Tecnología militar

Los misiles hipersónicos pueden decidir el desenlace de la guerra de Ucrania

Rusia podría testarlos en el conflicto ucraniano antes de convertirlos en armas nucleares

Modelo de avión ruso  MiG-31.

Modelo de avión ruso MiG-31. / Alex Beltyukov.

Eduardo Martínez de la Fe

La tecnología de los misiles hipersónicos, todavía no contrastada, puede encontrar en Ucrania el escenario en el que Rusia la pruebe antes de convertirla en un arma nuclear capaz de alcanzar Europa, en menos de 10 minutos, con bombas más potentes que las de Hiroshima.

Rusia está aprovechando una ventaja tecnológica significativa para marcar el paso en la guerra de Ucrania. No se trata solo de la superioridad militar que ostenta frente al ejército de Ucrania, sino de la capacidad de golpear primero a países europeos, incluso con armas nucleares, y de neutralizar una respuesta equivalente por parte de la OTAN, según aseguró Putin en 2018.

Todo gira en torno a una nueva tecnología, los misiles hipersónicos, llamados así porque alcanzan una velocidad de hasta cinco o seis veces la del sonido (March 5 o Mach 6), frente a la velocidad máxima de los misiles convencionales, que es de Mach 1.

Los misiles hipersónicos viajan demasiado rápido para ser detectados (a unos 6.000 kilómetros por hora) y además vuelan a una trayectoria menos profunda que un misil balístico tradicional. Asimismo, pueden interceptar misiles convencionales y destruirlos antes de que alcancen su objetivo.

Los misiles balísticos intercontinentales actuales también son capaces de alcanzar velocidades hipersónicas, pero siguen una trayectoria parabólica predecible y por ello son más fáciles de rastrear e interceptar.

Desafío tecnológico

El problema radica en que Estados Unidos tiene un retraso de tres años en los desarrollos tecnológicos relacionados con los misiles hipersónicos, frente a lo que han conseguido ya tanto Rusia como China. La OTAN es vulnerable ante estos posibles ataques. Y una escalada en Ucrania aumenta los riesgos para Europa y Estados Unidos,

destaca

Le Monde Diplomatique.

Actualmente, Estados Unidos, China y Rusia compiten para desarrollar los misiles hipersónicos de largo alcance más efectivos: China incluso ha conseguido un misil capaz de enviar contramedidas yendo a velocidad hipersónica, sin que nadie sepa cómo lo ha logrado, según

informa

Financial Times.

Corea del Norte se ha sumado a esta carrera, ya que el pasado enero probó con éxito un misil hipersónico, la segunda prueba de este tipo: la primera fue en septiembre de año pasado.

Hay dos tipos de misiles hipersónicos: los planeadores y los de crucero. Los planeadores reciben el impulso inicial de un misil balístico del que se desprenden. Los de crucero cuentan con un motor propulsor.

La batalla tecnológica de los misiles hipersónicos gira en torno a dos ejes principales: los motores empleados para propulsarlos (que consiguen combustión hipersónica), y los planeadores hipersónicos, que se colocan encima de un propulsor de misiles balísticos o de un sistema de cohetes y se impulsan a velocidades de hasta Mach 20. Ambos ejes tecnológicos están en fase de desarrollo.

La línea roja denota la trayectoria no parabólica de un arma hipersónica.

La línea roja denota la trayectoria no parabólica de un arma hipersónica. / Space Development Agency. USA.

Dudas sobre su eficacia real

La revista Interesting Engineering

destaca

al respecto que es crucial gestionar la resistencia atmosférica durante el desarrollo de un arma hipersónica, porque, a medida que avanza por el aire, enfrenta una resistencia proporcional a su velocidad.

La resistencia no solo ralentiza al arma, sino que también contribuye a aumentar la temperatura de la aeronave y del aire circundante. Este calentamiento puede ser tan intenso a velocidades hipersónicas que puede hacer que el aire circundante se ionice, se vuelva químicamente reactivo y degrade la superficie del misil.

Integridad amenazada

Además, un objeto que vuela más rápido que la velocidad del sonido genera una capa móvil de aire denso conocida como onda de choque que potencia este efecto.

A velocidades hipersónicas, esta onda de choque obliga al aire químicamente inestable a alta temperatura a entrar en contacto cercano con la superficie del arma.

Estos factores amenazan la integridad del arma y, por lo tanto, plantean desafíos importantes para el diseño de misiles hipersónicos, concluye la citada revista.

Ucrania, ¿escenario experimental?

Scientific American también

muestra cautela

ante estas armas hipersónicas. Dos destacados expertos en sistemas de armas aseguraron el año pasado que las armas hipersónicas pueden tener ventajas en ciertos escenarios, pero niegan que constituyan una revolución en las tecnologías bélicas.

Añaden que muchas de las afirmaciones que han hecho las diferentes potencias sobre los misiles hipersónicos son exageradas o simplemente falsas, a pesar de lo cual estos discursos han aumentado las tensiones entre Estados Unidos, Rusia y China, impulsando una nueva carrera armamentista y aumentando las posibilidades de conflicto.

En este contexto, Ucrania podría ser el primer escenario de prueba de estas armas, derivado de esta tensión entre potencias. La revista Fortune

desvela

al respecto que Rusia ha desplegado misiles hipersónicos en el Báltico con capacidad de alcanzar no solo Ucrania, sino también diferentes capitales europeas.

Citando medios estatales rusos, la revista indica que varios jet MiG-31K Foxhound, que transportaban misiles hipersónicos de ataque terrestre Kinzhal, han aterrizado en Kaliningrado, un enclave ruso en el Mar Báltico que limita con Polonia y Lituania.

Al alcance de Europa

El misil Kinzhal tiene un alcance de 2.000 kilómetros, puede alcanzar la velocidad Mach 10 y llegar a la mayoría de las capitales de Europa Occidental y Ankara en menos de 10 minutos. También tiene la capacidad de realizar maniobras evasivas en cada etapa de su vuelo, para eludir defensas antimisiles.

Aunque tiene la capacidad teórica de transportar una ojiva nuclear con una potencia que multiplica hasta por 33 la de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945, nunca se ha verificado que técnicamente eso sea posible, aclara Fortune.

En cualquier caso, este despliegue, concluye la revista, tendría la intención de ser una advertencia deliberada a la OTAN: una amenaza de represalia demoledora si considera intervenir contra la invasión rusa en Ucrania.

Eso no impide que los misiles Kinzhal puedan ser utilizados experimentalmente como armas convencionales en la guerra de Ucrania, sin necesidad de escalar a un conflicto nuclear con la OTAN. Sería una forma de testar su eficacia y eventuales debilidades sobre el terreno, y confirmar así la ventaja rusa en esta competencia tecnológica entre potencias.