Tú y yo somos tres
Cerrar cadenas de TV a golpes de chorizo
Ferran Monegal
No para de dar titulares. Es un prodigio. En sus apariciones televisivas se presenta chulesco, insultador y prepotente. Intelectualmente hablando parece justito. Pero sobre todo es un perfil de criatura que merece figurar con premio gordo en la zona más rancia y casposa de la ‘celtiberia show’.
Estamos hablando del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, el político de Vox
Juan García Gallardo. Su última aportación televisiva fue el otro día cuando un ‘pool’ de periodistas le entrevistaba en una exposición de selectos embutidos de Castilla. Dirigiéndose a los de La Sexta dijo: «Llévenle este chorizo a su amigo
Wyoming, que de chorizos sabe un montón porque defraudó medio millón de euros a la
Hacienda Pública
».
¡Ah! Recuerdo perfectamente ese tropezón de Wyoming con Hacienda. Lo contó él mismo en ‘La Sexta noche’ el 25 de octubre de 2014. Dijo: «Me han metido un puro que no veas». Y relató lo sucedido, que es lo mismo que les pasó a muchas estrellitas televisivas que en lugar de facturar por su trabajo como personas físicas, lo hacían como personas jurídicas.
Era una práctica habitual y permitida. Hasta que el ministro Montoro lo prohibió, y les cobró además con efectos retroactivos. Eso les pasó a un buen número de famosos. Y pagaron con intereses y multa incluida. O sea que la interpretación de García Gallardo es torticera: la música existió pero la letra que le pone es tramposa.
Al margen de esta anécdota, ha sido mucho más meditable lo que dijo García Gallardo acerca de la cadena, de
La Sexta
: «Está encaminada, enteramente, a contaminar la convivencia. Hay que comenzar a revisar los contratos de los profesionales». Liga esta advertencia con lo que dijo paralelamente el diputado Jorge Buxadé, su compañero de partido: «En algún momento Vox estará en el Gobierno y revisará las concesiones del dominio radioeléctrico».
¡Ah! Qué curioso; eso es lo que precisamente ha hecho Maduro en Venezuela. Lleva años revisando el espacio radioeléctrico y cerrando medios de comunicación a toda pastilla. O sea que las ideologías extremas, de ultraderecha y de ultraizquierda, confluyen. Cerrar lo que no gusta, eliminar la crítica y permitir solo a los que adulan, es una pulsión típica del totalitarismo.
Lo de
Vox
está clarísimo, chorizos incluidos. Hay otros, situados en otros extremos, que piensan lo mismo. Son más astutos. Esconden el chorizo.
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