Asiriología

La IA desentierra los secretos de Gilgamesh, un relato épico de 4.000 años de antigüedad

Un viaje del barro babilónico a los bits desata una fiebre del oro literaria sobre otros textos antiguos

Fragmento de una tablilla cuneiforme.

Fragmento de una tablilla cuneiforme. / © Universidad Ludwigshafen

Redacción T21

Madrid

La inteligencia artificial está desenterrando secretos milenarios con algoritmos y procesamiento de datos. El objeto estelar de su búsqueda: la Epopeya de Gilgamesh, un héroe de la mitología mesopotámica, que constituye el relato épico más antiguo de la humanidad.

Un equipo de investigadores del Instituto de Asiriología de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich lanzó en 2017 un algoritmo revolucionario llamado Fragmentarium, capaz de traducir y analizar textos cuneiformes a una velocidad inimaginable para los eruditos humanos.

Esta herramienta, de libre acceso, está permitiendo reconstruir partes desconocidas de la Epopeya de Gilgamesh, un héroe de la mitología mesopotámica, y otros textos babilónicos, acelerando drásticamente un proceso que antes dependía de la memoria prodigiosa de los asiriólogos y la suerte.

Historia de 4.000 años de antigüedad

La epopeya de Gilgamesh es un relato de unos 4.000 años de antigüedad que se transmitió únicamente mediante un sistema de escritura ya extinto, construido con caracteres en forma de cuña sobre fragmentos de tablillas de arcilla.

La epopeya cuenta la historia del semidiós que da título al libro, Gilgamesh, el rey de la ciudad sumeria de Uruk (actual Warqa, en Irak) y de su amigo Enkidu, un hombre salvaje. Los dos matan al guardián del bosque, el monstruo Humbaba, y los dioses toman represalias matando a Enkidu.

En su dolor, Gilgamesh va en busca de su antepasado Utnapishtim, que sobrevivió a un diluvio de proporciones bíblicas, con la esperanza de aprender el secreto de la inmortalidad.

Descubrimiento reciente

Durante milenios, la escritura cuneiforme en las tablillas de arcilla babilónicas que cuenta esta historia permaneció como un misterio indescifrable. George Smith, un empleado del Museo Británico, fue quien en 1872 se convirtió en el primer erudito moderno en leer la Epopeya de Gilgamesh. Trágicamente, Smith falleció solo cuatro años después, a los 36 años, durante un viaje al Medio Oriente en busca de más fragmentos del poema perdido.

Desde entonces, los investigadores han ido reconstruyendo la historia pieza por pieza a medida que aparecían nuevos textos cuneiformes, hasta que esta deriva emprendió un rumbo inesperado.

Desde hace menos de una década, la inteligencia artificial ha dado un impulso significativo a estos esfuerzos, porque Fragmentarium puede trabajar mucho más rápido que un asiriólogo humano y traducir en segundos estos textos milenarios del sumerio y acadio originales, acelerando el proceso de reconstrucción y comprensión de la epopeya.

Gilgamesh renace en la era digital

El profesor Enrique Jiménez, de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, lidera esta revolución digital en la asiriología: junto con su equipo, ha estado trabajando en la digitalización de todas las tablillas cuneiformes supervivientes desde 2018. Ya tiene 28.291 tablillas transliteradas con 417.126 líneas de texto.

"Es una herramienta que no existía antes, una enorme base de datos de fragmentos. Creemos que puede desempeñar un papel vital en la reconstrucción de la literatura babilónica, permitiéndonos avanzar mucho más rápido" explica Jiménez. Ahora cuenta con un asistente digital incansable que puede probar millones de combinaciones en segundos.

El resultado ha sido espectacular. Nuevas escenas de la epopeya han salido a la luz, enriqueciendo una narración que ya de por sí rivalizaba con las mejores series de televisión modernas.

Las nuevas escenas

Gracias al Fragmentarium, ahora conocemos escenas inéditas de la epopeya:

Enkidu, el amigo salvaje, intentó disuadir a Gilgamesh de matar al monstruo Humbaba. Y los dos héroes emprenden un viaje para visitar al dios Enlil en Nippur.

Y hay más: una tablilla del año 130 a.C. demuestra que la historia seguía siendo un bestseller milenios después de su creación.

Algunas de las nuevas traducciones ofrecen, además, fascinantes variaciones sobre la historia conocida. Por ejemplo, cuando Utnapishtim relata a Gilgamesh cómo preparó el arca para el diluvio, menciona que "prodigó" comida y bebida a los constructores.

"No teníamos la palabra 'prodigar' antes", explica a NYT Benjamin R. Foster, profesor de Asiriología de Yale. "Y en mi opinión, Gilgamesh se siente culpable porque sabe que todas las personas que lo están ayudando a construir el arca se ahogarán en unos días". Los trata con una generosidad nacida del remordimiento. Es un detalle que añade una capa de complejidad moral a la historia.

El juego de descifrar el pasado

Lo más emocionante es que este es solo el comienzo. Se estima que aún falta por descifrar alrededor del 30% del poema. Con todos los fragmentos que ya están digitalizados, provenientes de instituciones como el Museo Británico y el Museo de Irak en Bagdad, el potencial para nuevos descubrimientos es enorme.

"Todos pueden jugar con el Fragmentarium", afirma entusiasmado el profesor Enrique Jiménez. "Hay miles de fragmentos que aún no han sido identificados".

Un nuevo amanecer para los textos antiguos

El éxito del Fragmentarium ha desatado una fiebre del oro literaria. Equipos en todo el mundo están aplicando técnicas similares a otros textos antiguos:

En la ciudad roma de Herculano, científicos utilizan IA para leer papiros carbonizados por la erupción del Vesubio. En Egipto, algoritmos similares podrían ayudar a descifrar jeroglíficos aún no comprendidos, revelando secretos de los faraones. Incluso los manuscritos del Mar Muerto podrían revelar nuevos secretos gracias a estas técnicas.

La inteligencia artificial se perfila así como una herramienta fundamental para revelar los secretos de nuestro pasado literario, permitiéndonos comprender mejor las civilizaciones que nos precedieron a través de sus propias palabras.

Una nueva era para la investigación de los textos antiguos.