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Supercopa femenina clandestina
El Barça y el Real Madrid disputan este domingo en Leganés la final de la Supercopa femenina de fútbol. Una competición que ha estado en las últimas semanas en el centro del debate público por varios motivos. En primer lugar, por el deseo de Arabia Saudí de llevarse ahí el torneo en el futuro para prolongar el contrato de la Supercopa masculina. Una opción que la Federación ve con muy buenos ojos, pese a que se trata de un país que no respeta los derechos más elementales de las mujeres. El sindicato AFE ya ha alzado la voz y se ha posicionado en contra de esa posible operación. La Liga F mantiene distancia con el debate mientras no haya una propuesta formal de Arabia Saudí, pero pone el foco en la necesidad de hacer crecer esta competición antes de debatir su posible traslado fuera de España. Y tienen razón en eso, abriendo así el otro debate, el más importante a corto plazo. El estadio de Butarque fue anunciado como sede menos de un mes antes de su disputa y ni siquiera se ha despejado el calendario de la Liga F para que todo el foco se concentre en la Supercopa este fin de semana. Es un producto deficitario y clandestino, como reflejo de la dejadez con la que Luis Rubiales trató al fútbol femenino mientras presidía la Federación. Y, para colmo, en la semifinal del miércoles, el VAR no funcionó durante 70 minutos. Como para pensar en llevarla a Arabia Saudí.
