Así ayudan los helados artesanales a las monjas del convento de Toledo a seguir adelante

Desde agosto de 2023, estas hermanas de la Tercera Orden de San Francisco fabrican helados artesanales, siendo las terceras en España que lo hacen

Sor Matilde, monja del convento de San Antonio de Padua de Toledo mostrando la máquina de helados artesanales

Sor Matilde, monja del convento de San Antonio de Padua de Toledo mostrando la máquina de helados artesanales / Belén Martín

María Saiz

En pleno corazón del Casco Histórico, las monjas del convento de San Antonio de Padua han encontrado una deliciosa manera de sobrellevar el calor y los meses 'flojos' de la venta de dulces: helados artesanales. Como alternativa a los dulces, en su tienda de la calle Santo Tomé venden este postre mucho más demandado en estos meses.

Son nueve hermanas en comunidad, aunque siete de ellas son las que realizan las tareas y los productos de la tienda, la cual es una de las fuentes principales de ingresos del convento. En agosto de 2023 comenzaron esta nueva andadura, aprendiendo la técnica de las Clarisas de Gandía. Tres de las monjas del convento viajaron a la ciudad valenciana para que las hermanas Clarisas les enseñaran el oficio de los helados artesanales. Así, son uno de los tres conventos que los hacen, las pioneras están en Palma de Mallorca.

Helados artesanales de la tienda del convento San Antonio de Padua de Toledo

Helados artesanales de la tienda del convento San Antonio de Padua de Toledo / Belén Martín

Desde entonces, sus vitrinas se llenan de sabores como pistacho, leche merengada, yogurt o el más solicitado: mazapán. "Lo que más me llena es ver la cara de alegría de quienes lo prueban", explica Sor Matilde, una de las nueve hermanas del convento de clausura.

Son todos naturales y si uno no triunfa, lo cambian

En su segundo verano completo que estarán disponibles, las hermanas no se conforman con los helados que triunfaron el año pasado. Con la intención de aumentar la producción y los sabores, también modifican estos conforme a los gustos. Por ejemplo, este año en vez del helado de fresa, han apostado por el de cereza.

Los helados no solo ayudan a sostener el convento, sino que se han convertido en una inesperada conexión entre las hermanas y los toledanos. Además, cuentan con una pequeña terraza en el patio interior de la puerta principal del convento con cuatro mesas para quienes prefieran tomarlos sentados.

Pese a ser monjas de clausura, al ser de Tercera Orden "es menos exigente", explica Sor Matilde. Hay días que son ellas mismas quienes atienden la tienda. Cuando Patricia, dependienta de la tienda, tiene el día de descanso.

Una tarea que les lleva todo un día de preparación, en la que siguen innovando y que se ha convertido en todo un éxito: "todo toledano que lo prueba, siempre repite", confiesa la hermana.

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