2025, la gran esperanza climática

El mundo presenta este año sus planes más ambiciosos de reducción de emisiones

Por Valentina Raffio

2025 es un año clave para el planeta y, según advierten los expertos, lo que ocurra en los próximos meses tendrá un impacto decisivo en el futuro de nuestra especie y del mundo en el que vivimos. Y es que este es el año que, tal y como se estipula en el Acuerdo de París, los países deben presentar nuevos planes de reducción de emisiones que permitan limitar de una vez por todas el aumento global de las temperaturas y contener el caos climático. ¿El objetivo? Diseñar medidas "más ambiciosas" y, sobre todo, "más viables" para salvar el planeta.

Son muchos los análisis que demuestran que las medidas propuestas hasta ahora son “claramente insuficientes” para esquivar un calentamiento global extremo y todos sus efectos adversos asociados como, por ejemplo, el aumento de desastres naturales en el mundo. Según un análisis de la Agencia Internacional de la Energía, de seguir así, la actual senda de emisiones expone al mundo a un aumento de la temperatura media de entre 2 y 3 grados de media para finales de siglo. En lugares como España, esto se traduciría a un incremento de los termómetros de más de cuatro grados de media así como a más sequías, más tormentas torrenciales y, en general, más extremos climáticos de todo tipo.

Los registros del Servicio Copernicus (CS3), la institución encargada de monitorizar el avance del cambio climático en el planeta, constata que llevamos dos años consecutivos batiendo récords anuales de temperatura. El 2024, por ejemplo, no solo fue el año más cálido desde que tenemos registro sino que, además, fue el primero en superar la línea roja de los 1,5 grados de calentamiento respecto a la era preindustrial. Algo que, según afirma Carlo Buontempo, director de esta institución, es "una señal de alarma" pero no una derrota definitiva en la lucha climática.

ANOMALÍA DE TEMPERATURA EN LA TIERRA

Anomalía de la temperatura media mundial en relación con la temperatura media de referencia del período 1961-1990.

El estudio más grande realizado hasta la fecha sobre el presente y el futuro del planeta señala el 2025 como uno de los años clave para la lucha climática global. Según constata el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), este es el año en que las emisiones de gases de efecto invernadero deben tocar techo y, a partir de ahí, deben caer en picado hasta reducirse a la mitad para 2030 y llegar a un cero neto para 2050.

Esta hoja de ruta que plantea la comunidad científica para salvar el planeta no se está viendo, por ahora, reflejada en la práctica. Los últimos análisis de la plataforma Global Carbon Budget constatan que las emisiones globales, sobre todo las derivadas de la quema de combustibles fósiles, siguen creciendo año tras año. Aunque, eso sí, en los últimos años empiezan a entreverse señales mínimas de mejora que, por ejemplo, están evitando que el crecimiento de la curva de emisiones sea aún más exponencial.

EMISIÓNES DE CO2 A LA ATMÓSFERA

Emisiones de combustibles fósiles e industria

Si algo sabemos es que la crisis climática es una cuestión de alcance global y no entiende de fronteras, en tanto que la atmósfera del planeta, sin ir más lejos, es un territorio compartido entre todos. Por eso mismo, los acuerdos internacionales más importantes alcanzados hasta la fecha en materia climática reclaman a los países una reacción al unísono para frenar este problema. ¿Pero quién debería liderar los esfuerzos?

EMISIONES ACUMULADAS DE CO2

Desde que hay mediciones (1870). Emisiones, en toneladas, por combustibles fósiles o industria

"El esfuerzo debe ser común pero no igual para todos. Por una cuestión de justicia, los países que históricamente han emitido más son los que deben hacer más esfuerzos de reducción", afirma Olga Alcaraz Sendra, directora del grupo de investigación sobre gobernanza del cambio climático de la Universitat Politècnica de Cataluña (UPC). Según apuntan los análisis realizados por esta experta, basados en criterios de equidad, países como Estados Unidos deberían ser los primeros en aplicar recortes drásticos y alcanzar la neutralidad climática. Europa, por su parte, debería reducir sus emisiones entre un 90 y un 95% para 2035.

En la última década se han logrado avances importantes para reducir el aumento de emisiones pero, aún así, todavía no se ha conseguido que la curva caiga en picado.

Las políticas climáticas que estaban sobre la mesa en el año 2010 exponían al mundo a la emisión de unas 68 gigatoneladas de dióxido de carbono para 2030. Si estas emisiones hubieran llegado a la atmósfera, para finales de siglo los termómetros del mundo habrían aumentado casi cinco grados de media.

En los últimos diez años, el refuerzo de los planes climáticos ha logrado recortar cerca de un 10% de las emisiones previstas en la década anterior. Aun así, los actuales compromisos prevén la emisión de 58 gigatoneladas de dióxido de carbono para 2030, lo que supondría un aumento de entre 2 y 3 grados de la tempeartura media global.

Para limitar el calentamiento global a dos grados de media, el mundo tan solo debería emitir 41 gigatoneladas de dióxido de carbono para 2030. Esto implicaría un recorte de un 30% adicional de las emisiones previstas hace diez años.

La comunidad científica afirma que el único "umbral seguro" para el planeta es limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5 grados de media para finales de siglo. Esto implicaría emitir un máximo de 33 gigatoneladas de dióxido de carbono para 2030. O dicho de otra manera, recortar a la mitad las emisiones previstas actualmente para finales ed esta década.

Lograr estos números no es una cuestión de matemática pura sino de cooperación internacional. "Ningún país tiene una meta concreta de reducción de emisiones, sino que, tal y como estipula el Acuerdo de París, es cada gobierno quien plantea sus propios objetivos de recorte. El reto es que la suma de todos estos compromisos voluntarios de un resultado lo suficientemente ambicioso para todos", afirma Anna Pérez Català, investigadora del Instituto para el Desarrollo Sostenible (IDDRI) de París.

Según explica esta investigadora, el contexto actual será decisivo para el diseño de estos objetivos climáticos. Por un lado, porque cuestiones como la convulsa situación geopolítica, las guerras y la victoria de Trump podrían llevar el debate climático a un segundo plano y minimizar su importancia. Pero por otro lado, también es posible que el auge de desastres naturales en el planeta, desde las inundaciones de Valencia hasta los incendios de Los Ángeles, actúen como palanca y sirvan para diseñar medidas más ambiciosas.

Qué puedes hacer tu para contrubuir al cambio

El gran reto de reducir emisiones está en mano de las políticas nacionales y de las medidas a gran escala en sectores económicos e industriales. Pero según destacan las expertas, los ciudadanos también tenemos un papel clave en esta lucha. ¿Pero cómo? ¿Cuáles son las medidas que podemos aplicar en nuestro día a día para pasar de ser parte del problema a contribuir a la solución? "Necesitamos cambios estructurales que, muchas veces, también implican un cambio de mentalidad y de hábitos", afirma Alcaraz Sendra.

Una encuesta liderada por la plataforma Ipsos demostró hasta qué punto existe una "brecha" entre las medidas que la gente cree que ayudan a reducir emisiones y las que realmente tienen un impacto.

"Nadie está diciendo que no cojas un avión para ir a ver a tu familia, pero quizás sí que deberíamos replantearnos la cantidad de viajes de un solo día que se hacen por negocios y que, en la mayoría de casos, se podrían sustituir por una videollamada", afirma esta científica quien, como siempre, recuerda que el gesto más importante que podemos hacer para atajar este problema es mantener una mentalidad crítica.

Una brecha de esperanza

El 2025 arranca con el ambicioso reto de acelerar la lucha climática global. Al menos sobre el papel los países tendrán que presentar en los próximos meses sus planes actualizados de recortes de emisiones. La Unión Europea, por ejemplo, prevé presentar su objetivo conjunto durante el primer trimestre. Después, en la cumbre de Brasil (COP30), en la asamblea de Naciones Unidas se discutirá si la suma de todos estos es suficiente para esquivar el calentamiento global extremo.

"Lo que me da más esperanza es que para solucionar esta crisis no necesitamos ni recetas mágicas ni inventar herramientas de ciencia ficción. Las soluciones ya existen y ya están aquí. Solo necesitamos levantar barreras para que se implementen cuanto antes", afirma Pérez Català. Entre estas "brechas de esperanza" destaca, por ejemplo, el hecho de que el despliegue de renovables está avanzando a un buen ritmo en buena parte del mundo. China también está acelerando el despliegue de vehículos eléctricos. Y España, por su parte, se propone cerrar este año sus últimas centrales de carbón.

Textos:
Valentina Raffio
Diseño e infografías:
Ricard Gràcia
Coordinación:
Rafa Julve