Investigación
Una multa de 240 euros por un acoso y una absolución: el periplo judicial del acusado del crimen de Oviedo
El presunto asesino se sentó dos veces en el banquillo por acosar a jóvenes en la calle con expresiones como "me turba la razón verte"
R. G.
Igor Postolache será enviado a prisión en cuanto reciba el alta hospitalaria. La magistrada que instruye el caso abierto a raíz del asesinato de una joven en un portal de un edificio de Oviedo ha decretado este viernes, después de escuchar la petición de la fiscalía y de que el acusado se negara a declarar, el traslado a la prisión de Asturias del reo. El hombre, que permanece ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias, será conducido a la cárcel en cuanto se recupere de las lesiones que se provocó a si mismo después del crimen. En principio será acusado de la comisión de los delitos de asesinato y agresión sexual en grado de tentativa por lo que, al ser la víctima menor, podría ser condenado en un futuro a
prisión permanente revisable
.
Pero esta no es la primera vez que el ahora procesado, de 32 años, se enfrenta a un procedimiento penal. En el año 2019
se sentó en el banquillo acusado de un delito de amenazas proferidas contra una joven en pleno centro de Oviedo
. En el relato de hechos probados el juez asegura que a eso de las diez de la noche del 30 de agosto del citado año el acusado se acercó a la joven que luego le denunciaría a hacerle una pregunta. Después profirió expresiones como que le "turbaba la razón al verla" o que se estaba poniendo nervioso al mirarla. Le llegó a decir que "le gustaría ponerle una bolsa de plástico en la cabeza". Diez días antes había abordado ya a otra joven con preguntas tipo "¿te han decepcionado los hombres a lo largo de tu vida?". El 1 de mayo en la misma céntrica calle Uría (y siguiente el relato de hechos probados del juez) el reo se aproximó a una tercera joven. "Eres muy guapa, ¿quieres venirte conmigo?" le dijo.
El acusado negó los hechos ante el juez. El magistrado aseguró que "no aportando las denunciantes en sus declaraciones datos para poder entender que concurren los elementos de un delito leve de amenazas los hechos solo podrían integrar una antigua falta de vejaciones" por lo que el caso quedó archivado.
Esta tampoco era la primera vez que el acusado se sentaba en el banquillo. Hay una sentencia previa (de apenas una semana antes) en la que se le condena al pago de una multa de 8 euros al día durante dos meses. En aquella ocasión le denunció una chica que iba en la línea L2 de autobús a la que el reo llegó a coger de la mano tirando de ella. Días después, en septiembre de 2019, cuando la joven estaba esperando el autobús en la calle Uría antes de las fiestas de San Mateo, el denunciado se dirigió a ella pidiéndole su número de teléfono. La chica buscó auxilio en un grupo de jóvenes cercanos que le prestaron ayuda y espantaron al acosador. La denunciante asegura que se vio obligada incluso a cambiar sus rutinas de movilidad. La multa quedó rebajada posteriormente a la mitad (240 euros en total) al apreciar la Audiencia Provincial parte del razonamiento del abogado defensor. En la sentencia de la Audiencia Provincial matiza algunas de las expresiones recogidas en el fallo anterior sustituyendo, por ejemplo, "agarrando del mano a la denunciante" por "intentando coger de la mano a la denunciante".
Las denuncias de otras jóvenes
“Era del Este, de unos 30 años, de ojos azules, delgado, calvo y te increpaba”. Esa es la descripción de un acosador que muchas chicas de Oviedo habían compartido en los últimos años, al menos desde 2019, después de ser asaltadas por la calle en múltiples ocasiones y que ayer, con horror, vieron coincidir con la del hombre detenido por asesinar a la joven Erika Yunga en el número 69 de la calle Vázquez de Mella. La noticia de que Igor Postolache, de origen moldavo, de 31 años, tenía antecedentes y había sido detenido en otras ocasiones es lo que hizo reaccionar a una de sus víctimas anteriores. Al denunciarlo públicamente este jueves por la mañana, otras de las jóvenes que habían sufrido sus agresiones se sumaron a contarlo. “Sabíamos que era peligroso”, denuncian.
Antes y después de su condena hubo multitud de casos en los que sus víctimas no llegaron a denunciar, siempre sorprendidas por la calle, con alguna invitación fuera de lugar, algún comentario obsceno, ante el que ellas se escapaban. Las denuncias, protestan, no prosperaban o ellas mismas acababan renunciando a presentarlas al ver cómo, en otros casos, las agresiones verbales se quedaban en nada.
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