Ciencias oceánicas

Detectan cambios profundos y demoledores en el Océano Antártico

Ahora es más salado y cálido y pierde hielo rápidamente, llevándonos a los peores escenarios posibles de la emergencia climática

El Oceano Antártico.

El Oceano Antártico. / University of Southampton.

Alejandro Sacristán.

Madrid

La circulación oceánica profunda del hemisferio sur no solo se está alterando, sino que está funcionando a la inversa: en lugar de hundirse, el agua superficial está siendo reemplazada por masas profundas que ascienden, trayendo consigo calor y dióxido de carbono (CO₂) que habían permanecido atrapados durante siglos. Lo peor que podía pasar.

Gracias a datos obtenidos mediante satélites de observación terrestre, un equipo internacional de científicas y científicos ha detectado por primera vez un fenómeno sin precedentes: una reversión en la circulación oceánica del Océano Austral. Los algoritmos de procesamiento de observaciones satelitales desarrollados por el ICM-CSIC han sido claves para detectar este cambio radical en el hemisferio sur, susceptible de acelerar los efectos del cambio climático con unos impactos que no nos podemos imaginar en estos momentos.

El estudio, liderado por el National Oceanographic Center (NOC, Reino Unido), ha sido publicado en la revista PNAS. El Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) ha desempeñado un papel fundamental en el mismo, desarrollando una serie de observaciones satelitales pioneras en el marco del proyecto SO-FRESH, financiado por la Agencia Espacial Europea (ESA).

Salinidad superficial

El hallazgo principal del estudio es tan sorprendente como preocupante: desde 2016, en la región situada entre el giro polar y el subpolar del Océano Antártico, se ha detectado un aumento sostenido de la salinidad superficial.

Este cambio en la composición del agua sugiere que la circulación oceánica profunda del hemisferio sur —conocida como SMOC, por sus siglas en inglés— no solo se está alterando, sino que está funcionando a la inversa. Esto es, en lugar de hundirse hacia el fondo, el agua superficial está siendo reemplazada por masas profundas que ascienden, trayendo consigo calor y dióxido de carbono (CO₂) que habían permanecido atrapados durante siglos.

La SMOC es el conjunto de masas de agua que se forman y circulan alrededor de la Antártida, impulsando la circulación profunda en los océanos. Esta alteración insólita que ha sido detectada significa que no solo la SMOC no reduciría ya la absorción por el océano del dióxido de carbono de la atmósfera, lo que intensificaría y prolongaría las condiciones climáticas cálidas, sino que volcaría a la atmósfera todo ese calor y carbono almacenado llevándonos a los peores escenarios posibles de la emergencia climática, en pocas décadas.

“Estamos ante una auténtica inversión de la circulación oceánica en el hemisferio sur, algo que nunca habíamos observado”, explica Antonio Turiel, investigador del ICM-CSIC y coautor del estudio. “Mientras todo el mundo debate el posible colapso de la AMOC en el Atlántico Norte, aquí vemos que la SMOC no solo se debilita, sino que se ha invertido. Esto puede tener un impacto climático global sin precedentes”. Los trabajos de Turiel y otros científicos se centran en la medición y modelado de la circulación oceánica en el Océano Austral, especialmente la SMOC, para comprender cómo el cambio climático la está afectando.

Referencia

Rising surface salinity and declining sea ice: A new Southern Ocean state revealed by satellites. Alessandro Silvano et al. PNAS, June 30, 2025, 122 (27) e2500440122. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2500440122

Efectos visibles

Según el equipo científico, las consecuencias de esta reversión ya son visibles. La resurgencia de aguas profundas cálidas y ricas en CO₂ estaría alimentando la fusión acelerada del hielo marino en el océano Austral. A largo plazo, este proceso podría duplicar las concentraciones actuales de CO₂ atmosférico al liberar carbono almacenado en el océano profundo desde hace siglos, con un impacto potencialmente catastrófico sobre el clima global.

El Dr. Alessandro Silvano, de la Universidad de Southampton, quien dirigió la investigación, explica al respecto: «el agua superficial más salada facilita el ascenso del calor en las profundidades oceánicas, derritiendo el hielo marino desde abajo. Es un peligroso círculo vicioso: menos hielo genera más calor, lo que a su vez genera aún menos hielo».

El descubrimiento ha sido posible gracias a un avance técnico clave desarrollado por el Barcelona Expert Center (BEC), laboratorio del ICM-CSIC especializado en observación satelital del océano. Hasta ahora, la región del Océano Austral era prácticamente inaccesible para los satélites debido a su baja temperatura y a la compleja y cambiante dinámica del hielo marino. Por ello, el equipo del BEC decidió desarrollar un nuevo procesador de datos para el satélite europeo SMOS que supera estos retos mediante técnicas no bayesianas, adaptadas a la variabilidad geográfica y climática del entorno polar.

El nuevo procesador ha permitido obtener datos de salinidad superficial de una calidad sin precedentes en esta zona”, explican los investigadores. Gracias a esta mejora ofrece una explicación coherente a la rápida pérdida de hielo marino antártico que desconcertaba a la comunidad científica.

Efectos en cascada

El estudio no solo proporciona una pieza clave en el rompecabezas del cambio climático, sino que también redefine el papel del Océano Austral en el sistema climático global. La SMOC juega un papel esencial en la regulación del calor y el carbono del planeta. Su alteración podría tener efectos en cascada sobre otros sistemas de circulación como la AMOC, con consecuencias potenciales para el clima de Europa y otras regiones.

Conscientes de la urgencia de entender mejor estos procesos, el BEC ha puesto en marcha dos nuevos proyectos financiados por la ESA en 2025: ARCTIC-FLOW, centrado en el estudio de flujos de agua dulce y densidad en el Océano Ártico, y la iniciativa de cambio climático CCI OSHF (por sus siglas en inglés), dedicada al análisis del flujo de calor en la superficie oceánica. Ambos trabajos buscan generar nuevas metodologías satelitales que serán clave para monitorizar, comprender y anticipar los efectos del cambio climático acelerado que se están observando ya.

El planeta nos está enviando señales cada vez más claras de que estamos cruzando umbrales críticos, concluyen los autores de este trabajo. El estudio de la SMOC por parte de Turiel y otros científicos, entre ellos las también españolas Verónica González y Estrella Olmedo, ambas asimismo del Barcelona Expert Center on Remote Sensing, es crucial para entender el impacto del cambio climático en el sistema climático global y para anticipar las consecuencias de un posible colapso de esta importante parte de la circulación oceánica global. Una auténtica espiral de desestabilización climática.