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Gonzo: "El primer motivo de autocensura en una empresa periodística son las condiciones laborales"

Gonzo en la sede de la productora Producciones del Barrio (Esplugues de Llobregat).

Gonzo en la sede de la productora Producciones del Barrio (Esplugues de Llobregat). / RICARD CUGAT

Érase un chico de aldea poco dado a lo social pero dotado de un resorte infalible: contra el retraimiento, hablar. Hablaba hasta dormido, leía y no escribía mal; la curiosidad era su forma de vida. De sus mayores allá en la Mariña Lucense, tierra de herreros, aprendió el arte de “crear buen clima”, y hete aquí que lo pusieron en la tele (CQC, El Intermedio) como reportero de calle o mosca cojonera, a incomodar. Gonzo (Vigo, 1976) sigue siendo aquel loco bajito, ser pequeño es clave, pero hoy dirige el mejor programa periodístico de las televisiones de España, Salvados, cuya nueva temporada arranca el 15 de enero.

-¿Hay algo que le dé mucha vergüenza (personal, no vale la ajena)?

Muchas cosas, pero sobre todo que me halaguen: convivo mal con el halago, y con el Caiga (CQC) hasta tuve que dejar de salir de noche.

-¿Pretende que me crea que es usted tímido?

No exactamente, pero me cuesta entrar en el proceso socializador, lo paso mal cuando tengo que ir a conocer a alguien. Entonces hablo para superarme, para no sentirme observado.

-¿Algún desplante que no le haya hecho reír en absoluto cuando era el más intrépido reportero de las televisiones (a continuación lo fue en El intermedio)?

Han llegado a pegarme, me han echado de muchos sitios, pero eso era lo que buscaba: incomodar. Era la motivación del programa.

-¿La impasibilidad se la trabaja o es puro ADN gallego?

Es una forma de ser y es galleguidad, también.

-¿Y el atrevimiento, venía de fábrica o acaso se mimetizó con su personaje, el Gonzo de los Teleñecos, tan torpe como intrépido y extraterrestre?

No, me pusieron el mote solo porque éramos muchos fernandos en clase (Fernando González González). Más que atrevido soy inconsciente. Cuando veo la adrenalina me siento atraído y no pienso en las consecuencias, y esto funciona muy bien en televisión.

-Y hete aquí que le conceden la gran pieza, la gran entrevista de las teles, Salvados. Además de la humildad, plus su incólume acento gallego, ¿maneja alguna otra clave para generar el espejismo de confianza en sus entrevistados?

Hay algo, sí, y creo que es que la gente se siente escuchada. Siempre me ha ocurrido entre mis amigos. La directora de El método Gonzo me decía que mis ojos decaídos y tristones tenían mucho que ver, y mi sonrisa (de labios finos), puede que también. Intento que la gente se sienta cómoda, sienta mi respeto. Un invitado llega y se encuentra un equipo de ocho personas y cuatro cámaras, pongamos, y hasta el más altivo se empequeñece, y una entrevista de pequeño a grande nunca funciona bien. Para hacer una pregunta molesta necesito sentir una relación cordial con el personaje. Es decir, no soy un cabrón. Han llegado a decirme, puedes venir a mi casa cuando quieras, pero jamás te daré otra entrevista.

-¿Se considera pues un buen tipo?

Vengo del rural-rural y mis padres y abuelos (de Riotorto, Lugo, terra de ferreiros) me enseñaron a crear siempre un buen clima, como forma de vida, para poder conseguir a la larga un beneficio, en una feria, en la vecindad.

-Además de coquetería en grado sumo, ¿qué encontró en esta otra gallega de célebre galleguidad como la ministra Yolanda Díaz?

Que sabe generar espacios de confianza, y en ello se esfuerza de continuo. Díaz es distinta a todos los demás políticos, y no es casual que sea la mejor valorada siempre en las encuestas. Sabe crear el clima necesario para negociar, en las situaciones más duras.

Gonzo en la sede de la productora Producciones del Barrio (Esplugues de Llobregat).

Gonzo en la sede de la productora Producciones del Barrio (Esplugues de Llobregat). / RICARD CUGAT

-¿Qué pregunta le haría llegar a Putin si pudiera?

Hummmmm, sí: "¿Qué beneficio tiene para su pueblo la invasión de Ucrania? ¿Y para usted?"

-Una sobre el último programa: el alcoholismo parece ser algo histórico y endémico en España. Oiga, ¿será ésta la razón última de nuestra leyenda negra?

Teniendo en cuenta que este país sufre un serio problema de alcoholismo, somos de los pueblos que mejor beben. Somos un país de bebidas fermentadas, que se prestan a una ingesta lenta, frente a los países de destilados, rápidos. Creo que el problema podría mejorarse si el alcohol no tuviera este trato preferencial frente a otros productos adictivos o drogas; es decir, si las bebidas incluyeran información nutricional como el resto de productos en un súper. No defiendo una política paternalista sobre el alcohol, pero sería interesante que la gente sepa qué está haciendo, qué se está metiendo al cuerpo.

-Sanitarios, camioneros, policías y hasta bomberos, pero ¿por qué nadie en los medios habla nunca de la miseria que vivimos los periodistas? ¿Nos da pudor?

No, pero ¿nosotros hablando de nosotros mismos, transmitiendo a la gente nuestra penuria…? A mí me daría muchísimo pudor, me parecería endogámico, sí. Solo justificaría hablar del periodismo como parte activa de la crispación que sufrimos, ahí sí me parece necesario mirarse al espejo.

-Dos por una: ¿Tiene sentido hacer periódicos de papel en un país donde ya no hay quioscos? ¿Quién gana dinero hoy en los medios, aparte de los cuatro famosetes vocingleros que ni son periodistas ni ná, en éste el reino de los ná de ná?

La responsabilidad es nuestra: hemos aceptado demasiadas cosas. Somos la profesión con menos huelgas y manifestaciones habidas, y ¿cuántos medios tienen sindicato?, ¿y comité de empresa de facto? El primer motivo de autocensura en una empresa periodística son las condiciones laborales: no somos libres, lo que recibimos a cambio de nuestro trabajo no nos permite serlo. Y esto es una victoria del poder económico, o sea del poder en sí, que en los años 80 no creo que hubiera sucedido.

-Empezó con el milenio y a los 8 años ya tenía un programa en Antena 3 con nombre propio, ¿siempre fue un triunfador?

No, fue una lotería. Yo estaba en RTVE de Galicia, año 2005, cuando una conocida me llama y me dice que en CQC les hace falta un reportero. Ella les había hablado de un colega periodista que estaba como una cabra y… llama, tú llama, me dijo. Y yo, en plan epatante para ligarme a la chica más guapa de la tele (que hoy es su mujer y madre de sus dos hijos), llamé y fui fardando de que me habían hecho una prueba en el Caiga. Inmediatamente después de aquella prueba, ese mismo viernes, me encontraba a bordo de un avión destino a Buenos Aires vestido con el traje de CQC: viaje oficial de Zapatero en visita a Raul Alfonsín, y yo, que detestaba las cámaras, me veo de pronto apuntando con un micro al presidente argentino, tan admirado por mi familia de emigrantes, diciéndole: “Señor Alfonsín, presidente, le voy a contar un chiste de argentinos”.

-Dice en cambio que le costó sacarse esa carrera tan absurda y facilonga que es el periodismo. ¿Acaso se llevaba mal con los curas? Porque ¡estudió en la Pontificia!

Estudié en la Ponti porque en Xornalismo de Santiago pedían un 8,5. En cambio en Salamanca hacías un examen de ingreso y no resultaba cara, así que llegué a un acuerdo con mis padres: estudiaba y en verano me ganaba los cuartos en la Citroën.

-Como dirían los comentaristas de Franco, ¿ya era usted un “periodista de raza”? ¿De dónde le venía la vocación?

No, no, la raza me la ha dado el ejercicio de la profesión. Lo que se me daba bien era hablar, expresarme, y leer y escribir. Y que soy muy infantil: el periodismo es el oficio que más premia ser como un niño: curioso, anticonvencional, antinormativo, buscando ir más allá y que encima la gente esté pendiente de ti. Y yo soy muy infantil, me lo dicen hasta mis hijos.

-Vigo capital Lisboa: usted no vivió la movida, pero ¿de algún modo se siente heredero de aquello? ¿Mamó de aquello?

Más que mamar, sufrí las consecuencias de los 80 en Vigo, aquella plaga de heroína a tutiplén. Fuimos niños víctimas de los yonquis, sabíamos que bajar al centro, desde mi barrio de As Travesas, por no hablar del colegio en Teis, suponía que te iban a palear la chupa, el reloj, las zapas, lo que fuera. Pero mi generación tuvo la suerte de haber visto con distancia los estragos de aquella y otras drogas, que llegado un punto, te joden la vida. Por lo demás, me siento parte de la ciudad, afortunado de haber nacido en un Vigo cosmopolita, culto, hip-hopero y electrónico, de libertad y oportunidades. Nos hemos beneficiado de la ciudad de la Citroën, donde durante varios veranos me sacaba salarios de más de 200.000 pesetas y por un sábado te daban 14.000.

-¿Y ahora?, ¿se siente afortunado de haber entrado en la selecta cuadra de los Terrat, los del Barrio y demás productores del Baix Llobregat? ¿Es usted the new charnego in town?

No, no me siento así, como tampoco soy un gallego en Madrid ni un aldeano en Vigo. Sí tengo mucha envidia de la infraestructura o el polo audiovisual que los que mencionas han sabido crear en el Baix Llobregat, allí mismo donde viven, generando empleo, productos bien hechos, escuela… ¡Qué bien se lo han montado, hay que reconocérselo!