Análisis

La ciencia está sumida en una especie de fase REM del sueño

Ha dejado de ser disruptiva, pero está en medio de una pesadilla de la que necesita despertar

Museo de ciencia y tecnología.

Museo de ciencia y tecnología. / Dimitris Vetsikas en Pixabay.

EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE

La ciencia ha dejado de ser disruptiva después de haber vivido el siglo pasado una eclosión de innovaciones revolucionarias, pero al mismo tiempo está gestando algo gordo en campos como la astrofísica, la física, la biología y las neurociencias, que promete cambiar de nuevo el curso de la historia humana.

La revista Nature

advierte

de algo anómalo que está ocurriendo en la ciencia: aunque aumenta el número de investigaciones y de investigadores, el conocimiento científico ha dejado de ser disruptivo, ya no revoluciona lo que sabíamos.

Casi todos los campos de la ciencia y la tecnología muestran más de un 90 por ciento menos de disrupción ahora que hace ochenta años, en algunos casos ninguna, destaca Nature.

Algo está cambiando, sentencia la revista: el progreso se está desacelerando en varios campos importantes del conocimiento científico, reflejando un cambio fundamental en la naturaleza de la ciencia y la tecnología: predomina la investigación basada en la consolidación y disminuye el conocimiento disruptivo.

El autor principal de esta investigación, Michael Park, después de analizar 60 años de patentes y artículos de investigación, considera que tal vez la ciencia ha llegado demasiado lejos y necesita un tiempo para asimilar conocimientos previos, tal como le pasó a Einstein antes de cambiar el curso de la historia de la ciencia.

Sueño REM de la ciencia

Podemos decir, en ese sentido, que la ciencia ha entrado este siglo en una especie de fase REM: hay movimiento (como el ocular durante el sueño), pero el cuerpo científico está profundamente dormido, saboreando todavía el regusto de la vigilia.

La vigilia de esta etapa de la ciencia se refiere a la eclosión de innovación que conocimos el siglo pasado, que generó cambios radicales, tanto en las ciencias físicas como en las ciencias de la vida y en las ciencias sociales.

La verdad es que todavía estamos haciendo la digestión de todo lo que aprendimos el siglo pasado, particularmente el descubrimiento del mundo subatómico con todas sus derivadas (que parecen interminables), tanto a nivel de lo infinitamente pequeño, como de lo infinitamente grande.

La Relatividad, la mecánica cuántica, la consagración de la Teoría del Big Bang para explicar el origen del universo, forman parte de este escenario disruptivo que caracterizó a la ciencia el siglo pasado.

Siglo revolucionario

También, entre otros ejemplos, la primera llegada humana a la Luna, el establecimiento de la genética, el surgimiento e implantación de la informática, la primera observación de las ondas gravitacionales, la aparición del Airbus, el reconocimiento de las estructuras disipativas que dieron en 1977 el Nobel de Química a Ilya Prigogine, y el habernos dado cuenta, como dijo el biofísico francés Henri Atlan, de que la verdad científica es un ornamento de lo real. ¿Hay algo más disruptivo para el racionalismo propio de la Edad Moderna?

Podemos decir por tanto que el siglo XX fue excesivamente disruptivo y que en el presente siglo estamos profundizando en los conocimientos que adquirimos entonces: un claro ejemplo de esto es la constatación de la existencia del bosón de Higgs, formulada en 1964 y reconocida con el premio Nobel en 2013.

Un

descubrimiento,

a caballo entre dos siglos, que nos ayuda a entender mejor cómo están compuestas las partículas subatómicas de la materia, una tarea en la que todavía seguimos profundamente enredados, al igual que pasa con la relatividad, la gravedad o con el Modelo Estándar de la física de partículas, del que ya sabemos, 50 años después de su formulación, que

tiene los días contados

: no puede explicar lo que hemos denominado Nueva Física.

La ciencia está enredada en sus propios desarrollos.

La ciencia está enredada en sus propios desarrollos. / Gerd Altmann en Pixabay.

Nuevos horizontes

algo gordo se está fraguando en el mundo de la ciencia

La revista Scientífic American da algunas pistas:

señala

al respecto que en 2023 avanzará en la búsqueda de vida más allá de la Tierra, ya sea porque el telescopio espacial James Webb nos informe sobre firmas biológicas en un exoplaneta distante, o porque descubramos fósiles en las rocas del cráter Jezero de Marte, donde el rover Perseverance de la NASA recolecta muestras.

The New Yorker

destaca

por su parte que 2022 ha sido un año superlativo desde el punto de vista científico: se refiere especialmente a que por primera vez en la historia hemos conseguido

desviar de su trayectoria

a un cuerpo celeste que estaba a 11 millones de kilómetros de la Tierra (DART).

Dos siglos encadenados

psilocibina

Se refiere asimismo al logro científico de haber conseguido que

neuronas humanas aprendan a jugar al Pong

, experimentando “sensaciones” que les permiten interactuar con su entorno, aunque sin llegar a formar un cerebro ni tampoco a tener consciencia.

También destaca el hallazgo en Groenlandia del

ADN más antiguo

, que habla de un mundo perdido de hace dos millones de años, así como el primer experimento exitoso de

fusión nuclear,

capaz de generar más energía de la consumida: promete ser, al igual que el bosón de Higgs, una disrupción mayúscula a caballo entre dos siglos. Son destellos de lo que se está fraguando en el campo de la ciencia.

Salir de la pesadilla

Se han esgrimido muchos argumentos a favor y en contra de que la ciencia está o no atascada en sus propios pies, entre otras causas como consecuencia de la Ley de rendimientos decrecientes, según la cual es cada vez más difícil innovar en un contexto saturado de innovaciones.

Pero hay también un consenso tácito: es preciso repensar la ciencia y las políticas que la orientan porque, dada la crisis global en la que nos estamos metiendo, sin innovación disruptiva (y que llegue a tiempo) probablemente no sobrevivamos como especie en el próximo siglo. Tenemos que salir de la fase REM porque también es la fase del sueño en la que tenemos pesadillas.

Referencia

Papers and patents are becoming less disruptive over time

. Michael Park et al. Nature volume 613, pages138–144 (2023). DOI:https://doi.org/10.1038/s41586-022-05543-x.