, la situación política en el país ha contribuido al colapso medioambiental de las marismas. En la década de los 90, bajo la dictadura de Saddam Hussein, el Ejército iraquí bombardeó y desecó las marismas como una forma de castigo colectivo a la población local, shiíes, por su participación en rebeliones contra el dictador. Se estima que Saddam llegó a destruir el 90% de las marismas. Tras la invasión estadounidense del 2003, la ayuda internacional liderada por la ONU permitió la recuperación de más de la mitad del territorio de los humedales y de su fauna.

Sin embargo, la violencia sectaria y la corrupción que marcan a fuego el Irak posterior a la invasión estadounidense han contribuido de forma decisiva a la crisis de las marismas. La política agrícola en general y en particular la de un bien escaso cono el agua está plagada de irregularidades que propician de forma directa los enfrentamientos, a menudo armados. El control del agua, la construcción de pozos ilegales y el desvío de caudales para uso privado y recreativo de líderes políticos y de milicias son situaciones habituales.

El destacado ecologista iraquí Jassim al-Asadi, que fue liberado el pasado 16 de febrero de 2023, después de haber sido secuestrado el 1 de febrero por un grupo armado no identificado y retenido durante más de dos semanas. HRW

El destacado ecologista iraquí Jassim al-Asadi, que fue liberado el pasado 16 de febrero de 2023, después de haber sido secuestrado el 1 de febrero por un grupo armado no identificado y retenido durante más de dos semanas. HRW

Por este motivo, es habitual el acoso, la amenazas, los arrestos e incluso los actos violentos que sufren los activistas medioambientales en el país, según denunciaba Human Rights Watch en un reciente informe.

El último caso sucedió en febrero, cuando Jassim al Assadi, destacado activista en favor de las marismas y los derechos de sus habitantes, fue secuestrado a punta de kalashnikov en plena autopista en su camino a Bagdad. Sus captores lo torturaron y lo dejaron libre solo tras la mediación del Gobierno. Su trabajo de movilización de los habitantes de las marismas por sus derechos y de denuncia de la corrupción de funcionarios públicos y de la impunidad de las milicias casi le costaron la vida, como a otros destacados activistas medioambientales del país. Tras su secuestro, Al Assadi dejó Irak y se instaló en Jordania.

Vista aérea que muestra a unos granjeros iraquíes caminando sobre terreno totalmente seco en Amara. Foto: Essam Al-Sudani

Vista aérea que muestra a unos granjeros iraquíes caminando sobre terreno totalmente seco en Amara. Foto: Essam Al-Sudani

Turquía e Irán:
la guerra del agua

La progresiva desaparición de las marismas obedece también a causas estratégicas, es consecuencia de uno de los conflictos aún relativamente larvados que marcará los próximos años Oriente Medio y otras regiones del mundo: la guerra por el agua. Convertida el agua en un bien escaso y precioso a causa del cambio climático, los conflictos entre países por el control de este recurso natural no harán más que agravarse, sobre todo en las zonas, como Oriente Medio, más castigadas por la sequía.

El río Éufrates con muy poco caudal a su paso por Faluya. Foto: Joan Cañete Bayle

El río Éufrates con muy poco caudal a su paso por Faluya. Foto: Joan Cañete Bayle

En el caso de Irak, el país denuncia a dos de sus vecinos, Turquía e Irán, de redujcir de froma drástica el agua que el Tigris y el Éufrates reciben. En el caso de Turquía, el Gobierno de Ankara lleva a cabo desde hace tiempo una política de construcción masiva de pantanos al paso de los dos ríos por su territorio.

Según fuentes iraquís, la red de 20 pantanos construidas por Turquía los últimos 20 años (incluido Ataturk, la tercera presa más grande del mundo) ha reducido a la mitad el caudal de los dos ríos que llega a Irak. Turquía se niega a negociar y acusa a Irak de malgastar sus recursos hídricos.

El TIgris a su paso por la localidad turca de Hasankeyf. Foto: Murad Sezer.

El TIgris a su paso por la localidad turca de Hasankeyf. Foto: Murad Sezer.

Por lo que se refiere a Irán, Bagdad acusa a Teherán de desviar los cauces de afluentes del Tigris a su paso por el país persa, lo cual mengua también de forma considerable el caudal del río a su paso por Irak. Una denuncia iraquí ante la Corte Penal Internacional por este tema no prosperó.

Condenados
a la pobreza

Haidar Salim Ayyad tiene 35 años pero aparenta más. Su piel está muy tostada por el sol y sus gruesas manos se ven encallecidas por el trabajo manual. Su vida cotidiana consiste en salir a pescar a las marismas a las 4 de la madrugada para vender a media mañana el resultado de su trabajo a los intermediarios que trasladarán el género a los mercados. La familia de Haidar ha vivido durante generaciones en las marismas, y ninguno de los más ancianos recuerda una sequía como la que llevan sufriendo desde hace meses. “No hay agua, y si no hay agua no hay búfalos ni peces. Y sin ellos, no hay queso ni pescado que vender”, explica Haidar gráficamente.

Foto: Joan Cañete Bayle

Foto: Joan Cañete Bayle

Los habitantes de las marismas son considerados los herederos de los primeros seres humanos que, más de 10.000 años atrás, dieron el paso de abandonar la vida nómada y desarrollar la agricultura. En Mesopotamia y sus marismas surgieron las civilizaciones de Ur, la sumeria y la de Babilonia, por este motivo en esta zona de Irak hablan de sí mismos como el origen de la civilización.

Foto: Joan Cañete Bayle

Foto: Joan Cañete Bayle

Pero la muerte lenta de las marismas y su biodiversidad amenaza también con acabar con la forma de vida de miles de personas que ya no pueden subsistir como siempre lo han hecho: gracias a la pesca y a la venta de productos derivados de la leche de los búfalos de agua. Su alternativa es la pobreza o la emigración, normalmente a los suburbios de las grandes ciudades del país, como Basora y Bagdad, donde les esperan unas pésimas condiciones de vida. La Organización Internacional de Migraciones estiman que en todo Irak han abandonado sus tierras 20.000 personas a causa de la sequía.

Foto: Joan Cañete Bayle

Foto: Joan Cañete Bayle

La despoblación no solo añade pobreza y tensión a un tejido social tan precario como es el de Irak después de la invasión estadounidense y la caída de Saddam Hussein, sino que supone la pérdida de culturas enraizadas en la naturaleza y el ecosistema de las marismas que han perdurado durante generaciones.

Hoy, mientras navegas en ‘mashoof’ por las marismas es habitual ver casas de cañas abandonadas. Son típicos hogares de la zona, construidos con las cañas que crecen en el agua, que han sido abandonados. Las casas abandonadas, junto a la tierra cuarteada, los cadáveres de búfalos y los cuerpos de peces y aves de especies protegidas, son los despojos que deja atrás la voraz sequía que amenaza de muerte la cuna de la civilización en Mesopotamia.

El Periódico de España

Textos: Joan Cañete Bayle
Infografías: Francisco José Moya
Diseño: David Jiménez
Coordinación: Rafa Julve