La batalla de la igualdad ha abierto una grieta entre un grueso de chicos y chicas. Seis jóvenes de entre 18 y 24 años exploran el alcance de esta polarización que ya impacta de lleno en sus vidas.

Un reportaje de Helena López y Núria Marrón,
con diseño de Andrea Hermida-Carro

"El feminismo se ha vuelto una palabra tabú", "es imposible hablar del tema sin que ellos se pongan a la defensiva y te ataquen", "es mencionar 'género' y que se abra una trinchera entre chicos y chicas". Las tres frases, mencionadas por alumnas y alumnos de segundo de Bachillerato, ponen las coordenadas de un fenómeno al que en los últimos meses apuntan con tozudez encuestas y estudios de opinión. El diagnóstico está ahí: la reacción más furiosa ante el avance de la igualdad está llegando de los hombres más jóvenes y ese choque –que también actúa como motor de tracción hacia una derechización política– está impactando en las aulas, las amistades y las relaciones afectivas. Con motivo del 8M –el sexto desde la gran explosión de 2018–, media docena jóvenes de entre 18 y 24 años se asoman a esa grieta abierta y exploran sus causas y alcance.

"¿Qué sale de vuestra boca?"

El consenso general es que, a grandes rasgos, las chicas están "agotadas", "cansadísimas" de tener que hacer pedagogía y de vivir "en una especie de conflicto permanente", explica Clàudia Fernández, alumna de Bachillerato de 18 años. Ella está bastante harta, dice, de ser la "aguafiestas" de guardia o la "feminazi" –como algunos ya le han llamado– que salta ante comentarios sexuales pasados de vueltas, racistas u homófobos. "Vamos hacia atrás. De un tiempo a esta parte parece que sea guay decir barbaridades, y, aunque intento evitar estos temas, a veces les digo: '¿Pero os dais cuenta de todo lo que está saliendo de vuestra boca?' ¿Siempre tenéis que estar diciendo 'eh, gay' o 'esa es una guarra' y hablando del tamaño de vuestros penes?".

"Vamos hacia atrás. Parece que ahora sea guay decir barbaridades machistas y homófobas"

Más allá de las generalizaciones de trazo grueso, lo cierto es que el conflicto a menudo estalla, como un botón nuclear, cuando en las aulas se habla de violencias machistas o de educación afectiva y sexual. No explotan todos los chavales, pero suele haber un grupo que siempre reacciona con gran potencia de arrastre y detonación. "Lo que empieza como debate suele acabar en batalla", admite Pol Martín, de 18 años, quien afirma que un grueso de los chicos de su edad sienten que se les responsabiliza de violencias que jamás han cometido y que a menudo esa rabia les empuja hacia posiciones más radicalizadas.

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"Vivimos en mundos diferentes"

"Una parte importante de chavales no creen que el feminismo sea positivo para todo el mundo; de hecho, muchos se sienten atacados y entienden que incluso la palabra los excluye", añade el chico, quien considera que, por lo general, son una generación igualitaria que se revuelve ante "el marcaje" "y la regañina constante" que han recibido en casa y el colegio desde muy pequeños. "A veces sí que parece que muchos chicas y chicos vivamos en mundos diferentes; en el instituto, por ejemplo, yo me relaciono poco con ellas, supongo que porque tenemos visiones e intereses distintos".

De hecho, la geografía del conflicto apunta a que esa brecha entre chicas empoderadas y chicos en reacción suele aparecer –y a menudo estallar– en secundaria. "A mí me han llegado a escribir 'feminazi' en la mesa", explica Meritxell Navarro, de 23 años y graduada en Antropología.

"Muchos chavales están hartos de que se les acuse de violencias que no han cometido y que se les llame 'machistas' desde pequeños"

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Sexualidad y amistades

De los años de bachillerato, Meritxell recuerda nítidamente el negacionismo de la violencia machista –"una vez, hablando de feminicidios, un compañero dijo que los hombres se suicidaban más porque las mujeres les empujaban a ello y los mataban de forma indirecta–; la hostilidad permanente "en el patio, en clase y de fiesta", y el control de la sexualidad. "Cada lunes era un punto del orden del día si te habías liado con uno o con dos –añade–. Ahí se nota mucho la falta de educación sexoafectiva, el castigo a las mujeres por tener deseo. Incluso en las relaciones cotidianas recibimos mucha sexualización, yo soy bisexual y veo muchísima diferencia. ¡Las chicas no nos relacionamos así!".

"Algunos compañeros de facultad, que actúan todo el rato como un meme machista para llamar la atención, también mantienen una competición sobre las chicas con las que se han liado, a las que puntúan. ¿Cómo te vas a meter ahí?", añade Nora García, estudiante de Comunicación de 20 años. "Aunque nos llevamos bien si no tocamos ciertos temas, no podría tener con ellos una amistad profunda y ya no digamos una relación afectiva", afirma.

Al otro lado de la brecha, sin embargo, también hay recelos. Claro que de otro orden. "Hemos crecido en pleno debate del consentimiento y cuando mantienes una relación siempre preguntas –añade Pol–. Sin embargo, si surge algún conflicto temes que te puedan meter en un problema: no conozco ningún caso pero oyes tantas cosas que ya no sabes".

Youtubers y el factor grupo

"TikTok bulle estos días con chicos de 14 o 15 años que dicen que el feminismo ha ido muy lejos y que si disientes te llaman facha"

Gran parte de "esas cosas" les llegan del aparato de Youtubers que desde la preadolescencia les están socializando en el negacionismo, la homofobia y la cosificación de las mujeres como si fueran sinónimos de transgresión del statu quo y de pensamiento crítico.

A las generaciones mayores la revuelta feminista les sobresaltó y a un grueso les ha llevado a revisar cuestiones, como el acoso o los privilegios, en las que no habían reparado. "Los hombres tenemos que ser conscientes de que el feminismo nos incomodará, pero el problema es que, frente a eso, chavales muy jóvenes están replicando el discurso de 'influencers' famosos que dan alas a los discursos de odio y acompañan el antifeminismo con recetas para ser un tiburón de los negocios y hacerte millonario en poco tiempo", apunta Dani Ruiz, técnico de comunicación de 24 años.

Un ejemplo: Dani, que trabaja rastreando la red, explica que desde hace unos días TikTok bulle con chicos de 14 o 15 años que dicen "que el feminismo ha ido muy lejos y que vivimos en una sociedad hipócrita en la que si opinas diferente al resto te dicen que eres facha o machista".

Uno de los problemas, para Dani, es que "aún no estamos en el punto de que los chavales paren los pies a sus amigos". Un ángulo ciego en el que también abunda Mehdi Aoula, de 21 años. "Mis amigas no se callan y reivindican, pero muchos chicos aún no sabemos cómo actuar ante los micromachismos, no sabemos cuándo callar y cuándo no", admite este vecino del Poble-sec que ve una clara diferencia entre los chavales que forman parte de entidades y aquellos cuya única fuente de información es internet. Su círculo de amistades, por ejemplo, tiene una costumbre que se ha extendido por las entidades del barrio: cuando aflora algún tic machista –como hacer comentarios sobre el cuerpo o decir que hay que limpiar y pasar la fregona a las chicas–, ellas levantan las manos "como diciendo 'reedúcate'".

"Mis amigas no se callan y reivindican, pero muchos chicos aún no sabemos cómo actuar ante los micromachismos, no sabemos cuándo callar y cuándo no"

El futuro del cisma

¿Y cómo acabará este cisma generacional? Clàudia cree que la fiebre finalmente bajará, al tiempo que considera que los institutos deberían combatir la "desinformación" y no limitar las clases dedicadas a la igualdad a hablar de "mujeres que hacen cosas" con motivo del 8M. Entre profesores, por ejemplo, hay acuerdo en que la educación sexual y afectiva es clave y que, al tiempo que se debe ser contundente con actitudes tóxicas, no se puede colocar la mochila del patriarcado a los chavales ni caer en la guerra de los sexos en aulas, de hecho, mucho más diversas que años atrás. "Yo creo que lo que vives en casa es fundamental, pero también recuerdo cómo nos marcó a toda la clase un taller que hicimos y que se titulaba 'Els paranys de l'amor' -explica Melodi Flores, de 23 años-. Así que hay mucho por hacer".

"Mis propios amigos a veces me avergüenzan"

Las estadísticas también apuntan a que hay muchos chavales que se van peleando con los estereotipos. "En mi entorno, las parejas heterosexuales hablan mucho de 'red flags' y de tics machistas que ahora no se dejan pasar", apunta Eloi Román, de 22 años. Y luego, claro, está el roce generacional. "Es cierto que estamos cansadas de deconstruir a los hombres. 'Titi, tienes mil herramientas! Igual que internet te sirve para ver al Xokas, también te ofrece mil artículos sobre feminismo' –apunta Meritxell–. Sin embargo, se nota muchísimo, no solo en el sexo, cuando das con un chico cuya relación anterior ha hecho toda esa pedagogía. Es como una red invisible de cuidados que las chicas hacemos incluso sin conocernos".
Más allá de eso, sin embargo, hay unanimidad en que la batalla por la igualdad no debe recaer en los hombros de las mujeres y que urge una educación transversal que actúe como disolvente de desinformaciones y malentendidos.

"En mi entorno, las parejas heterosexuales hablan mucho de 'red flags' y de tics machistas que antes se naturalizaban y que ahora no se dejan pasar"

Fotografías: Manu Mitru, Bárbara Favant,
Elisenda Pons, Anna Mas y Ferran Nadeu.
Diseño: Andrea Hermida-Carro
Coordinación: Rafa Julve