Secuestro en Murcia

"El atrincherado me dijo que iba a asistir a una ejecución en directo, pero al final salvamos dos vidas"

"Me dio las gracias por escucharlo, hacía muchos años que no le escuchaba nadie: le hice la cuenta de los años de cárcel que le iban a quedar", señala Marcos Castro, inspector jefe y negociador de la Policía Nacional en Murcia

Marcos Castro, inspector jefe y negociador de la Policía Nacional, en la Jefatura de Ceballos.

Marcos Castro, inspector jefe y negociador de la Policía Nacional, en la Jefatura de Ceballos. / Francisco Peñaranda

El inspector jefe Marcos Castro es el negociador en la Jefatura Superior de la

Policía Nacional

en

Murcia

y, aunque ha mediado en muchos asuntos críticos a lo largo de su carrera, la semana pasada vivió en Cañada Hermosa "el más duro de los últimos años", afirma, cuando un hombre de 46 años llamado Eduardo secuestró a su hermana a punta de pistola y se atrincheró con ella en una casa alquilada que había convertido en un búnker lleno de armas de fuego y munición.

"Ella pensó que de ahí no salía viva", apunta Castro sobre la víctima, que fue secuestrada en Molina de Segura en presencia de su hijo, de 8 años de edad. El negociador ("un eslabón más de la cadena de un equipo de más de cien personas", subraya) atiende a La Opinión de Murcia, del grupo Prensa Ibérica, en la Jefatura de Ceballos, una semana después de que comenzase el incidente crítico.

Ahora que ya han pasado días desde lo sucedido y el sospechoso ha sido mandado por el juez de guardia al módulo psiquiátrico de la cárcel, ¿cómo comenzó todo? 

El jueves, el día de la Lotería, sobre las seis de la tarde, se recibió una llamada al 091 en la que se informaba de que se había producido un secuestro en una urbanización de Molina de Segura: que habían metido a una mujer de forma violenta en un coche. Un testigo lo había grabado y se veía que había un especial uso de la violencia. Entonces se alerta al Grupo de Homicidios y a Policía Judicial de Molina de Segura, y se inician las gestiones. El secuestro se había producido delante del hijo de 8 años de la mujer, el cual identificó al hombre: era su tío.

Marcos Castro, inspector jefe y negociador de la Policía Nacional, en la Jefatura de Ceballos.

Marcos Castro, inspector jefe y negociador de la Policía Nacional, en la Jefatura de Ceballos. / FRANCISCO PEÑARANDA

Con el sospechoso identificado, se localiza su coche en Cañada Hermosa y comienza el amplio despliegue policial, con los GEO incluidos. ¿Cuándo comienza usted a negociar con el hombre, a hablar con él? 

Sabíamos que llevaba el teléfono, el jueves le mando el primer WhatsApp y no me contesta. Le llamo. Le digo: "Eduardo, te quiero ayudar". Primero intento quitarle hierro. Pero él está en una realidad paralela. Hasta me dijo que me comí a su hijo.  

"Me dijo que sectas masónicas en España secuestraban a los niños y que yo me comí a su hijo: él no tiene ningún hijo"

¿Que usted se había comido a su hijo? 

Hablaba de cargos políticos, de jueces, de fiscales... de vez en cuando deslizaba algún dato real. Llevaba cuatro años en bucle repitiendo eso, que hay sectas masónicas en España que secuestran a los niños... así llamadas de una hora y media. Desde el viernes al mediodía hasta las doce de la noche, fue todo el rato al teléfono. El viernes por la noche, cuando comienza a tirotear al GEO, se ve que el tema es muy serio. Luego supimos que tenía cinco armas de fuego, llevaba un casco y un chaleco balísticos, reforzamientos en manos y pies y muchísima munición. 

Pero, ¿y su hijo? 

Él no tiene hijos. Él cree que, quien es su sobrino, es su hijo, y que lo tiene secuestrado la hermana, la Policía... de hecho, la única exigencia que él tenía era que le llevásemos al hijo. 

Marcos Castro, inspector jefe y negociador de la Policía Nacional en Murcia, durante la entrevista con La Opinión.

Marcos Castro, inspector jefe y negociador de la Policía Nacional en Murcia, durante la entrevista con La Opinión. / FRANCISCO PEÑARANDA

¿Qué le decía usted? ¿Cómo se negocia con una persona en estas condiciones? 

No le puedes mentir. Y, lo que no puedes cumplir, no se lo puedes prometer. Tampoco le puedes decir ‘no es tu hijo’, porque esa es su realidad. Los enfermos mentales te están probando todo el rato y, si les dices lo que todo el mundo les ha dicho, que es que están locos, no te toman en serio y no van a hablar contigo. Le dije: "Vamos a hacer una prueba de ADN, pero, para hacerla, tienes que salir, ir al laboratorio. Si tú dices que eres el padre, vamos con la prueba y salimos de dudas. Puedes estar un año ahí dentro, que al niño no te lo voy a traer". En toda la paranoia, intentas buscar grietas. 

"Vi a gente del dispositivo llorar; yo no lloré en público"

¿Nunca hizo amago de salir? 

Dos o tres veces dijo que iba a salir. Hasta veías que bajaba la valla emocional, que podía conseguirse... y de repente pegaba un salto emocional. Hablaba de gente de Puerto Rico, de mafias... Una vez estaba muy calmado, casi gastando bromas, y me dio las gracias por escucharlo, porque hacía muchos años que no le escuchaba nadie. Me dijo que le caía bien. 

Despliegue policial por el hombre atrincherado en Murcia con su hermana como rehén.

Despliegue policial por el hombre atrincherado en Murcia con su hermana como rehén. / JUAN CARLOS CAVAL

¿Qué se hace entonces, al ver que se alarga y no sale? 

Nosotros estábamos estudiando cómo entrar. Él no me coge el teléfono hasta las ocho de la mañana del sábado, y lo hace violento, muy enfadado. "No estás haciendo nada de lo que te estoy diciendo", me dice. Hacemos una videollamada y veo que está en el búnker, en un sótano dentro de la casa. Le pido una prueba de vida de su hermana, que sabía que estaba herida, porque el secuestro fue violento y ella llegó a perder la consciencia. Entonces la veo: con los dos ojos egros, con moratones. Fue una videollamada dura, pensaba que no iba a salir con vida de allí. Él me dijo que iba a asistir a una ejecución en directo, que la iba a matar y se iba a suicidar. "Si entráis, os vais a encontrar con explosivos", amenazaba. Al final los salvamos a los dos.  

¿Cómo hizo la Policía para lograr rescatar a la rehén? 

Con una estrategia, llevándole comida. Fue una maniobra de despiste. Él tiraba de una cuerda para que le atásemos la comida y, cuando se percata de que está el GEO, empieza otro tiroteo en el transcurso del cual el GEO libera a la secuestrada. 

¿Cambió entonces la actitud del sospechoso, ya a solas? 

A los quince minutos lo llamo, me coge el teléfono tan normal y no me dice nada de la hermana. Yo le digo: "He dicho a los compañeros que se podían fiar de ti y los has recibido a tiro limpio". A la segunda llamada me pregunta por la hermana. En ese momento, hubo un gran avance. Al principio, él asumía que iba a morir, que "iba a salir en una caja de pino", decía. Pero entonces empezó a decir que le iban a meter cadena perpetua. Le hice la cuenta de las condenas que le iban a caer, que se reducirían por buena conducta. Él ahí estaba muy calmado, muy educado. 

¿Qué deriva toma entonces la negociación? 

Se vuelve más dura. Él se enfada y me cuelga, y ya no me coge el teléfono. A partir de las cinco de la tarde, empieza a pegar tiros otra vez. Me meto en la furgoneta del GEO para hablar no por teléfono, sino casi cara a cara, a grito pelado, por megafonía, ya había perdido la voz. Se decide el asalto combinado con técnicas de despiste por parte del negociador y los medios de los GEO, como gas y humo. Yo le decía: "Tienes que visualizar la forma en que te vas a entregar, nadie te va a pegar un tiro, no tienes que morir". En un momento se escucha un solo disparo y se baraja la posibilidad de que se haya suicidado. Deciden meter al perro, Elko, que lo reduce. Entran y le pegan un tiro limpio en el hombro.  

"El asumía que iba a morir, que 'iba a salir en una caja de pino', decía"

¿Cómo es una cena de Nochebuena tras lo vivido en Cañada Hermosa? 

Yo me iba a Granada, mi mujer llamó a mis suegros porque pensé que el incidente se iba a alargar mucho. Pensaba: "Si entramos, nos vamos a encontrar dos cadáveres". Y luego, el agotamiento. Cuando se libera a la chica, pienso que sí que puede que llegue a tiempo para cenar en Granada. Llegué sobre las diez y media de la noche, con toda la adrenalina del mundo en la cabeza. Sabes que les has salvado la vida. Y piensas en el niño que ha visto cómo su tío se ha llevado a su madre, asustándola.

¿Cómo estaba el resto del equipo? 

El negociador es un eslabón más de una cadena, de un despliegue de más de un centenar de personas, profesionales de Seguridad Ciudadana, de Logística, del Grupo de Asalto Técnico, de Policía Judicial... pero eres el interlocutor, el que habla con él. Esa responsabilidad es muy tuya. Vi a gente del dispositivo llorar. Yo no lloré en público, aunque en un momento tuve claro que la iba a matar. Fueron casi 36 horas... 

¿En qué estado salió la mujer? 

En un estado de ansiedad importante, porque le pegó. Aunque no llegó a dispararle, sí la agredió físicamente, hasta el punto que llegó a perder la conciencia. Ella pensó que de ahí no salía viva. "Vas a morir, te voy a pegar un tiro", le decía. Tendrá secuelas psicológicas...