SALUD INTESTINAL
Cómo el estrés puede provocar enfermedades digestivas: "Hay que estimular el nervio vago"
El fisioterapeuta y experto en terapia manual, Antonio Valenzuela, nos da los trucos para estimular el nervio vago con técnicas muy simples que favorecerán el control del estrés y de la ansiedad

Cómo el estrés puede provocar enfermedades digestivas: "Hay que estimular el nervio vago". / Freepik

El nervio vago es una autopista de señales que conecta el cerebro con el aparato digestivo y desempeña un papel crucial en la modulación de las emociones y el bienestar digestivo. Sin embargo, un mal manejo del estrés altera la microbiota intestinal, aumentando la permeabilidad de las paredes intestinales y generando inflamación. Esto provoca síntomas físicos como dolor abdominal y otros trastornos digestivos que, a su vez, refuerzan los estados de ansiedad, creando un círculo vicioso que es vital interrumpir mediante estrategias terapéuticas integradoras, expresan los doctores Javier Santos Vicente, jefe Clínico de Gastroenterología del Hospital Universitario Vall d´Hebron de Barcelona y la Dra. Amanda Rodríguez Urrutia, psiquiatra del Servicio de Salud Mental del mismo centro durante el webinar organizado por Farmasierra 'Efectos positivos y negativos del estrés sobre las enfermedades digestivas y la salud mental'.
De hecho, los problemas de salud relacionados con el estrés suponen en el mundo el 25% de las hospitalizaciones y el 35% de las consultas en Atención Primaria. Ante esta alarma social el fisioterapeuta y escritor Antonio Valenzuela (@antoniovalenzuelacanovaca) y especialista en Psiconeuroinmunología, en su tercer libro Estimula tu nervio vago (Alienta Editorial) profundiza en las claves para combatir el estrés, mejorar la digestión y reducir la inflamación.

Antonio Valenzuela, fisioterapeuta y especialista en Psiconeuroinmunología. / Cedida
Pregunta. ¿Qué es el nervio vago y cómo influye en el estrés?
Respuesta. El nervio vago se entiende desde la perspectiva del sistema nervioso autónomo que controla determinadas funciones corporales, y que se divide en dos grandes ramas. El simpático, que es el sistema nervioso encargado del estrés y de activar la respuesta al estrés. También conocido como el sistema de lucha o huida, que se activa cuando nuestro cuerpo percata un peligro y nos activa, es decir, tensa nuestro músculo, acelera nuestro corazón y nuestra respiración, inflama nuestro organismo como un método defensivo y para todas las funciones que en ese momento no son vitales, como por ejemplo la digestión. Es decir, si nosotros estamos en un peligro, si estuviésemos en la sabana y viniese un león a comernos, lo que menos nos interesa es ponernos a digerir, lo que nos interesa es mandar la energía a los músculos para huir.
P. Menciona que la primera rama del sistema nervioso es el simpático y, ¿la otra?
R. El sistema nervioso parasimpático que se encarga de frenar la acción del simpático. Es el que nos lleva a la calma después de un evento estresante y ahí es donde actúa el nervio vago, el protagonista principal del sistema nervioso parasimpático para llevar esa respuesta de tranquilidad y de calma a los órganos de nuestro cuerpo y a toda la musculatura. Activa la respuesta antiinflamatoria, la regeneración de los tejidos y los procesos digestivos. El nervio vago pone a nuestro cuerpo en un modo de sanación.
P. Entonces, ¿el estrés es una epidemia moderna?
R. Sabemos que el 80% de las enfermedades crónicas dependen de forma directa del estrés, responsable del insomnio, dolores musculares, problemas digestivos y, mucho más serio incluso, problemas cardiovasculares. Hay gente que muere por infartos derivados del estrés. Entonces, de ahí la tremenda importancia de mejorar la salud de nuestro nervio vago y ese es el porqué del libro.
P. ¿La calidad de nuestra digestión se ve perjudicada por los picos de estrés elevados?
R. Claro, el comer al igual que el dormir, el tener relaciones sexuales, la reproducción... todo debe de hacerse desde el marco del parasimpático en el que nuestro cuerpo tiene que estar en un modo de relajación y de bienestar. El problema que tenemos es que cuando comemos desde la ansiedad, desde los nervios, desde la urgencia, con el sistema nervioso simpático disparado, nuestro cuerpo no puede producir ni saliva para digerir los alimentos en la boca y empezar la digestión estomacal, ni jugo gástrico a nivel del páncreas o de la bilis con enzimas para digerir esos alimentos. Entonces, esos alimentos llegan al intestino sin haberse digerido bien. Además, el nervio vago es esa interfaz de comunicación entre el intestino y el cerebro. Entonces, todo lo que ocurre en el intestino va a afectar al cerebro.
P. Lo que comúnmente se dice de sentir mariposas en el estómago, ¿no?
R. Exacto. Cuando estamos nerviosos, cuando vemos a alguien que nos gusta es porque tenemos esa respuesta de excitación. El nervio vago la transmite a nivel de un par de redundancias hacia el intestino, porque en el intestino tenemos lo que se conoce como el segundo cerebro, que es una colección de 500 millones de neuronas que forman el intestino. Entonces, las emociones impactan mucho en la salud del intestino. Si no estamos tranquilos, si no estamos calmados, no vamos a digerir bien, pero no solo eso, sino que podemos tener dolores de tripa o alteraciones del tránsito intestinal.
P. ¿Y cómo podemos activar ese nervio vago, darle ese empujoncito para que funcione mejor?
R. Esa es la pregunta del millón. Lo primero que deberíamos intentar es que el sistema nervioso simpático no se disparara a la mínima de cambio. En el libro menciono técnicas para evitar que esos leones imaginarios que nos acechan nos ataquen. En el pasado el estrés se forjó cuando nuestra vida corría peligro a cada instante, pero hoy en día ya no depende de ello. Deberíamos no reaccionar de forma exagerada, tener un sueño y una alimentación de buena calidad. Si nos alimentamos a base de azúcar y de alimentos ultraprocesados, no podemos pretender estar tranquilos si no tenemos unas relaciones sociales de calidad y no tenemos una vida activa en cuanto a movimiento. Lo ideal sería introducir a lo largo del día pequeñas pausas que fueran activas en las cuales pudiésemos mover nuestro cuerpo, lo que se conoce como snacks de movimiento. Pequeños momentos a lo largo del día en los cuales utilicemos como una válvula de escape de esa adrenalina y ese cortisol acumulado a lo largo del día.
P. ¿Y la respiración interfiere en nuestro sistema nervioso?
R. Totalmente. La respiración es una herramienta muy potente que tenemos para acceder a ese sistema nervioso mal llamado autónomo porque si respiramos bien nos ayuda a reducir la activación simpática. Cuando nos ponemos muy nerviosos, hiperventilamos, respiramos muy rápido y podemos autogenerar una crisis de ansiedad. Igual sucede al contrario. Por ejemplo, ¿cómo respira un bebé cuando está dormido? Pues respira llenando la tripa con su boquita cerrada por la nariz de una forma lenta, profunda y constante. Nosotros sabemos que cuando estamos nerviosos, cuando el simpático ha venido a secuestrarnos, unas respiraciones lentas, profundas y constantes por la nariz, cogiendo el aire por la nariz y soltándolo de una forma más prolongada por la boca, puede rescatarnos de ese estrés.
P. ¿Qué otras opciones hay para estimular el nervio vago?
R. Cuando hablamos del nervio vago pensamos en estructuras que son microscópicas, que los nervios no se ven, pero el nervio vago es un nervio muy grueso, de hecho tenemos dos que salen de la zona baja del cráneo, salen por la nuca, salen por ambos lados del cuello y se meten a través de las clavículas y detrás del externo por el pecho. ¿Eso por qué lo digo? Porque sabemos también que las posturas que son encorvadas, es decir, cuando nosotros estamos en la típica postura de un ordenador con la cabeza adelantada, con la espalda encorvada, esa postura aprisiona al nervio vago y esto evita o disminuye su capacidad de activarse o de estimularse. Entonces, todo lo que sean estiramientos de pandiculación son una manera muy poderosa de estimular el nervio vago. De hecho, el bostezo es un proceso que tiene nuestro cuerpo intrínseco de estimulación del nervio vago para relajarnos y ayudarnos a conciliar el sueño. Porque, por ejemplo, el nervio vago pasa por el cuello. Por eso, en la filosofía budista, se entonan los mantras, el famoso Oṃ. Porque como el nervio vago pasa por la laringe y cuando ésta vibra, el nervio vago vibra. Y cuando el nervio vago vibra, se estimula. Y cuando se estimula, nos introduce en un modo de calma, de paz y de apertura mental. Por eso, los budistas lo sabían perfectamente, sabían hackear su nervio vago para alcanzar esos estados elevados de consciencia.
P. ¿Influye la naturaleza?
R. Cuanto más cerca estemos de la naturaleza, mejor para nuestro estrés, nuestra ansiedad, nuestra tensión y para estimular el nervio vago. Sabemos que los estudios nos dicen que el contacto con la naturaleza, que el escuchar el canto de un pájaro, por ejemplo, automáticamente nos relaja. Cuanto más cerca estemos de los entornos naturales, mejor. Pero, si esos entornos naturales no los podemos tener cerca, pues vamos a incorporarlos en nuestro hogar a través de plantas o de plantar un pequeño huerto urbano en nuestra casa, si se puede. El contacto de nuestras manos con la tierra revitaliza a nuestro nervio vago y lo estimula.
P. ¿Y los masajes?
R. Como el nervio vago pasa por la zona lateral del cuello, sabemos que al masajear de forma gentil la zona lateral de nuestro cuello, lo que se conoce como masaje carotídeo, ese masaje automáticamente nos relaja. De hecho, se utiliza cuando tenemos la tensión arterial disparada para reducir la tensión arterial. El nervio vago, en función de nuestra expresión facial, se estimula o se coarta. Cuando simulamos una cara de enfado o apretamos la mandíbula y fruncimos el ceño, ahí automáticamente nuestro sistema de activación hacia el cortisol y la adrenalina se dispara. Por el contrario, cuando nosotros pacificamos nuestro rostro, relajamos nuestro cuerpo. Y es algo muy bonito también de ver como cuando soltamos nuestra cara, nuestra tensión baja. Por eso, también yo en el libro hablo del masaje facial, de masajearse la cara, la frente de manera suave, las sienes y el cráneo porque genera una estimulación por esas ramas activan la zona facial y estimulan el nervio vago, por ejemplo, mejorando la facilidad para conciliar el sueño.
P. Una vez que ya sabemos cómo estimular ese nervio vago, ¿qué entendemos por alimentación consciente (Mindful Eating en inglés) y cómo interfiere en una buena digestión?
R. Antiguamente se decía que la digestión empieza en la boca, y no es verdad. La digestión empieza en el cerebro. Cuando el plato de comida está frente a nosotros, ahí es cuando empieza la digestión porque nuestro cerebro cuando huele y ve la comida empieza a generar jugos digestivos. Y si empezamos a engullir con urgencia, pasan dos cosas. La primera es que la saciedad se altera, es decir, que empezamos a comer, comer, comer, y no nos saciamos. Y segundo, que digerimos menos alimentos. Por el contrario, nosotros podemos hacer de la alimentación, más que un mero trámite, podemos hacer casi un ritual que no solo va a ayudarnos a mejorar la digestión, sino que va a ayudarnos a entrar en los beneficios propios de la meditación. Si comemos desde el agradecimiento, saboreando, oliendo, degustando esos alimentos y poniendo todo lo que somos en aquello que estamos haciendo, en ese acto de comer, ocurren cosas muy interesantes. Nuestro nervio vago se estimula, genera todos esos jugos digestivos que son necesarios para digerir y si entendemos la comida como un acto de nutrición de nuestro cuerpo, masticaremos de forma lenta y esa ansiedad disminuye, se mejoran las digestiones y la saciedad aumenta. El Mindful Eating puede ayudar a las personas que tienen trastornos de atraco o determinados trastornos de la conducta alimentaria. Entonces, ya muchas veces el problema no es lo que comemos, sino desde dónde lo comemos.
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