Crimen

"Wafaa ya hace tiempo que entró en el paraíso"

Un centenar de amigos y familiares acompañan a los padres y hermanos de la joven de la Pobla Llarga en su sepelio en el cementerio musulmán en Chiva

Momento del funeral de la joven asesinada en 2019.

Momento del funeral de la joven asesinada en 2019. / J.M. LÓPEZ

"No llores, Soraya. No llores. Tu hija está en el paraíso. Hace tiempo que entró en el paraíso". Cheikh Ahmed, el imán de Monserrat que dirigió este domingo el rezo en la ceremonia de enterramiento de Wafaa Sebbah, la joven de 19 años asesinada en noviembre de 2019 presuntamente por David S. O., alias El Tuvi, no trataba de consolar a su madre, rota de dolor, sino de convencerla de que el alma de su hija había entrado en el mismo momento de su asesinato en el paraíso, como todas las personas a quienes otro ser humano les arrebata la vida.

El féretro con los restos de la joven, cuyo cuerpo ha tardado en recuperar su familia más de seis meses desde que fue encontrado en el fondo de un pozo de Carcaixent al que la arrojó su presunto asesino, llegó al Cementerio Jardín Musulmán Alsalam (La paz) a las dos de la tarde. Un paño negro con pasajes del Corán bordados en oro cubría el ataúd, que fue llevado en andas por el padre de Wafaa, Nabil, su hermano y otros hombres de la familia hasta el lugar de la oración. Un vez depositado, Soraya, arropada por las mujeres, se abrazó al ataúd, lo acarició y le habló a su hija. Era el inicio de la despedida.

Más de un centenar de personas acompañaron este domingo a Soraya, a Nabil y a los hermanos de Wafaa en esa despedida: familiares, amigos, vecinos, representantes del Ayuntamiento de la Pobla Llarga y también los psicólogos de Psicoemergencias CV que llevan meses trabajando con la familia, así como su abogado, Jesús Ruiz.

Finalizado el rezo, los hombres volvieron a transportar los restos mortales de Wafaa hasta el lugar donde iba a ser inhumada, en la tierra y orientada hacia La Meca, como manda el rito musulmán. Una vez cubierto de tierra, Soraya, la madre, rezó sentada en la tumba, le habló de nuevo y la dejó ir. "Para nosotros es un momento muy importante. Cuando entran en la tierra, es cuando nos oyen y entran en contacto con nosotros", explicaba la madre a este diario hace unos días.

Luego, mientras las mujeres empezaban a acondicionar las flores, Soraya no pudo más. Sufrió un desmayo y un médico tuvo que atenderla. "Sé fuerte, Soraya. Sé fuerte". La madre sacó fuerzas de donde apenas le quedan para incorporarse y acercarse de nuevo a la tumba de su hija para asistir a otro momento emotivo: el hermano de Wafaa, su novia y dos amigos más soltaron tres palomas y un ramo de globos blancos en forma de corazón para simbolizar el viaje del alma de su hermana hacia la paz. Una paz de la que su familia, desde este domingo, está un poco más cerca, porque ahora, por fin, Wafaa descansa ya en la tierra.