Tecnología y sociedad
¿Estamos a las puertas de la superhumanidad? Se dispara el movimiento de la “mejora humana”
Suplementos, terapia genética y los interfaces cerebro-máquina prometen desarrollar las capacidades humanas y trascender la longevidad

Recreación artística de humanos mejorados tecnológicamente. / DALL·E 2025/T21
Un nuevo movimiento está ganando impulso en todo el mundo para trascender los límites biológicos mediante tecnologías de vanguardia que podrían transformar la base de lo que significa ser humano. Un desafío ético que sobrepasa a los poderes públicos.
The Economist analiza esta semana el creciente movimiento de "mejora humana" que está ganando impulso en todo el mundo. Este fenómeno, respaldado por figuras prominentes como Peter Thiel, Elon Musk y Christian Angermayer, busca trascender los límites biológicos del cuerpo humano mediante diversas tecnologías de vanguardia.
El mercado de la mejora humana ya mueve unos 125.000 millones de dólares anuales y crecerá a un ritmo del 11,45% hasta 2033, según datos elaborados de IMARC Group. Este auge se sustenta en tres pilares tecnológicos fundamentales que prometen transformar radicalmente nuestras capacidades.
El primer pilar lo constituyen los suplementos y medicamentos, entre los que destacan desde fármacos como la metformina, que podría extender la vida según estudios en ratones, hasta compuestos como el NAD+, que supuestamente mejoran las funciones cognitivas y retrasan el envejecimiento. El ensayo TAME, aprobado por la FDA estadounidense, representa el primer intento serio de probar científicamente si la metformina puede prolongar la vida humana.
Genética e interfaces
El segundo pilar es la terapia génica, que introduce nuevo material genético en el cuerpo para alterar su funcionamiento. Empresas como Rejuvenate Bio están explorando terapias que podrían revertir el envejecimiento celular, mientras que Minicircle ya ofrece tratamientos para aumentar la producción de folistatina, una hormona que estimula el crecimiento muscular. Estas intervenciones, que han mostrado resultados prometedores en ratones, están comenzando a aplicarse en humanos en zonas con regulación más laxa como Próspera, en Honduras.
El tercer pilar, quizás el más revolucionario, son las interfaces cerebro-computadora (BCI). Estos dispositivos permiten la comunicación directa entre el cerebro y dispositivos externos. Neuralink, fundada por Elon Musk, ya ha permitido a Noland Arbaugh, un paciente parapléjico utilizar un ordenador solo con sus pensamientos. Investigadores chinos afirman haber desarrollado la primera BCI bidireccional no invasiva del mundo, que permite la comunicación entre un dron y un piloto humano. Según informa IDTechEx, este mercado alcanzará los 1.600 millones de dólares en 2045.
Déficit regulatorio
Aunque estas tecnologías prometen mejorar las capacidades humanas, la industria de la mejora humana está llena de productos carentes de evidencia científica sólida. Para maximizar los beneficios y minimizar los riesgos, es crucial que los gobiernos establezcan un marco regulatorio que permita realizar ensayos clínicos rigurosos y distinga entre las intervenciones legítimas y las engañosas, aunque la realidad es que el sector va por delante de la regulación.
En este contexto, el ensayo TAME, aprobado recientemente por la FDA estadounidense, marca un hito importante. Este estudio busca determinar si la metformina puede prolongar la vida humana al retrasar el inicio de enfermedades relacionadas con la edad. Aunque es un paso hacia la legitimación científica de la medicina anti-envejecimiento, también plantea interrogantes sobre cómo abordar el envejecimiento como una condición médica tratable.
Cuestiones éticas
Esta carrera hacia la "superhumanidad" plantea asimismo profundas cuestiones éticas y sociales. Mientras los defensores ven la mejora humana como un derecho y un imperativo moral, los críticos advierten sobre los riesgos de crear una sociedad donde los ricos no solo tengan más recursos, sino que sean físicamente superiores, más inteligentes y longevos.
The Economist concluye que pronto la sociedad tendrá que decidir si abraza esta visión de superhumanidad o establece límites a la modificación del cuerpo humano. Lo que está claro es que estas tecnologías ya no son ciencia ficción, sino realidades emergentes que podrían transformar fundamentalmente lo que significa ser humano.
A todo ello hay que añadir la medicina de la longevidad, que se centra en extender el healthspan, el período de vida en el que una persona está en buena salud. Esto se logra mediante terapias avanzadas, fármacos antienvejecimiento y estilos de vida saludables.
Aunque comparte el objetivo de mejorar la calidad de vida, la medicina de longevidad se diferencia de la mejora humana en su enfoque más biológico y molecular. Ambas áreas enfrentan desafíos éticos y regulatorios, aunque el gobierno de Trump parece más abierto a flexibilizar las regulaciones en este campo, con figuras como Robert Kennedy y Jim O'Neill, conocidos por sus posturas favorables a las terapias experimentales, ocupando posiciones clave. Esto podría acelerar el desarrollo de estas tecnologías en Estados Unidos, mientras China también avanza imparable en el desarrollo de interfaces cerebro-ordenador.
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