LIMÓN & VINAGRE

La marquesa ‘socialité’ se corona reina

En la monarquía de las ‘celebrities’, Isabel Preysler ha abdicado en una de sus tres hijas, la chef, diseñadora y colaboradora de TV de la que Netflix acaba de estrenar una serie

Tamara Falcó en Limón & Vinagre.

Tamara Falcó en Limón & Vinagre. / EPE

Jorge Fauró

Jorge Fauró

Desde su púlpito de Instagram, Tamara Falcó Preysler (Madrid, 40 años) oficia a la perfección el rol de celebridad. A las fotografías que la chef va añadiendo a su perfil, se acompañan descripciones con la parquedad a que obliga este nuevo lenguaje a caballo entre la publicidad y el mundo idílico que a menudo transmiten los usuarios de este canal.

Entre primeros planos, selfis, asistencias a bodas y conciertos y encuentros con amigos, van lloviznando las marcas que encuentran en la sexta marquesa de Griñón un filón para sus intereses comerciales, en la seguridad de que sus clientes y clientas quieren ser como ella o imitar una vida de lujo y oropel, aunque sea en las redes. En Instagram, como se sabe, todos simulamos ser millonarios y llevar una biografía de ensueño. Tamara Falcó no necesita aparentarlo. Es todo eso. Su perfil de instagramer está alimentado de cosméticos, perfumes y complementos, esmaltes de uñas, hoteles spa, mandiles de cocina, sombras de ojos o resorts de lujo, todo etiquetado y redirigido a sus correspondientes marcas para un mercado de 1,3 millones de followers. Por comparación con otros ‘compañeros del gremio’, Quique Dacosta, no llega a 340.000 seguidores, Subijana ronda los 6.000 y el que dicen mejor cocinero español de la historia, Ferrán Adriá y su Fundación El Bulli, apenas sobrepasa los 74.000. Ninguno de ellos promociona los zapatos que visten en las fotos.

Ni una receta a la vista en el perfil de la ‘celebrity’. Ni falta que le hace. A Tamara Falcó, oficialmente chef, solo le faltaba un reality, y ya lo tiene en Netflix desde el 4 de agosto, La marquesa, título que heredó de su padre, Carlos Falcó, el difunto marqués de Griñón, segundo marido de Isabel Preysler. A efectos de presencia social, lo que en la época dorada de las revistas del corazón se engarzaba en el ‘reino del couché’, Tamara Falcó ya no es marquesa, sino reina, poseedora de un cetro que por derecho alzaba su madre hasta la irrupción de su hija en aquella final de Master Chef Celebrity de la que salió ganadora en 2019. Aquel día, la Preysler se convirtió en reina madre y abdicó en favor de Tamara, que se ganó la simpatía y la admiración de los más descreídos. Dios salve a la reina.

Sin embargo, bajo esta capa de milimetrada frivolidad, no todo es lo que parece, y desde una aparente superficialidad que solo deja ver las cáscaras, se oculta una manera de hacer negocio alabada por publicaciones como Forbes. Para algo estudió el bachillerato y la carrera de Comunicación en Massachussets, se formó en moda en Milán y obtuvo el master de Visual Merchandising por la Universidad de Navarra. Su profunda religiosidad a punto estuvo de hacerla vestir los hábitos, pero «Dios me dio un novio», el diseñador de coches Íñigo Onieva. Para evitar suspicacias, nada más ganar Master Chef se formó en Le Cordon Bleu de Madrid, que la acreditó como profesional en el campo de la cocina.

Tamara Falcó, en una imagen de 'La marquesa' de Netflix.

Tamara Falcó, en una imagen de 'La marquesa' de Netflix. / NETFLIX

Su padre vio en ella suficiente potencial para mantener el foco en las empresas de la familia y concederle el marquesado. No falta de cualidades para hacer dinero, su nombre y su agenda han hecho el resto. De hecho, el reality de Netflix se antoja la mejor excusa para la promoción de su proyecto más inminente, ‘El Rincón’, un restaurante que, pese a los consejos de su madre de ubicarlo en el corazón gastronómico del barrio de Salamanca en Madrid, la calle Jorge Juan, acabará abriendo en Aldea del Fresno, a 54 kilómetros de la capital, en uno de los palacios que le dejó su padre en herencia y que constituye la joya inmobiliaria de la familia, en venta hasta el año 2020.

Aprovechando su éxito en el programa, lanzó un libro de recetas y creó su propia línea de moda, TFP by Tamara Falcó, y entró directa a la lista Forbes de Best Influencers 2021. Utiliza su fama para apoyar a empresas de la familia, como los proyectos de moda de su hermana Ana Boyer, la rama vinícola de su hermana Xandra Falcó o la firma de decoración en que colabora su hermana Chábeli Iglesias.

Tan potente ha sido la eclosión social del personaje que a veces olvidamos que es la tercera hija de un grande de España; lo que representa su madre en el mundo de la ‘socialite’; que el primer marido de ésta es el cantante que más discos en español ha vendido en todo el mundo; y que su actual padrastro es nada menos que un Premio Nobel de Literatura. Mario Vargas Llosa, que en los primeros actos sociales a los que acudía con Isabel Preysler pensaba que la algarabía formada en su derredor obedecía a su estatus de nobel, entendió pronto que la causa del alborozo era su esposa. Y ahora, la cuarta hija de ésta.

Superada la etapa en que Belén Esteban se erigió en ‘princesa del pueblo’, las clases medias ya tienen otro referente en que reflejarse. Lejos de la vulgaridad, esta es aristócrata de verdad por decisión de la reina Isabel II desde 1862.