TRIBUNALES

Pedro Luis Nieva: "No tenía ningún odio a Ardines, no le echo la culpa de lo que pasó, la culpa fue mía"

Muguruza relata que la Guardia Civil le dejó en un furgón en un garaje sin una manta y que impidieron que ingresase en el hospital: "Se excedieron"

Familiares de Javier Ardines llegan a los juzgados en la segunda jornada de la vista por la muerte del edil.

Familiares de Javier Ardines llegan a los juzgados en la segunda jornada de la vista por la muerte del edil.

Luis Ángel Vega

Pedro Luis Nieva, el presunto instigador del asesinato del concejal de Llanes Javier Ardines, ha decidido por fin contar su verdad, la que no contó en febrero de 2019, cuando fue detenido, aunque él sabía desde noviembre de 2018 que era el único sospechoso del crimen, ni a lo largo de estos dos años y nueve meses. En esta segunda jornada del juicio, su versión no contentará a la fiscal Rico, ni a la acusación particular, que, contra todo pronóstico, pudo plantear sus preguntas ante un Nieva que se mostró rocoso en su negativa a aceptar cualquier responsabilidad sobre el crimen en esta segunda jornada del juicio. “No tenía ningún odio a Ardines, como dice esta mujer (en referencia a la fiscal, que saltó como un resorte y pidió amparo al presidente del tribunal), no le echo la culpa de lo que pasó, culpable de todo esto soy yo, por haber dejado la relación (con mi mujer) y haberme centrado demasiado en el trabajo, no le culpo de la situación de una pareja que lleva 24 años casada y se va deteriorando”, ha explicado esta mañana Nieva, como reverdeciendo las conversaciones que tuvo con su mujer con un psicólogo para tratar de salvar matrimonio que llegó a estar roto, solo sostenido por la presencia de sus dos hijos y el cariño que dan los años. “Nunca me concerté para matar a Ardines, nunca pagué para que le mataran, no tengo ningún vínculo con el asesinato”, dijo. “No conozco de nada a Benatia y Kelii, y ellos no me conocen a mí”, añadió.

A través de las preguntas del abogado de la acusación particular, Antonio Pineda, y del exhaustivo interrogatorio al que le sometió su propio letrado defensor, Javier Beramendi, Nieva fue aclarando las principales cuestiones del juicio, con mayor o menor acierto. Empezó rocoso y terminó en un hilo de voz, exhausto tras una hora larga de declaración. Comenzó por aclarar que nunca quiso grabar a los amantes en la Sidrería Muros de Nueva de Llanes en la noche del 9 de diciembre de 2017, el punto donde se inició todo. “Estaba enredando con el teléfono porque quería aprender a mandar notas de voz. En un momento dado lo dejé en la mesa y me fui al baño. Al volver no me di cuenta. Por la noche vi que había grabado algo. Lo abrí y lo escuché. Al principio no se entendía muy bien”, aseguró. “Te sientes decepcionado, mal, se lo conté a un amigo y mi hermana. Supuso una pérdida de confianza. Al principio estaba un poco más dolido. Es cuando lo de los mensajes que han salido. Yo le decía: ‘Si estás tan enamorada de mí, ¿cómo es que tienes otra relación?’. Un mes o dos después asistimos a un psicólogo de pareja. Lo hablamos, ella me dio una explicación y decidimos seguir”, aclaró.

Nieva quiso destruir esa imagen de marido celoso que han pintado las acusaciones. Si ella dejó de trabajar, dijo, fue porque había querido, después de tener el primer hijo, para poder cuidarlo. “Nunca he vigilado a mi mujer. Miré cámaras para sustituir la que tenía instalada en la oficina, porque mi excuñado estaba enfrentado a mí y andaba haciendo pintadas. Miré los localizadores porque tenía idea de ponerlos en las furgonetas para controlar las rutas, pero los miré mucho antes de todo esto”, aseguró. Otro punto delicado, si había mirado cómo hacerse pruebas de paternidad, lo solventó explicando que todo había sido de un comentario de su hermano en un bar. “Pero no tengo ninguna duda sobre mi paternidad”, recalcó. Y para convencer al jurado de que no era un tipo celoso, aseguró que dejaba sin problemas a su mujer en Llanes mientras él regresaba a Amorebieta, para trabajar, o que su mujer, aún después del episodio de la grabación, había acudido sola a Llanes para llevar a una sobrina. Él se había ido con amigos a pasar unos días en León y Extremadura, y su mujer había salido sin él con su pandilla en las fiestas de Amorebieta.

Entre su amigo Jesús Muguruza y él, engarzaron una nueva versión de lo que ocurrió el 27 de julio de 2018, fecha en la que, según la Fiscalía, ambos se desplazaron a Llanes con Djillali Benatia para reconocer el terreno donde tendría lugar el crimen y para pactar el precio. Según Nieva y su amigo, en realidad, el viaje había sido para comprobar el estado del tejado de la vivienda que el primero tenía en Belmonte de Pría, a 150 metros de la casa de Ardines. Nieva había encargado una obra de reforma y ésta estaba terminando, motivo por el que llamó a Muguruza para ver si estaba en buen estado, dado que éste tenía experiencia en construcción. Muguruza, a su vez, se llevó con él un tal Julián, un misterioso personaje del que no se había oído hasta ahora. Nieva se llevó su Audi A6, pero éste se averió en Cantabria, y fueron al Aeropuerto a alquilar otro vehículo. “El seguro lo tenía contratado en la oficina donde trabajaba la hija de Ardines. No me acuerdo ni del modelo del coche. Fue un día como otro cualquier en mi vida, me acuerdo porque se me averió el coche”, aseguró.

Luego, a principios de agosto, Nieva y su mujer regresaron a Llanes, y fue cuando mandó la grabación de los amantes a la mujer de Ardines, y como ésta no solía ver ese tipo de mensajes, lo volvió a enviar, pero esta vez a la hija del concejal. “Estuve allí un par de noche, luego me marché. Me dí cuenta de que la había ‘preparado’”, confesó. ¿Por qué lo hizo? “Porque quería que supiesen por qué no iba a Llanes. Creía que su mujer debía conocer la situación”, dijo. Unos meses atrás ya había contratado un abogado por si se terminaba separando.

Aquello desató la tormenta. “Hablé con Ardines. Me preguntó por qué lo había hecho, que podía haberle llamado y me hubiese dado las explicaciones oportunas. Fueron unos quince minutos, después la llamada se cortó y me llamó él. Fue una conversación larga, no era una conversación de amenazas, ni de injuriarle. Estábamos aclarando la situación. Él me dijo en que no tenía inconveniente en hablarlo los cuatro, él y su mujer y yo y la mía”, explicó. Nieva también tuvo respuesta para uno de los grandes misterios de este caso, el motivo por el que envió un WhatsApp a Ardines que contenía un solo punto. “Vi que cambió el lema de su WhatsApp por la frase: ‘En la escuela’. Como su mujer es profesora, pensé: ‘Ya ha tenido una reprimenda de su mujer ‘. Volví a mirar y vi que había quitado la foto. Pensé que se había dado de baja o que me había bloqueado, y para comprobarlo, por eso le envié el punto”, relató.

La noche del crimen, dijo, la pasó en Amorebieta. “Era el cumpleaños de mis sobrinos, nos juntamos todos, y luego me metí en casa a descansar”, indicó. La Guardia Civil detectó que había buscado casas por Llanes. Según él, eran para su cuñado, no para él. En aquel momento, la relación con su mujer “era bastante distanciada”. También explicó por qué le había preguntado a su mujer si iba a venir una mujer a hacer la colada y limpiar. La Guardia Civil cree que era para lavar su ropa, manchada de sangre, toda vez que sospecha que pudo participar él mismo en el crimen. Nueva indicó que era simplemente porque llevaba once días con las mismas sábanas. Ese mismo día le llamó su mujer para indicarle que Ardines había muerto. “Me dijo que había tenido un paro cardíaco. Luego la llamé para ver si sabía algo más y me dijo que tenía un golpe en la cabeza y había sangre. Luego que había sido una muerte violenta. Ella pensó que había sido yo en un primer momento. Volví a Llanes. Estaba destrozada toda la familia. Esa misma noche me dice mi mujer que ha llamado la hija de Ardines para decirnos que teníamos que declarar los dos. Al día siguiente, 17 de agosto, mi mujer fue a declarar. Fui con ella y me quedé en la sala de espera. A mí no me tomaron declaración. Una agente me dijo que ya me llamarían. Nos marchamos al día siguiente, no fui al entierro porque fue en la más estricta intimidad”, explicó.

 “Mi mujer estaba un poco deprimida, la relación completamente rota, con altibajos por el cariño que nos teníamos y por los hijos. Vivíamos cada uno nuestra propia vida”, señaló. En esas condiciones consideró que no era el momento de separarse. La segunda comparecencia de su mujer ante la Guardia Civil fue en noviembre, y también la acompañó al cuartel. “Estuvo muchas horas declarando. Ella salió diciendo: “Creen que has sido tú, creen que has sido tú”. “Me arrepiento de no haber entrado en ese mismo momento y enseñarles mi móvil. No borré ninguna llamada, ni ningún correo, para poder demostrar que yo no tenía nada que ver, para demostrar que yo no tenía ningún odio hacia Ardines, como decía esa mujer (por la fiscal). No le culpo a él de lo que pasó, el culpable de todo soy yo por haber dejado de lado la relación (con mi mujer) y haberme centrado demasiado en el trabajo”, aseguró.

La detención, el 19 de febrero de 2018, jamás la olvidará. “Entraron tirando la puerta abajo. Cuando salí estaba allí toda la prensa. No me asistió ningún abogado en los registros. Me dijeron que estaría tres días incomunicado y que podía estar otros tres, y que no podía tener un abogado de mi confianza porque me detenían por ‘banda organizada’. Me di cuenta de que me habían manipulado el teléfono, me presentaron una declaración en la que las horas no coincidían y se levantó el abogado de oficio para decir que tenían que cambiarlo. Les dije que no estaban tratando con un criminal. Me pidieron hacer una prueba d ADN y dije que la haría en el Juzgado, como así ocurrió. En mi declaración había ocho agentes de la UCO detrás de mí”, describió.

Antes que Pedro Luis Nieva, había declarado, de forma más breve, Jesús Muguruza, presunto intermediario del crimen. Como el resto de los acusados, se encastilló tras las negativas. Fue él quien lanzó la nueva versión de que habían acudido a Llanes, el 27 de julio, con un amigo suyo llamado Julián, para comprobar el estado del tejado de la casa de Nieva, al que conocía de haber trabajado con él en alguna ocasión. Luego pasó rápidamente a describir su detención. Ni una palabra de la conversación que tuvo con la Guardia Civil en el mes de diciembre de 2018, en la que terminó autoinculpándose, y que el TSJA anuló al considerar que no se respetaron sus derechos fundamentales, como su derecho a no declarar contra sí mismo y a contar con el asesoramiento de un abogado. “Entraron rompiendo una puerta y como mi hijo no acababa de levantarse, le pusieron una metralleta en la cabeza. Mi mujer se interpuso. Me costó mucho dolor”, contó.

Luego describió una especie de tortura en el cuartel de Llanes. “Nadie me informó ni verbalmente ni por escrito de por qué estaba incriminado. Había una abogada con la que no podía hablar. Les dije que no iba a declarar porque no veía garantías. La abogada me hizo un gesto con el dedo y la echaron de muy malas maneras. Luego el inspector llamó a la jueza y le dijo que había que avisar al Colegio de Abogados para que echaran a la letrada. Me metieron en un furgón en el garaje, no en una celda, sin una manta, temblaba, porque había mucho frío. Cada tres o cuatro horas venían, abrían y me interrogaban. Cada doce horas me llevaban al Hospital, porque sufría de diabetes severa. A pesar de que tenía 450 no me dejaron ingresaron. Vi a los médicos discutir con los agentes. En la vista ante la jueza, estaba detrás todo el cuerpo policial. Les preguntaba y se reían. Vieron toda mi declaración. Oí a uno decir que había saltado la puerta hasta el sofá cuando entraron en mi casa. Y a otro: ‘Casi le tenemos que dar dos tiros al perro’. Se excedieron en sus funciones. Le dije al responsable que no era necesario tirar la puerta abajo. El me respondió que era verdad, pero que era el protocolo”, respondió a preguntas de su letrado, Luis Mendiguren.

El juicio proseguirá este viernes con la declaración de los primeros testigos.