PERSONAS CON DISCAPACIDAD

La sexualidad, el último tabú de las personas con síndrome de Down

La falta de educación sexual limita su derecho a formar una vida plena e independiente

Ante esta desinformación, las redes se sitúan con un espacio en el que encontrar referentes diversos

Dos personas cogidas de la mano.

Dos personas cogidas de la mano.

Claudia Morín | Clara Santamaría

Santa Cruz de Tenerife

Celia Cruz es una joven andaluza con más de medio millón de seguidores en redes sociales. Esta influencer con diversidad funcional comparte su rutina para visibilizar lo positivo de las diferencias en la comunidad digital. Entre outfits, bailes y el resto de contenido que crea, incluye en ocasiones a su pareja, José Manuel. Tras más de una década juntos y cinco años en redes, para sus followers ellos son el ejemplo perfecto de amor verdadero.

La Federación Española de Síndrome de Down, con motivo del Día Mundial de esta variación genética, ha querido demostrar que estas personas piensan y actúan "tan como tú, como todos nosotros" y que tienen derecho a una vida plena. Esta última idea no solo engloba aspectos como la participación activa en una comunidad o el trabajo, también abarca otros temas invisibilizados como la posibilidad de explorar su sexualidad, conocer sus cuerpos y tener relaciones afectivas

La trabajadora social, docente y activista, Cristina Medina, señala que durante mucho tiempo la educación sexual ha sido un tabú y se ha dejado a un lado para priorizar otras cuestiones. "Lo que no se nombra, no existe y la sexualidad debe ser una parte esencial en los proyectos de vida independiente", defiende. En este sentido, apunta, las redes sociales han abierto puertas a referentes como Celia Cruz, más diversos, inclusivos y con una mirada más amplia. "Ahora son ellos, los protagonistas, los que cuentan su propio relato".

Celia, por ejemplo, comenzó una relación con José Manuel a los 15 años, pero eran amigos desde pequeños. Al principio, relata que su familia no se lo creía, pues pensaban que era un juego de niños. Sin embargo, el tiempo pasaba y su vínculo era cada vez más fuerte. Los primeros años fueron a distancia, vivían lejos y solo se veían los fines de semana, hasta que él se mudó a la vivienda compartida en la que residía Celia. Estos meses, José ha tenido que volver a su pueblo por motivos de trabajo, pero siguen viéndose en clase, haciendo planes los fines de semana y creando contenido para sus redes. 

Compartir los aspectos más cotidianos de su relación es el mejor antídoto contra los mitos que envuelven a las personas con síndrome de Down. Medina subraya que en muchas ocasiones se les infantiliza, se les mira desde el paternalismo o se tiende a pensar que son personas asexuales, que no son sujetos deseados o deseantes. "Muchas veces se cree que no tienen que vivir su sexualidad, limitando su derecho a la autodeterminación, a que cada uno defina su gusto, con quién se relaciona y tome las decisiones sobre su propio cuerpo", argumenta la también miembro de la Asociación Draga Espacio Feminista-LGTBIQ* y La Colectiva Fundación de Pensamiento Crítico en Canarias.

Si bien la educación sexual ha dado pasos a nivel legislativo, la trabajadora social considera que sigue siendo un tabú para buena parte de la sociedad, por lo que "todavía nos queda un amplio camino por recorrer". 

Las familias y profesionales a menudo denuncian la falta de información y de recursos a la que se enfrentan. "Los padres de personas con discapacidad, por ejemplo, muchas veces cargan con todas las vivencias de sus hijos desde la soledad y el miedo porque es algo que ellos tampoco conocen como personas de apoyo", aclara. 

En esta línea, según razona, lo ideal es que la educación sexual se aborde desde la infancia, adaptándola a las emociones, a conocer el cuerpo y la idea de intimidad. "Con la educación sexual vamos tarde, hasta que no se empiezan a observar conductas disruptivas o malestares no se trabaja", critica. Otro punto importante es la necesidad de hacer accesible la información, a través de pictogramas o lectura fácil, por ejemplo.  

Más vulnerables

La falta de información aumenta el riesgo de sufrir situaciones de vulnerabilidad. "Al descubrir que hay muchos tipos de sexualidades y muchas formas de vivirlas, no solo se ve beneficiada su autoestima, también mejora su salud, se ponen límites y se evitan prácticas de riesgo". En este sentido, Medina subraya que muchos estudios respaldan que las personas con discapacidad son más vulnerables a situaciones de violencia de género o LGTBIfobia. 

Según datos del Ministerio de Igualdad, casi ocho (78%) de cada diez personas LGTBI+ con discapacidad ha experimentado algún tipo de discriminación en el ámbito educativo, especialmente por parte de los compañeros y compañeras, pero también del profesorado. Asimismo, cerca de la mitad (46%) se ha sentido discriminada en algún momento en el acceso a la atención sanitaria, desde la atención primaria a la hospitalaria. El estudio también recoge que son situaciones más frecuentes en mujeres.