Casa Real

Juan Carlos I: sexo, dinero y cintas de audio

El documental de HBO 'Salvar al Rey' construye el retrato de un monarca con gran apetito económico y amoroso que se creía impune

Queca Campillo, Corinna Larsen y Bárbara Rey.

Queca Campillo, Corinna Larsen y Bárbara Rey.

Daniel G. Sastre

Hay dos momentos de 'Salvar al Rey', el nuevo documental de HBO, muy significativos en cuanto a la manera en que Juan Carlos I abordaba sus dos grandes pasiones, el dinero y las mujeres. El primero es cuando, durante una entrevista al principio de su reinado, recuerda algunas penurias de su infancia. "Sé que mi madre, cuando yo era muy pequeño, cuando tenía tres años y aún vivíamos en Roma, había meses que no tenía dinero para pagar el alquiler del piso. Tuvo que vender sus joyas para poder sobrevivir". Es posible que esas carencias -fuera cual fuera su magnitud real- marcaran la bulímica relación del monarca con las riquezas. En el documental llega a afirmarse que era dueño de una máquina para contar billetes.

El segundo es una frase de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la mujer por la que Juan Carlos cometió las tropelías financieras más toscas y la relación que, a la postre, colmó el vaso de la paciencia de quienes rodeaban al rey y les convenció de que debían poner en marcha un plan para que abdicara. Dice Corinna: "Con el tiempo me di cuenta de que no era fiel a nadie, incluida yo. Y también me di cuenta de que no solo vivía una doble vida, sino que llevaba múltiples vidas, y asumir eso no es fácil para nadie. Yo no quería formar parte de un harén, y al final nos hicimos íntimos. La relación romántica acabó convirtiéndose en una gran amistad".

Corinna representa la suma de las dos pasiones de Juan Carlos, porque además de ser su amante -se le acondicionó una casa en los terrenos de La Zarzuela para que viviera allí con su hijo-, la empresaria alemana ejerció de intermediaria del entonces rey en varios negocios. Las citas con la última de las "amigas", en la terminología que utiliza el documental, del exmonarca no tenían nada que ver con la primera que identifica la cinta, que es la menos conocida para el gran público: Queca Campillo.

Entre los documentos sobre los que está construido 'Salvar al Rey' ocupan un papel principal las cintas grabadas por Campillo, fallecida en 2015, a modo de 'audiodiario'. Actúan como hilo conductor e instruyen desde el principio al telespectador desprevenido del 'modus operandi' de Juan Carlos: tanto en materia pecuniaria como en asuntos amorosos, creía estar por encima de la ley. Quizás por la inviolabilidad que le otorgaba la Constitución, que, como critica el juez José Castro en uno de los capítulos, en su caso equivale a impunidad.

Una furgoneta en Torrelodones

Desde que el rey ve a Campillo cuando está cubriendo un acto como fotógrafa empieza una relación que en ocasiones se desarrolla en escenarios grotescos. "No teníamos sitio, y nos veíamos entrando por Torrelodones, en un camino que al final del todo da a la parte de atrás de Zarzuela. Nos veíamos en una furgoneta que tenían", desvela en una de las cintas que grabó antes de morir.

Con todo, Queca Campillo, que se convirtió en una integrante habitual de la comitiva de informadores que viajaban junto a Juan Carlos en los desplazamientos oficiales, nunca llega a hablar mal del exmonarca. Sí lo hace de su esposa Sofía, de quien se queja de que no dejaba trabajar a gusto a los fotógrafos. "La reina Sofía siempre nos ha puesto unos problemas para trabajar impresionantes. Es una mujer estupenda, una profesional como todo el mundo dice, me parece muy bien, pero siempre decía: ‘demasiados fotógrafos’, ‘demasiadas cámaras’, luego que ‘muchos flashes’".

Tampoco dice nada malo, ni bueno, Marta Gayá, de quien el documental da por hecho que también fue amante de Juan Carlos. La moto que sale en 'Salvar al Rey' evoca las legendarias escapadas para huir de sus escoltas que fueron la comidilla de toda Mallorca durante años. En ese momento, el silencio generalizado sobre sus aventuras, tanto las fiscales como las amorosas, permitía al monarca actuar sin dar explicaciones. Y esa falta de control hizo que cada vez fuera más audaz y cada vez tomara menos precauciones.

Un chantaje de 600 millones

La siguiente integrante de la lista rosa de Juan Carlos, según el documental, es Bárbara Rey. En este caso, 'Salvar al Rey' sirve para confirmar las insinuaciones que la actriz y vedette llevaba años lanzando en programas de televisión: que no solo había tenido una relación amorosa con el exmonarca, sino que disponía de pruebas. En esta ocasión, las pruebas también son las grabaciones de unas charlas entre ambos -en algunos casos parecen casi entrevistas, más que conversaciones, como cuando critican a José María Aznar- que, a decir del reportaje, le acabaron reportando 600 millones de euros a cambio de que no vieran la luz. "¿A las tres menos cuarto te va bien que llegue?", le pregunta el entonces rey en una de ellas. "Te quiero mucho", le dice en otra, como se puede comprobar una vez que esa cháchara se ha hecho pública.

Pero con Corinna llega el punto de inflexión. Si 'Salvar al Rey' cuenta la historia de cómo los servicios secretos, los partidos políticos y los poderes fácticos unieron fuerzas para soslayar los deslices de Juan Carlos, en este último episodio de su vida se hace evidente que algo tiene que cambiar para que nada cambie. Es decir: que para salvar la monarquía hay que sacrificar a un rey que estaba fuera de control

La figura de Felipe VI apenas se toca en 'Salvar al Rey'. Quizás no se merezca un juicio tan crudo, o quizás haya que esperar a que abdique para verlo en una gran plataforma como HBO.