PRESUNTO ATAQUE TERRORISTA EN ALGECIRAS

El detenido en Algeciras ya fue expulsado de una mezquita por sus modos violentos

Los cinco minutos de silencio por el fallecido exhiben la tensión en una ciudad rota por el dolor tras el asesinato del sacristán de La Palma y el ataque al sacerdote de San Isidro

Así es Yasin Kanza, el detenido por el asesinato del sacristán y el ataque a las iglesias en Algeciras

Yasin Kanza, detenido por el asesinato del sacristán y el ataque a las iglesias en Algeciras al grito de "Alá es grande" / PI Studio

Sobre el suelo una inscripción deja entrever la palabra "tolerancia". El resto del mensaje lo tapan las velas encendidas y los ramos de flores. A las doce en punto, al son de las campanas de la Iglesia de la Palma, que asistió ayer sobre las ocho de la tarde al asesinato de su sacristán, Diego Valencia, los vecinos de Algeciras dejan sentir su conmoción. En primera fila sus familiares no pueden controlar el llanto. "Criatura, con lo buena persona que era, kanle ha tenido que tocar a él", dice una feligresa de la iglesia visiblemente emocionada. El otro herido, el sacerdote salesiano Antonio Lucena, está grave pero evoluciona bien.

Varios representantes de la comunidad islámica han asistido al homenaje al sacristán asesinado y piden hablar con los medios de comunicación. Quieren dejar claro que "el islam no es violencia". En Algeciras (122.000 habitantes) hay seis mezquitas, Omar Khemlani está al frente de una muy cercana a la iglesia de la Palma, en la calle Montero Ríos, y la que tiene mayor tamaño en la ciudad. Nadie en la comunidad islámica, que suma entre 15.000 y 20.000 personas en la ciudad, reconoce al joven magrebí detenido. Hará unos diez días que ya fue expulsado de otra mezquita por “mal comportamiento”. “Llegó con exigencias y malos modos y lo echaron”, confirma Khemlani. Hasta ahora la ciudad, recuerda Khemlani, ha sido un ejemplo de convivencia. “Reto a cualquier persona a que busque en el Corán donde se incita a la violencia, esa no es nuestra religión”, zanja, tras dar el pésame de todas las formas posibles a los familiares del fallecido.

Khemlani asegura que el detenido era "un recién llegado" y dice con seguridad que no formaba parte de la comunidad islámica de Algeciras ni era conocido. Él lleva 30 años en la ciudad, 40 en España procedente de la India, y sabría quién era, dice. No obstante sí informa de que había sido expulsado de la mezquita próxima al Puerto, hace algo más de una semana.

La pena sacude a Juan José Marina, vicario general y párroco de La Palma, que viene desde ayer declarando que era él quien debía estar en lugar del sacristán asesinado. El alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, pone orden. Hay momentos de reproches de los feligreses de la Iglesia a la comunidad islámica que quiere dejar claro en primera fila la condena del asesinato. "Para nosotros es igual de doloroso o más, porque lo pagamos el doble. Esto es una vergüenza para la comunidad marroquí. Era un pescado podrido y punto", grita Bouchra Elkazini, casada con un español y vecina de la ciudad desde 2006.

Autoridades de todas las administraciones mantienen silencio alrededor de la ofrenda floral. La ministra de Transporte, Raquel Sánchez, acude junto al delegado del Gobierno en Andalucía y el subdelegado en Cádiz. Representantes de todos los partidos políticos arropan al equipo municipal con los máximos rangos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Para la Policía Nacional, la Policía Local y la Guardia Civil hay palabras expresas de agradecimiento.

"Este aplauso va para ti Diego"


El párroco José Marina niega que el sacristán hubiera expulsado al presunto asesino días antes. Algunos feligreses de la iglesia de la Palma están convencidos de que Yassine Kanjaa planificó el ataque y sabía lo que hacía. Interior confirma que tenía una orden de expulsión por situación irregular desde junio pasado e informa de que no tenía antecedentes policiales ni penales por terrorismo ni en España ni en otros países aliados. El Ministerio desmiente que el presunto asesino estuviera siendo seguido ni bajo vigilancia “ni en los últimos días ni anteriormente”.

El asesinado era un hombre muy querido, regentaba una floristería y era muy activo en el mundo de las cofradías. Diego Valencia es definido por todos como "un hombre bueno". "Que está en el cielo es seguro", dice otra vecina que acompaña a la hermana de la víctima, rota de dolor. "Este aplauso va para ti Diego", pregona un amigo cuando se acaba la muestra de respeto. Mientras el alcalde habla los feligreses rezan el Padre Nuestro y un Ave María. "Esperemos que este sea el primero y el último de estos asesinatos. Aquí vivimos en paz y armonía y tenemos que trabajar codo a codo todas las administraciones", dice el alcalde que ya durante la mañana ha tenido reproches al Gobierno por la falta de medios y efectivos de seguridad en la zona y la réplica del Ministerio de Interior en datos y cifras de actuaciones y agentes policiales.

Una vecina pregunta discretamente a la hermana del fallecido por la viuda. “Estaba muy malita, sabe usted. Ayer la tuvieron que llevar al hospital pero eso de que ha muerto gracias a Dios es un bulo”, explica tras hablar con la familia. “Vamos a dejar esos temitas ahora, por favor, por respeto a Diego y al momento”, dice roto por el dolor el marido de una de las sobrinas del fallecido cuando una asistente al acto reprocha a las mujeres marroquíes que digan “que los infieles son los cristianos, los cristianos”, acaba en un grito apagado por la mayoría que le pide calma.