Prisiones

Botafuegos, la ‘cárcel del narco’: drones que introducen droga, intentos de motín y coches quemados

La prisión de Algeciras, donde están la mayoría de presos por narcotráfico en el Estrecho, sufre dos tentativas de revuelta en un mes

Es la cárcel española en la que se requisan más móviles entre los internos, con un total de 690 en 5 años

Para colar los teléfonos usan drones o a presos que se los introducen por vía rectal durante sus permisos penitenciarios

Algunos presos se introducen móviles por vía rectal durante sus permisos para colarlos dentro

Algunos presos se introducen móviles por vía rectal durante sus permisos para colarlos dentro / EPE

David López Frías

David López Frías

Los funcionarios de la prisión de Botafuegos (Algeciras) intuían que un conocido preso, que acababa de regresar de unos días de permiso, trataba de colar algún objeto no permitido dentro de la cárcel. Tras los registros de rigor, procedieron a hacerle una prueba de rayos X. Querían ver si escondía algo dentro de su cuerpo. La sorpresa vino cuando la radiografía arrojó el resultado: el preso se había ‘empetado’ (es decir, se había introducido por vía rectal) un total de 5 teléfonos móviles. Ese preso falleció días después a causa de una sobredosis.

Es el día a día en Botafuegos, la conocida como la ‘cárcel del narco’. El motivo es que en esta prisión gaditana es donde encierran a la mayor parte de los detenidos por tráfico de drogas en el Estrecho. Eso provoca una serie de anomalías, como ser la cárcel donde más móviles se requisan en España, donde varios funcionarios han visto arder sus coches por requisar esos teléfonos, y donde entran drones a introducir droga por el patio.

Botafuegos ha saltado a la palestra en los últimos días porque también ha sido el escenario de dos intentos de motín, con apenas un mes de diferencia. Dos intentonas que fracasaron porque contaron con un seguimiento insuficiente por parte de los presidiarios. Pero preocupan sobremanera a los funcionarios, que ya advierten de que este tipo de intentos de alzamiento cada vez tiene más asiduos entre los presos.

Encriptados

"El narco siempre ha sido un preso poco conflictivo dentro de la cárcel", cuentan a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA fuentes penitenciarias definiendo el perfil de estos reclusos. "Trata de cumplir las normas dentro, para evitar que le trasladen a otra cárcel. Los meten aquí por arraigo y por proximidad con los juzgados que llevan sus casos. A ellos les interesa. No menudea con droga porque tampoco menudea fuera. El enriquecimiento sería ínfimo y no les interesa. Lo que buscan es seguir llevando sus negocios desde dentro de prisión".

Ese es el motivo por el que la cárcel de Algeciras lidera el ranking de teléfonos interceptados. Un total de 690 en los últimos 5 años. El móvil es el objeto con más demanda por parte de este tipo de presos, "y no es para darle las buenas noches a su familia, sino para continuar su actividad delictiva mientras están en prisión; de hecho, muchos de los teléfonos intervenidos venían ya encriptados para que no los pudiesen localizar", prosiguen estas fuentes.

Un viejo Nokia escondido en el forro de unas zapatillas, interceptado en Botafuegos

Un viejo Nokia escondido en el forro de unas zapatillas, interceptado en Botafuegos / EPE

Al ser un bien tan preciado, los intentos de colar terminales dentro de la prisión son constantes. El sistema más utilizado es el de esconder el móvil dentro de las pertenencias cuando un reo vuelve de un permiso. "Entre la ropa, dentro de libros, zapatos, en el dobladillo del pantalón. Esos son los que más pillamos, porque al pasar por la raqueta detectora de metales se suelen descubrir. Pero algunos teléfonos son de plástico y no pitan", cuentan trabajadores del centro.

Empetados

El segundo método más utilizado es el de los encuentros privados entre presos y visitas. Los conocidos como vis a vis. Pero en los últimos tiempos están proliferando otras formas mucho más elaboradas y difíciles de detectar. El primero es el de introducirse teléfonos por vía rectal cuando están fuera (lo que se conoce en el argot del narcotráfico como 'empetarse') y excretarlos una vez de vuelta a la cárcel. Es el caso que arranca este reportaje o el de la foto que lo ilustra. Este tipo de método es muy difícil de detectar, porque para hallarlo hay que recurrir a los rayos X. No se puede hacer radiografías a todos los reclusos que regresan a la cárcel. Se necesitan indicios para sospechar que un preso lleva algo dentro de su cuerpo.

El tipo que se 'empetó' cinco teléfonos por vía rectal en Algeciras falleció a los pocos días por sobredosis; eso también dice bastante del perfil de reclusos que se usan para llevar a cabo este tipo de prácticas: presos comunes, drogodependientes en su mayoría, que se la juegan a cambio de dinero. El narco, por supuesto, no lo va a intentar.

Un viejo teléfono LG escondido en un libro de árabe

Un viejo teléfono LG escondido en un libro de árabe / EPE

Pero el auténtico último grito para colar móviles en presidio es el uso de drones. "Intervenimos uno hace poco porque se estropeó y cayó en el campo de fútbol de dentro de la prisión. Un compañero se acercó al identificar un objeto extraño en el suelo y vio que era un dron con hachís y un teléfono móvil", explican a este diario, advirtiendo de que "ese es un peligro real del que no paramos de avisar: cualquier día, en lugar de una placa de hachís van a meter una pistola y vamos a tener un problema muy grave".

Porque interceptar, de momento, sólo han conseguido un dron. Pero les constan más de 50 avistamientos de estos aparatos que sobrevolaban el entorno de la prisión para intentar (cuando no conseguir) introducir mercancía ilegal en Botafuegos. Los funcionarios de prisiones llevan la vigilancia intramuros. En el perímetro exterior se encarga la Guardia Civil, aunque no cuentan con inhibidores para derribarlos. La única prisión española que cuenta con tecnología para ello es Ceuta, que es la que está experimentando mayor tránsito de drones en su espacio aéreo.

Módulo 11

Los 'señores de la droga' estaban ubicados en un mismo módulo, el número 11. Y fue allí donde se registraron los últimos incidentes contra funcionarios. A dos de ellos les quemaron los coches y otro fue agredido con puñetazos y patadas. "No son internos conflictivos dentro, pero si le intervienes los teléfonos, les impides seguir haciendo sus negocios. Y toman represalias. En todos los casos, la quema de coches de funcionarios se hizo con premeditación, alevosía y nocturnidad", nos cuentan desde prisión.

La respuesta de la dirección no se hizo esperar y el módulo 11 acabó siendo cerrado. Sus presos fueron diseminados por el resto de zonas, yendo a parar la mayor parte de ellos al módulo 10, que es donde se registraron los dos intentos de motín. Y la clausura de un módulo siempre supone un incremento de la saturación de los reclusos, que es uno de los males endémicos de las cárceles españolas. El centro tiene 1.008 plazas y actualmente alberga a 1.300 presos. Todo eso alimentó la tensión en el interior del penal y propició una atmósfera ideal para un conato de motín.

Explican desde el sindicato ACAIP que los hechos de este último intento tuvieron lugar el pasado 17 de octubre, en torno a las 10 de la mañana. Los funcionarios tuvieron que intervenir para separar a dos presos del Módulo 10 que se estaban peleando. Ambos reos reconocieron después tener "cuentas pendientes". Cuando los trabajadores lograron reducirlos, procedieron a aislarlos y a formar al resto de la población reclusa, "que es lo que se suele hacer en estos casos, con la única finalidad de restablecer el orden para lograr una convivencia ordenada y pacífica" cuentan desde el sindicato.

Un dron con placas de hachís intervenido en la prisión de Ceuta

Un dron con placas de hachís intervenido en la prisión de Ceuta / EPE

La revuelta

Fue en ese momento, con el resto de reclusos formados debidamente formados, cuando un pequeño grupo de internos peligrosos "con casi un centenar de expedientes disciplinarios, alientan y arengan al resto de reclusos a iniciar un motín, los cuales les secundan" explican fuentes de Botafuegos a este diario. El intento de sublevación obligó a toda la plantilla de funcionarios de prisiones a concentrarse en el módulo para reprimir la revuelta: "El intento de motín logró ser sofocado por la intervención de todos los miembros de la plantilla disponibles en ese momento".

El balance del tumulto fue de un funcionario con un dedo fracturado. Sin embargo, los funcionarios alertan de que la tendencia va in crescendo. Que en el mismo módulo 10 de la misma prisión de Algeciras, se registró la anterior intentona. El incidente tuvo lugar a finales el pasado 28 de septiembre. "Se produjo otro grave altercado cuando un funcionario fue agredido por un interno multireincidente. La dependencia suele estar ocupada por más de 80 internos cuya mayoría cuentan con una amplia trayectoria delictiva, penal y penitenciaria, una cifra a todas luces excesiva para tratar con internos de tan alta peligrosidad" cuentan fuentes del sindicato.

Los sindicatos de prisiones han pedido al gobierno que desahogue esta cárcel gaditana y que muchos de los reclusos sean repartidos por otros penales andaluces, como el de Huelva, Morón (Sevilla) o El Puerto (Cádiz). Además, han pedido que los funcionarios puedan contar con "matrículas blancas, como los miembros del Ministerio del Interior, para que las matrículas de sus coches no sean accesibles". Unas peticiones que, de momento, no han sido escuchadas.

Motín a la vista

Pero Botafuegos no es un caso excepcional. El intento de motín está de moda. El pasado mes de julio hubo otro intento de revuelta interna en la cárcel de León. Pocos meses antes, el 31 de marzo, tuvo lugar un episodio similar en el centro penitenciario de Las Palmas II, Y el pasado 15 de febrero, volviendo atrás en el tiempo pero sin irnos de 2022, sucedió lo mismo en la prisión de Asturias. Una cifra preocupante, teniendo en cuenta que en 2021 sólo se dieron dos casos similares.

Para los funcionarios de prisiones, "las cárceles se han convertido en manicomios en los que conviven presos comunes que intentan comportarse y sobrellevar su condena de la forma más tranquila posibles, sin provocar altercados y participando de las actividades de prisión, con reclusos con trastornos y enfermedades mentales. Estos suelen ser los que generan más tensión", explican desde ACAIP.

Las cifras son preocupantes. En lo que llevamos de año ya se han registrado 4 intentos. El doble que en 2021, cuando se dieron dos: uno en Las Palmas II que tuvo lugar el 6 de julio, y otro en Sevilla II el 8 de junio, con las altas temperaturas como principal detonante. En 2020 se registraron tres (en las prisiones de Alicante, Arrecife y Ocaña), aunque aclaran los funcionarios que "los de 2020 año hay que encuadrarlos en el contexto de las restricciones derivadas de la pandemia. Los de 2021 y 2022 son mas preocupantes y cada vez hay más".

Para ACAIP, "otro dato a tener en cuenta es que la atención médica adecuada relaja mucho la convivencia y la ausencia de médicos en los centros con un 61% de déficit nacional provoca que muchas veces alteraciones regimentales que acaban en un llamamiento al levantamiento. Corremos el riesgo de que algún día este se lleve a cabo y tendremos un problema muy serio en algún centro". Pero por el momento, el polvorín está en Botafuegos, donde los funcionarios han exigido la reapertura del módulo 11, que aliviaría de algún modo la saturación. Lo que también han pedido son inhibidores para neutralizar teléfonos y drones. Pero esta demanda tiene peor pronóstico.