En el lado más siniestro de la Rusia de Putin

En el lado más siniestro de la Rusia de Putin

Por Marta López
Marc Marginedas (Barcelona, 1967) ejerce de corresponsal y enviado especial de EL PERIÓDICO desde el año 1995. De esos 30 años, una década larga la ha vivido en Rusia, en dos periodos diferentes. Primero entre 1998-2002, coincidiendo con el ascenso de Vladimir Putin al poder y luego entre 2015-2022, cuando tuvo que salir apresuradamente de ese país tras cubrir los primeros compases de la invasión y guerra de Ucrania. Fruto de su dilatado trabajo como periodista y de un arduo trabajo de investigación durante aquellos años y hasta hace solo unos meses, Marginedas publica 'Rusia contra el mundo. Más de dos décadas de terrorismo de Estado, secuestros, mafia y propaganda', (Península), un libro en el que, como su nombre indica, descubre detalles de los métodos seguidos por el Kremlin para afianzar un poder sin límites a nivel interno y convertirse en una pieza clave y desestabilizadora del actual orden mundial.
Marc Marginedas. Foto: Elisenda Pons
Marc Marginedas. Foto: Elisenda Pons
Por Marta López
Marc Marginedas (Barcelona, 1967) ejerce de corresponsal y enviado especial de EL PERIÓDICO desde el año 1995. De esos 30 años, una década larga la ha vivido en Rusia, en dos periodos diferentes. Primero entre 1998-2002, coincidiendo con el ascenso de Vladimir Putin al poder y luego entre 2015-2022, cuando tuvo que salir apresuradamente de ese país tras cubrir los primeros compases de la invasión y guerra de Ucrania. Fruto de su dilatado trabajo como periodista y de un arduo trabajo de investigación durante aquellos años y hasta hace solo unos meses, Marginedas publica 'Rusia contra el mundo. Más de dos décadas de terrorismo de Estado, secuestros, mafia y propaganda', (Península), un libro en el que, como su nombre indica, descubre detalles de los métodos seguidos por el Kremlin para afianzar un poder sin límites a nivel interno y convertirse en una pieza clave y desestabilizadora del actual orden mundial.
A continuación avanzamos algunos fragmentos de diferentes capítulos del libro de Marc Marginedas

DONDE EMPEZÓ TODO
(PREÁMBULO)
En septiembre de 1999 hubo una serie de atentados contra edificios residenciales en Moscú y otras ciudades. Murieron 293 personas. Putin acusa a la insurgencia chechena e inicia la segunda guerra contra esa república.
La sorpresa vendría inmediatamente después, e iba a pillar a todo el mundo a contrapié: los arrestados eran en realidad dos hombres y una mujer que, en el momento de la detención, presentaron identificaciones emitidas por el Servicio Federal de Seguridad (FSB, por sus siglas en ruso). No eran terroristas chechenos, sino todo lo contrario, eran funcionarios del Estado y pertenecían a uno de los cuerpos de inteligencia en los que había sido dividido hacía relativamente poco el temido KGB soviético.
Portada de EL PERIÓDICO y página 2 del diario del 14 de septiembre de 1999 firmada por Marc Marginedas.
Portada de EL PERIÓDICO y página 2 del diario del 14 de septiembre de 1999 firmada por Marc Marginedas.
A partir de ese momento, el rumor sin concretar que atribuía la responsabilidad de las explosiones a alguna estructura estatal intentando influir en la inminente carrera electoral adquirió la categoría de sospecha fundada. Y solo en ese preciso momento, cuando ya habían transcurrido dos días del terrible descubrimiento en Riazán y los agentes-terroristas habían sido expuestos a la luz pública sin remisión ni posibilidad de enmienda alguna, Nikolái Pátrushev, el entonces director del FSB y exsecretario del Consejo de Seguridad de Rusia, se avino a acudir a los micrófonos de NTV, la principal cadena de televisión independiente. El que ha sido considerado desde siempre como uno de los hombres más cercanos al presidente Putin recurrió a los medios para proclamar que, en realidad, la bomba de Riazán era falsa y que aquello tan solo se trataba de "un ejercicio" para testear la respuesta policial y ciudadana tras la cadena de atentados. En cuestión de segundos, millones de ciudadanos rusos se sumieron en el desconcierto.
Un miembro de los equipos de rescate sale de un edificio explosionado en Volgodonsk, el 16 de septiembre de 199. Foto: AP / Sergei Venyavsky
Un miembro de los equipos de rescate sale de un edificio explosionado en Volgodonsk, el 16 de septiembre de 199. Foto: AP / Sergei Venyavsky
Estado en el que quedó un edificio de Moscú tras una explosión de gas en la que murieron 90 personas, el 9 de septiembre 1999. Foto: AP / Tatiana Makeyeva
Estado en el que quedó un edificio de Moscú tras una explosión de gas en la que murieron 90 personas, el 9 de septiembre 1999. Foto: AP / Tatiana Makeyeva
COMPRA DE PERIODISTAS
(CAPÍTULO II)
Las presiones ejercidas contra periodistas internacionales en Moscú, los sobornos a informadores y las estrategias del Kremlin para controlar la narrativa informativa son expuestos con varios ejemplos.
Mientras esperaba la confirmación del visado desde Moscú, el corresponsal español llegó a mantener hasta tres comidas al mes con su interlocutor, convirtiéndose aquello casi "en un juego". "Al principio, la información que me preguntaba era muy básica, pero luego las preguntas se iban haciendo más específicas y detalladas; yo lo único que esperaba era que, en la siguiente comida, ya estuviera listo el visado", relata Javier. El documento de viaje fue finalmente concedido, y una vez regresado Javier Martín de Moscú tras el Mundial de Fútbol, el diplomático ruso en Túnez intentó continuar con la relación. Aunque las comidas se espaciaron —en lugar de tres al mes, se convirtieron en una o dos— el interés seguía existiendo. Y finalmente, en una de estas citas, la propuesta formal de "colaboración" fue finalmente pronunciada. "Fue muy sutil; me dijo que los dos teníamos cosas interesantes y que nos podíamos ayudar, a buen entendedor, pocas palabras bastan, yo le podía dar información que le ayudaba, pero ¿qué me podía dar él a mí?", se pregunta, sin dudar en momento alguno de que la propuesta era en realidad la antesala de una oferta de soborno. "Si le llego a decir que sí, entonces la relación alcanza ya otro nivel, y nunca quise saltar a ese otro nivel", continúa relatando Javier.
VENENO
(CAPÍTULO IV)
Acabar con la vida de disidentes y opositores mediante el método del envenenamiento puede sonar a película de espías pero es una realidad en la Rusia de Putin.
En los cinco años que estuvo al frente de la jefatura de Estado, [Víktor] Yúshchenko mantuvo infinidad de encuentros con su homólogo ruso. Muchos, ni siquiera se acuerda del número. Y acudía a ellos con satisfacción y espíritu rompedor. Sí, la persona que tenía enfrente había intentado asesinarle, pero su propia presencia en las reuniones, ya se celebraran en Kiev o en Moscú, era toda una penitencia para su oponente. Al fin y al cabo, él era la persona a la que menos hubiera deseado el líder del Kremlin tener enfrente como interlocutor y representante de Ucrania. El lenguaje corporal también delataba al presidente ruso. En múltiples ocasiones, el ucraniano se daba cuenta de que se sentía incómodo y hasta le rehuía la mirada.
Durante las conversaciones ... Yúshchenko entregaba en mano a Putin los requerimientos de extradición emitidos por la Justicia ucraniana, este nunca contestaba con un no, pero evitaba el tema. Estas reuniones también permitieron al expresidente de Ucrania identificar algunas particularidades de la psicología y el carácter de su interlocutor, incluyendo las razones de los mezquinos y mediocres apodos que recibió Putin cuando servía en el KGB —polilla pálida o colilla de cigarrillo—, lo que acabaría reflejándose en sus acciones posteriores. En opinión de Yúshchenko, Putin es un hombre acomplejado, que "intenta dar una imagen de macho, como un oso de la Gran Rusia". "Dios no le dio la capacidad de ofrecer ideas que pudieran consolidar a decenas de millones de personas. Y por eso creó de forma artificial la idea de que el mundo está contra Rusia", sentencia.
EL CUADRO DE ALEPO
(CAPÍTULO VI)
El pintor español Augusto Ferrer-Dalmau viajó en 2018 y 2019 a a Siria y pintó la obra 'Alepo, la ayuda ha llegado', sobre el reparto de ayuda humanitaria rusa en Siria, que regaló al Gobierno ruso. El cuadro quedó instalado en el salón de la victoria del Museo de las Fuerzas Armadas en Moscú.
En el caso de España, fueron dos pesos pesados de la cultura, como son el escritor Arturo Pérez-Reverte y el pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau, con fama mundial, quienes participaron en un evento artístico, también en el año 2019, que a la postre constituyó un importante espaldarazo propagandístico a Rusia, blanqueando la actuación de su Ejército en la guerra civil de Siria e ignorando las gravísimas acusaciones de crímenes de guerra y contra la humanidad que pesaban sobre él. Se trata de la presentación, en mayo de 2019, en el Museo Central de las Fuerzas Armadas de Moscú, del cuadro Alepo, la ayuda ha llegado, realizado por el artista catalán y, según afirma su autor, entregado al Estado ruso en calidad de donación. El cuadro en cuestión reproduce, en el habitual estilo hiperrealista de Ferrer-Dalmau, una idílica escena de militares rusos y sirios en el momento en que repartían ayuda humanitaria en Alepo, ciudad que, durante cuatro años, desde los primeros compases de la guerra civil siria, había permanecido dividida entre sus barrios orientales, bajo el control de las fuerzas rebeldes, y el oeste y centro, donde Damasco aún mantenía su autoridad. En diciembre de 2016, el régimen de Bashar al-Ásad logró recuperar el control de la totalidad de la metrópolis, tras meses de haber sometido a los barrios opositores a un asedio militar digno del medievo, en el que se privó a los sitiados de acceso a alimentos o servicios básicos.
Tan encantados estaban los prohombres de la oficialidad rusa con Ferrer-Dalmau y su pintura que, durante el acto de presentación de la obra en la capital rusa, el 8 de mayo de 2019, un día antes del anual Desfile de la Victoria de ese año, el pintor español fue condecorado por el general Andréi Kartapálov con la medalla «por la consolidación militar», evento en el que también recibió loas y parabienes de la portavoz de Exteriores, María Zajárova, otra de las figuras rusas más involucradas en defender públicamente las aventuras bélicas del Kremlin
En el caso de España, fueron dos pesos pesados de la cultura, como son el escritor Arturo Pérez-Reverte y el pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau, con fama mundial, quienes participaron en un evento artístico, también en el año 2019, que a la postre constituyó un importante espaldarazo propagandístico a Rusia, blanqueando la actuación de su Ejército en la guerra civil de Siria e ignorando las gravísimas acusaciones de crímenes de guerra y contra la humanidad que pesaban sobre él. Se trata de la presentación, en mayo de 2019, en el Museo Central de las Fuerzas Armadas de Moscú, del cuadro Alepo, la ayuda ha llegado, realizado por el artista catalán y, según afirma su autor, entregado al Estado ruso en calidad de donación.
El cuadro en cuestión reproduce, en el habitual estilo hiperrealista de Ferrer-Dalmau, una idílica escena de militares rusos y sirios en el momento en que repartían ayuda humanitaria en Alepo, ciudad que, durante cuatro años, desde los primeros compases de la guerra civil siria, había permanecido dividida entre sus barrios orientales, bajo el control de las fuerzas rebeldes, y el oeste y centro, donde Damasco aún mantenía su autoridad. En diciembre de 2016, el régimen de Bashar al-Ásad logró recuperar el control de la totalidad de la metrópolis, tras meses de haber sometido a los barrios opositores a un asedio militar digno del medievo, en el que se privó a los sitiados de acceso a alimentos o servicios básicos.
Tan encantados estaban los prohombres de la oficialidad rusa con Ferrer-Dalmau y su pintura que, durante el acto de presentación de la obra en la capital rusa, el 8 de mayo de 2019, un día antes del anual Desfile de la Victoria de ese año, el pintor español fue condecorado por el general Andréi Kartapálov con la medalla «por la consolidación militar», evento en el que también recibió loas y parabienes de la portavoz de Exteriores, María Zajárova, otra de las figuras rusas más involucradas en defender públicamente las aventuras bélicas del Kremlin
TERRORISMO DE ESTADO
(CAPÍTULO VIII)
En octubre de 2002, un comando checheno tomó 850 rehenes en el teatro Dubrovka. En el rescate de las fuerzas rusas fallecieron 170 personas. La periodista Anna Politkóvskaya, asesinada en 2006, investigó esos hechos.
El 28 de abril de 2003, es decir, medio año después de la toma de rehenes, la periodista Anna Politkóvskaya publicó una entrevista exclusiva en el semanario independiente Nóvaya Gazeta con un combatiente checheno recién amnistiado llamado Janpash Nudríevich Terkibáyev. La conversación, bajo el título 'Uno de los terroristas de Nord-Ost sobrevivió; nosotros lo hemos encontrado', constituye uno de los grandes hitos de la afamada reportera en su carrera profesional antes de ser asesinada. Durante el diálogo, el checheno en cuestión no solo admitió haber formado parte del comando que asaltó el teatro, sino que le proporcionó detalles de su huida y de su tranquila vida posterior, en la que, en lugar de cárceles o juicios por su responsabilidad criminal, trabajaba mano a mano con la élite rusa, en concreto bajo las órdenes de Serguéi Yastrzhembski, entonces portavoz de Vladímir Putin para los asuntos de Chechenia, promoviendo la agenda del Kremlin entre los prohombres chechenos, intentando convencerles para que se alinearan con Moscú, una posición que le obligaba a viajar constantemente a países como Jordania, Dubái o Turquía.
Que Terkibáyev ejerció de agente infiltrado para la inteligencia rusa en el seno del movimiento rebelde checheno, tanto mientras trabajaba para la presidencia independentista chechena como posteriormente, cuando formó parte del comando terrorista que asaltó el teatro moscovita, es algo que no pone en duda Dzhojar. Este exiliado checheno, por razones de seguridad, prefiere ocultar tanto su verdadero nombre como el país de Europa en el que reside y en el que acepta ser entrevistado. "Siempre nos engañó; a nosotros nos decía que no sabía hablar ruso; sin embargo, tras la publicación de la entrevista con Politkóvskaya, hablé con ella y me dijo que la conversación fue en ruso, con lo cual deduje que nos lo había estado ocultando todo el tiempo y que ya entonces cooperaba con el FSB".
Captura televisiva de los cuerpos de varios terroristas chechenos que murieron fruto de la respuesta del Ejército ruso durante la fallida liberación de los rehenes del teatro Dubrovka, el 23 de octubre de 2002.
Captura televisiva de los cuerpos de varios terroristas chechenos que murieron fruto de la respuesta del Ejército ruso durante la fallida liberación de los rehenes del teatro Dubrovka, el 23 de octubre de 2002.
El 28 de abril de 2003, es decir, medio año después de la toma de rehenes, la periodista Anna Politkóvskaya publicó una entrevista exclusiva en el semanario independiente Nóvaya Gazeta con un combatiente checheno recién amnistiado llamado Janpash Nudríevich Terkibáyev. La conversación, bajo el título 'Uno de los terroristas de Nord-Ost sobrevivió; nosotros lo hemos encontrado', constituye uno de los grandes hitos de la afamada reportera en su carrera profesional antes de ser asesinada. Durante el diálogo, el checheno en cuestión no solo admitió haber formado parte del comando que asaltó el teatro, sino que le proporcionó detalles de su huida y de su tranquila vida posterior, en la que, en lugar de cárceles o juicios por su responsabilidad criminal, trabajaba mano a mano con la élite rusa, en concreto bajo las órdenes de Serguéi Yastrzhembski, entonces portavoz de Vladímir Putin para los asuntos de Chechenia, promoviendo la agenda del Kremlin entre los prohombres chechenos, intentando convencerles para que se alinearan con Moscú, una posición que le obligaba a viajar constantemente a países como Jordania, Dubái o Turquía.
Captura televisiva de los cuerpos de varios terroristas chechenos que murieron fruto de la respuesta del Ejército ruso durante la fallida liberación de los rehenes del teatro Dubrovka, el 23 de octubre de 2002.
Captura televisiva de los cuerpos de varios terroristas chechenos que murieron fruto de la respuesta del Ejército ruso durante la fallida liberación de los rehenes del teatro Dubrovka, el 23 de octubre de 2002.
Que Terkibáyev ejerció de agente infiltrado para la inteligencia rusa en el seno del movimiento rebelde checheno, tanto mientras trabajaba para la presidencia independentista chechena como posteriormente, cuando formó parte del comando terrorista que asaltó el teatro moscovita, es algo que no pone en duda Dzhojar. Este exiliado checheno, por razones de seguridad, prefiere ocultar tanto su verdadero nombre como el país de Europa en el que reside y en el que acepta ser entrevistado. "Siempre nos engañó; a nosotros nos decía que no sabía hablar ruso; sin embargo, tras la publicación de la entrevista con Politkóvskaya, hablé con ella y me dijo que la conversación fue en ruso, con lo cual deduje que nos lo había estado ocultando todo el tiempo y que ya entonces cooperaba con el FSB".
PERIODISTAS Y COOPERANTES
(CAPÍTULO IX)
A finales de los 90, en el periodo entre las dos guerras chechenas, cientos de pesonas fueron secuestradas por bandas armadas locales tanto en la república como en las regiones vecinas
A Baráyev se le considera el cerebro del secuestro de mayor impacto mediático y político durante los dos conflictos caucásicos: la captura, en otoño de 1998, de cuatro ingenieros occidentales de telefonía, tres de ellos británicos y uno con pasaporte de Nueva Zelanda. Trabajaban para Granger Telecom, una compañía de telecomunicaciones del Reino Unido que acababa de obtener de Che chentelekom, la operadora de comunicaciones regentada por las autoridades separatistas, un contrato valorado en 198 millones de dólares para instalar en la república un sistema de telefonía móvil independiente de Rusia, precisamente una infraestructura vital para consolidar la secesión definitiva del diminuto territorio caucásico respecto a Moscú. El 3 de octubre de ese año, un grupo de una veintena de hombres armados irrumpió en la casa donde se alojaban estos ingenieros en Grozni y apresó a los cuatro extranjeros a punta de arma. Transcurridos tres meses, el 8 de diciembre de 1998, las cabezas de los rehenes fueron alineadas en la nieve al borde de una carretera en las proximidades de la población de Assinóvskaya, en el oeste de Chechenia.
Los británicos Rudolf Petschi, Peter Kennedy, Darren Hickey y el neozelandés Stanley Shaw.
Los británicos Rudolf Petschi, Peter Kennedy, Darren Hickey y el neozelandés Stanley Shaw.
Más allá de sus tendencias criminales y su alineamiento con posturas religiosas extremistas, se ha demostrado que Baráyev contaba con el respaldo de importantes amistades entre los servicios de seguridad rusos. La reportera Anna Politkóvskaya y Nóvaya Gazeta, periódico en el que publicaba, denunciaron en repetidas ocasiones que el líder guerrillero, de forma inexplicable, pudo vivir tranquilamente en su casa de Alján Kalá, a apenas unos 20 kilómetros al suroeste de Grozni, durante al menos dos años una vez las tropas rusas recuperaron el control de la localidad, a principios del año 2000. No intentaba siquiera esconderse, o llevar una vida discreta o recluida. Salía con frecuencia y se movía libremente, sin ser detenido, atravesando sin problemas los numerosos puestos de control que habían instalado las tropas rusas en las carreteras de la diminuta república pese a su potente historial delictivo.
Textos:
'Rusia contra el mundo',
de Marc Marginedas
(Editorial Península)
Introducción y contexto:
Marta López
Coordinación:
Rafa Julve