Exilio científico

Rusia está expuesta a una fuga de cerebros por la invasión de Ucrania

El aislamiento internacional está desmantelando la capacidad investigadora del país

Científica rusa en su laboratorio de universidad.

Científica rusa en su laboratorio de universidad. / Peter the Great St.Petersburg Polytechnic University.

Eduardo Martínez de la Fe

Muchos científicos y universitarios de Rusia se están planteando emigrar y buscar nuevas oportunidades en otros países, ante el desmantelamiento de la investigación rusa por el aislamiento internacional. El exilio científico ya se está planteando en términos de asilo político, como en la guerra fría.

Rusia está expuesta a una fuga de cerebros como consecuencia de la invasión de Ucrania, destaca la revista The Scientist en un

documentado informe

sobre el estado de la comunidad científica rusa, después de que más de 8.000 científicos rusos y de habla rusa hayan firmado una

carta abierta

condenando las acciones de Putin, asumiendo el riesgo de que pueden ser procesados.

Los científicos consultados por la revista, que no representan necesariamente la opinión de todos los investigadores de Rusia, demandan apoyo para organizar su salida del país y encontrar un futuro profesional fuera de las fronteras rusas.

En su inmensa mayoría asumen como razonables las medidas de aislamiento que han acordado las principales instituciones científicas europeas y norteamericanas, pero señalan al mismo tiempo que merecen las mismas ayudas prometidas a los científicos ucranianos para salir del país y seguir con sus proyectos de investigación.

Situación compleja

Se trata de una situación compleja que divide a la comunidad científica, ya que por una parte consideran frustrante abandonar instituciones a las que han dedicado gran parte de su vida, mientras que por otra se resisten a separaciones familiares asociadas al exilio científico.

"La guerra en Ucrania ha acelerado los planes de muchos científicos que planeaban irse de todos modos, y algunos que nunca habían pensado en irse, ahora no ven la manera de continuar investigando en Rusia", destaca The Scientist.

Y añade: "las acciones del gobierno ruso estén desmantelando la capacidad de los laboratorios e institutos científicos para realizar sus investigaciones, así como las colaboraciones internacionales que tardaron años en construirse".

La crisis no afecta solo al personal investigador, que mantiene relaciones personales con colegas de otros países, incluso revisando artículos, sino también a los estudiantes universitarios, que también quieren en muchos casos continuar sus carreras en universidades de otros países y escapar así al control político de la ciencia en Rusia.

El Instituto de Física Lebedev de Moscú ha expresado su “apoyo incondicional” a la “operación militar especial” de Rusia en Ucrania.

El Instituto de Física Lebedev de Moscú ha expresado su “apoyo incondicional” a la “operación militar especial” de Rusia en Ucrania, ha sido objeto de sanciones que limitan sus actividades. / Lebedev Instituto de Física de la Academia Rusa de Ciencias.

Cerco a las instituciones científicas

El último episodio de esta cadena de medidas lo protagoniza la Sociedad Microbiológica Británica, la más grande de Europa, que publica cinco revistas científicas: ha anunciado que dejará de trabajar en artículos que hayan recibido financiación del gobierno ruso o cuyos autores estén afiliados a organizaciones que hayan apoyado públicamente la invasión de Ucrania.

Esta suspensión durará hasta el momento en que los microbiólogos ucranianos puedan continuar con su trabajo de manera segura, dijo el consejo de la Sociedad en un

comunicado.

La Sociedad Microbiológica, fundada en Gran Bretaña en 1945, es una de las más antiguas del mundo. Su primer presidente fue Alexander Fleming, el inventor de la penicilina. Publica cinco revistas especializadas: Journal of General Virology, Microbial Genomics, Journal of Medical Microbiology, Journal of Medical Microbiology y Microbiology.

“Esta medida significa que una gran cantidad de artículos recibidos por las revistas de la sociedad o sometidos a revisión por pares quedarán en suspenso indefinidamente hasta que los microbiólogos ucranianos puedan volver a trabajar de manera segura”, explicó Alexander Mulhern, jefe del departamento de la Sociedad británica, a la revista rusa de divulgación científica N+1.

Peor que en la guerra fría

La medida es especialmente relevante. Científicos británicos consultados por Tendencias 21 han destacado al respecto que ni siquiera en los tiempos más duros de la guerra fría se suspendió la publicación de artículos de científicos rusos.

Son medidas muy meditadas que se toman por unanimidad y que pueden ser el inicio de un camino que pueden seguir otras comunidades científicas británicas, según estas fuentes.

Pero no ha sido la única medida de ese calibre: los editores del Journal of Molecular Structure, publicado por Elsevier, la mayor editorial de libros de medicina y literatura científica del mundo con sede en Amsterdam, también han decidido excluir temporalmente los manuscritos escritos por científicos que trabajan en instituciones rusas.

Asimismo, Clarivate, la empresa que calcula el impacto de los artículos científicos, y que mantiene la base de datos Web of Science, ha suspendido todas las evaluaciones de envío de revistas nuevas de Rusia y Bielorrusia para la base de datos, al mismo tiempo que ha detenido toda actividad comercial en Rusia, destaca The Scientist.

Aislamiento abrumador

Después de que las tropas rusas invadieran Ucrania, muchas organizaciones científicas mundiales, como el CERN de Ginebra, el MIT norteamericano o las principales instituciones científicas de diferentes países europeos, especialmente de Alemania, Francia, UK, Italia y España, han emitido declaraciones condenando la invasión y exigiendo la retirada de las tropas rusas, así como han suspendido cualquier colaboración con científicos rusos y de Bielorrusia, aliada en la invasión.

Esta situación no ha hecho sino empeorar, destaca The Scientist. La Sociedad Europea de Cardiología ha suspendido también a los miembros rusos y bielorrusos y excluido de sus eventos a los profesionales que trabajan en esos países.

Y después de que cientos de rectores de universidades en Rusia publicaran una carta el 3 de marzo expresando su solidaridad con el Kremlin y el presidente Vladimir Putin, la Asociación de Universidades Europeas, que apoya a más de 850 instituciones de educación superior en 47 países, y el Consejo Europeo de Investigación, una institución paneuropea de financiación creada para sufragar la investigación e innovación en la Unión Europea, suspendieron la membresía de las universidades rusas participantes.

El gobierno de Rusia, al margen de estos movimientos telúricos que sacuden a la comunidad científica, ha prohibido a sus investigadores participar en conferencias internacionales y emitió una carta el 19 de marzo en la que afirma que el avance profesional de los científicos rusos no se verá afectado por publicar menos artículos, por no presentarse en conferencias internacionales y por perder fuentes internacionales de financiación de sus investigaciones.

Exilio y asilo político

Además, el director del programa espacial de Rusia, Roscosmos, ha afirmado que, debido a las sanciones europeas contra su agencia, no es posible la cooperación con Europa en programas espaciales.

Y la revista Science añade que un proyecto de rastreo de vida silvestre basado en esta cooperación, que utiliza datos obtenidos de un satélite en la Estación Espacial Internacional, también se ha detenido.

Arthur Caplan, bioético de la Universidad de Nueva York y fundador de la División de Ética Médica, citado por The Scientist, plantea un mensaje que recuerda los peores momentos de la guerra fría, cuando mucha gente quería escapar de las fronteras soviéticas.

Dice lo siguiente: “Creo que tenemos el deber de ayudar a cualquier médico o científico ruso que quiera solicitar asilo en Occidente. Además, se debe permitir y alentar a cualquier estudiante o académico ruso en Occidente que desee solicitar asilo”. El exilio científico se está asimilando al asilo político.