Tú y yo somos tres
La crítica de Monegal: El pánico de Cristina Cifuentes: ¿las motos o el PP?
Ferran Monegal
Sigo opinando que este programa que escenifica delante de las cámaras el miedo, el terror, el pánico de alguien (‘Los miedos de...’, Cuatro) es una buena idea, pero está mal ejecutada. Esta semana a la que fue presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, le han dicho: «Te vamos a ayudar a vencer tu pánico a las motos». Y la han llevado a una escuela de ‘motards’, le han puesto un casco, la han montado en una motocicleta, y después de mucho nerviosismo y balbuceos finalmente ha dado una vuelta al circuito, ella sola, y al concluir ha exclamado: "¡Lo conseguí, estoy liberada!".
¡Ahh! Ha sido hermoso, no lo niego, pero me parece que se han equivocado. Llevo años siguiendo con mucho interés la biografía política y existencial de esta señora, y creo que no es a las motos a lo que tiene pavor. Es verdad que tuvo un accidente de motocicleta grave, hace ocho años atrás. Pero, afortunadamente, lo superó y salió sana y salva. Creo que lo que le debe de dar verdadero terror es el Partido Popular, en el que desempeñó altos cargos hasta que acabó estrellada en la cuneta, sin casco de protección. De aquel golpe de la guillotina interna del PP –incluido un dudoso máster y unas cremas de belleza que se llevó del Eroski– es de lo que no se ha recuperado. De modo que este programa de Cuatro lo que debería haber hecho es llevarla a la sede de la calle Génova. Quizá ahora, bajo el mando de Feijóo, su terror se apaciguaría. O aumentaría más. Lo dice un refrán gallego: "O lobo muda o cabello, mais os dentes non".
HABLANDO DEL ‘CANIS LUPUS’. he visto esta semana un ejercicio interesante en el ‘30 minuts’ de TV-3. Han engarzado dos ediciones. La primera hablando del jabalí. La segunda, del lobo. Al jabalí la civilización lo ha transformado en una triste especie de descuidero que hurga en las basuras y contenedores. Así le va: como bestia salvaje se ha apelmazado enormemente. El lobo es otra cosa: mantiene su carácter y fiereza. Es un salvaje de verdad, auténtico, como en aquel documental, clásico de la tele, ‘El paso del río Mara’, donde vemos a los cocodrilos matando gacelas para comer y también matando por placer. En el ‘30 minuts’ nos enseñaron cómo deja el lobo los rebaños: mata por hambre y mata por satisfacción. Está en su ADN. Y sobre todo lo que vemos es que el lobo no se mimetiza nunca con el género humano. Es al revés.
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