En Lanzarote, hace 49 años

Alberto, la desaparición más longeva de España que conmovió al público de 'Got Talent'

Tenía 13 años, hoy tendría 62 | Su hermana, Belén Elvira, mezzosoprano y pupila de Plácido Domingo, no pierde la esperanza de encontrarlo: "Si alguien lo robó o asesinó, a nosotros nos robó la infancia y nos ha matado en vida"

Una foto de Alberto Pérez Elvira, en el colegio.

Una foto de Alberto Pérez Elvira, en el colegio.

Son ya 49 años sin Alberto, casi medio siglo. Es la desaparición más larga, la más longeva, de la que se tiene constancia. Alberto Pérez Elvira desapareció en Lanzarote, el 2 de julio de 1973. "Demasiados años, demasiado dolor y demasiadas preguntas: ¿Cómo es posible no saber nada en una isla tan pequeña?". A su búsqueda le pone voz Belén Elvira, su hermana. La mezzosoprano, pupila de Plácido Domingo, saca garra y corazón al hablar de él. Lo narra y lo canta. Como aquella vez en la que emocionó a todos con el Aria de Magdalena de Andrea Chénier en el programa 'Got Talent', de Telecinco.

"Fue mi actuación más difícil", recuerda. "Mira que he cantado en La Arena de Verona, con Plácido Domingo en La Almudena (Madrid), o en el Wigmore Hall de Londres... pero tener allí a mi madre, a las familias de personas desaparecidas con sus carteles y ver sus lagrimas… fue muy emocionante, increíble".

No ganó el concurso, pero llegó hasta semifinales y cumplió su objetivo: conmocionó a todos, mostró en prime time el drama que sufren los allegados de muchos desaparecidos, ante la atenta mirada, de varias familias que tienen algún ser querido ausente, que acudieron como público, acompañadas de Paco Lobatón. "Para mí, mi hermano es como un héroe. Esa persona inalcanzable, a la que todo el mundo buscaba, por la que mi madre estaba siempre ausente... Cuando salgo al escenario, pienso que puede estar viéndolo. ¿Y si está vivo?".

Belén sostiene una foto su hermano, desaparecido en Lanzarote hace 49 años.

Belén sostiene una foto su hermano, desaparecido en Lanzarote hace 49 años. / CASO ABIERTO

Cincuenta años atrás

2 de julio de 1973. Alberto Pérez Elvira, Albertito, sale del colegio en San Bartolomé, un pequeño pueblo de

Lanzarote

. Lo hace, como siempre, subido a su bicicleta azul. "Mis padres regentaban un restaurante, 'El Cazador', e íbamos allí al salir del colegio. Estábamos hasta las siete y media y luego nos íbamos a casa", cuenta Belén, que ha escuchado muchas veces el relato. Ella era un bebé de meses cuando su hermano desapareció.

Aquel día, María, madre de los niños, no había ido al bar. "Si había días que era más flojo no subía por la tarde". Alberto, con 13 años, el mayor de los cinco hermanos, sí tenía que ir. "Siempre había recados que hacer: 'Ve a por cambio, Albertito'; cosas así".

"A las dos de la madrugada, a 9 kilómetros, encontraron su bicicleta azul, con una rueda pinchada", cuenta su hermana

La tarde pasó y Alberto no llegaba. El reloj marcó las 20:00 horas y no apareció. "Mi padre, extrañado, pidió a un cliente que fuera a su casa y preguntara a mi madre si Alberto estaba enfermo o le pasaba algo", cuenta Belén. Tardó poco; el colegio del niño, el restaurante y su casa estaban próximos, en torno a la plaza central. "Albertito no ha venido". Ahí empezó todo.

Se encendieron las alarmas. "Salieron a buscarlo", cuenta Belén. "Estuvieron en el muelle, para ver si había salido algún barco, por si se lo habían llevado…". No había rastro. "A las dos de la madrugada, a 9 kilómetros de su casa, hallaron su bicicleta azul con una rueda pinchada, en la carretera que une Güime y Playa Honda. Dirección al aeropuerto, dirección al mar…". Gritaron su nombre y buscaron sin cese: "él no apareció". 

María, madre de Albertito, y Belén su hermana, se abrazan en 'Got Talent'.

María, madre de Albertito, y su hermana Belén, en 'Got Talent'.

De cocinero en Las Palmas

La familia acudió al cuartel de la

Guardia Civil.

"En aquella época se hizo poco", denuncia Belén. "Era todo muy precario en las islas. El equipo de investigación lo formaba solo una persona, se llamaba Curro, se encargó de todo solo él", lamenta.

Un taxista, vecino, dijo que había visto al crío en una rotonda. "Contó que le dijo: 'Albertito, ¿dónde vas? Y mi hermano contestó 'voy para abajo'. Nunca más se supo nada. No se investigó". Las pesquisas se apagaron: "simplemente, mi hermano no estaba, ya está".

Pasaron los años... Hubo llamadas, muchas; avistamientos, todos: "pero policialmente nada". Contactaron desde Las Palmas, "dijeron que había un chico trabajando en la cocina de un hotel que podía ser él. Mi madre se fue allí sola, por su cuenta, cogió un avión. Era falso...", resume Belén. "Todos los años aparecía alguien diciendo que lo había visto. Que estaba de feriante, íbamos a la feria, que...". Albertito nunca estaba. Todo se fundió a negro, hasta que llegó el color.

Un barco francés

Un día, "cuando yo tenía 8 o 9 años, recuerdo estar sentada delante de nuestra casa y pasó un chico con un jersey rosado. Tenía como esa estopa con la que se limpian los herreros, que es como hilo, en la parte de atrás del pantalón. A mi bici se le había salido la cadena y estaba arreglándola con otro hermano, que había entrado en ese momento en casa. El chico de rosa se quedó mirándome y pasó por delante. Volvió, dio la vuelta, y pasó otra vez", revive Belén.

"Como yo había crecido con todas esas incógnitas, con todo ese sufrimiento, llamé a mi madre: 'mamá, un chico...'. Salió corriendo. '¡¿Dónde?!', '¿dónde?'. Fue en su búsqueda, pero no llegó".

"Un señor mayor contactó con mi madre y le dijo que un chico que trabajaba en la cocina de un barco francés aseguraba ser Alberto", cuenta Belén

Poco después, "un señor mayor, de Arrecife (Lanzarote), contactó con mi madre. Dijo que había estado con un chico, y que este le había dicho que trabajaba en un barco francés y que él era el chico desaparecido

", cuenta Belén. "No lo conocíamos de nada y él no gana nada con mentir... Dijo que el chico aseguró que estaba muy bien, que tenía dinero, y que volvería por allí, pero que había mucha gente detrás relacionada con su desaparición y no podía aparecer".

María, madre de Alberto y de Belén, reaccionó de inmediato. Escribió una carta que le dio al señor. "Albertito, supuestamente, leyó la carta. El hombre dice que cuando acabó de hacerlo dijo: 'pero es que yo no puedo aparecer', y añadió: 'yo vi a mi madre el otro día y a una hermana'".

La familia unió todo: el chico de rosa. "Impostor o no, mi hermano u otro, hubo alguien", cuenta Belén, "ese chico contó que me había visto y yo, ya te digo, que le vi a él".

Inteligente, brillante y muy maduro para su edad, Alberto destacaba en San Bartolomé. "Había extranjeros, que iban al bar de mi padre, que decían: 'pero déjame a este chico, ¡qué listo es! Me lo llevo un tiempo a Alemania…'. A una mujer alemana, en concreto, se le preguntó. "Sin resultados", lamenta Belén. La investigación se enquistó.

La hija de un sargento

"Nosotros intentamos todo para encontrar a mi hermano". Dibujaron hipótesis, opciones, finales. Encontraron motivos, sospechosos. "Hubo una persona que iba mucho al restaurante, de la noche a la mañana se volvió millonario y dejó de ir. Mi padre siempre sospechó, la trata de personas da mucho dinero... decía".

La agencia _2045 realizó una reconstrucción escultórica hiperrealista 3D de cómo sería Alberto hoy.

La agencia _2045 realizó una reconstrucción escultórica hiperrealista 3D de cómo sería Alberto hoy.

Otro de los pensamientos de Alberto, padre, enfocaba a la Guardia Civil. "Mi madre había encontrado unas cartas donde mi hermano le escribía a una chica que se iban a escapar, a huir juntos, para vivir su amor", recuerda Belén. La chica era hija del sargento de la Guardia Civil de San Bartolomé.

"Mi madre, al verlo, llamó a la mujer del sargento y le dijo: 'mira lo que está pasando. Vamos a poner orden'". Poco después de esa llamada, el chico desapareció. "Ahí pasó algo. Después de que hablamos con ellos... O él le llamó la atención al chico y se le fue la mano o algo pasó, decía mi padre, pero luego no coincide con lo del señor que le vio tiempo después...".

Una secta

Belén piensa en voz alta, el sargento "siguió en el pueblo y no se supo nada más. Su hija, no desapareció. Me gustaría encontrarla, aunque no sé si ella querría, por si tiene algún dato que pueda ayudar".

Se habló también de que la desaparición de Alberto podía estar relacionada con alguna secta, alguien le hubiera intentado seducir. "Junto a las cartas, mi madre encontró libros de ocultismo. Los había comprado en el Círculo de Lectores sin que lo supiera nadie, le encantaba leer".

"¡Hay unos huesos!"

Entre conjeturas pasaron los años. Los avistamientos cesaron. Se instaló el silencio que se rompió décadas después: "'¡Ay, Belén!' han encontrado unos huesos en la montaña Emina", aún recuerda la llamada de su madre. "Hace unos seis años ella lo vio en prensa y me llamó asustadísima. En la montaña Emina Albertito jugaba, se iba con la bici porque había como una mareta, un embalse de agua grande".

Los medios detallaron que los restos tenían tres décadas y, con toda probabilidad, pertenecían a un adolescente. Llamaron a la Guardia Civil y descubrieron, no sin shock, que "no había registro alguno del caso de mi hermano. Aquellos huesos hallados en la montaña no los cotejaron con nuestro ADN porque ni siquiera lo tienen. Nos dijeron que los huesos eran de unos guanches, que tenía cien años, se quedó ahí".

Medio siglo después, siguen sin respuestas y sin expediente. "Poco antes de fallecer mi padre -murió hace seis años-, fuimos a la Guardia Civil", lamenta Belén. "Él quería tener acceso al expediente antes de morir...". No existía. "Lo único que consta es: persona que no ha expedido DNI, carnet de conducir, y que no tiene documentación".

El padre de padre, murió esperando, "mirando a la puerta por si llegaba mi hermano", se rompe Belén. La madre de Alberto "tiene lagunas, hay cosas que no recuerda... superó una ceguera histérica que le acompañó durante meses, pero hoy si algo le afecta le ataca ahí".

Todos quedaron marcados. "Si mi hermano fue robado, a nosotros nos robaron nuestra infancia. Si fue asesinado, a nosotros nos han matado en vida, asesinaron los derechos; los de nuestra familia, los de compartir, los derechos de la alegría". Sueñan con el reencuentro, "hoy tendría 62 años", cada vez es más tenue, "pero la esperanza está ahí".