RELACIONES

'La isla de las tentaciones': ¿experimento social o puro show?

Lo peor es cómo el programa juega con los sentimientos de los concursantes

Nos lo venden como un análisis de las relaciones, pero es un guion montado para asegurar drama y espectáculo

Una imagen del programa.

Una imagen del programa. / EUROPA PRESS

Noah Zafra

Barcelona

Los realities de pareja como 'La isla de las tentaciones' nos los venden como un experimento para poner a prueba la confianza y la fidelidad, pero ¿realmente es así? En teoría, el programa busca responder a la típica pregunta: "¿Es mi pareja la persona con la que quiero estar?” Pero en la práctica, parece más un plan diseñado para que las parejas rompan que para que se refuercen. Desde el minuto uno, todo es completamente irreal. Separan a las parejas, los meten en dos villas distintas y los rodean de solteros y solteras que están ahí con un único objetivo: hacerles dudar.

Nunca muestran el contexto completo. Es imposible no volverse loco en una situación así.

Y para que todo fluya “naturalmente”, eliminan cualquier distracción: sin móviles, sin contacto con el exterior, sin rutina… solo fiesta, alcohol y conversaciones que inevitablemente acaban girando en torno a la atracción y la tentación. Y luego están las míticas hogueras, que básicamente son una trampa emocional. Enseñan imágenes de sus parejas con otras personas, pero editadas estratégicamente para generar celos, inseguridad y reacciones fuertes. Nunca muestran el contexto completo, solo lo que hace falta para sembrar la duda y crear el drama. Es imposible no volverse loco en una situación así.

Y luego están las míticas hogueras, que básicamente son una trampa emocional

Lo peor es cómo el programa juega con los sentimientos de los concursantes. Les lanzan preguntas tipo “Si realmente quisieras a tu pareja, ¿te fijarías en otra persona?” o “Si tu novio/a se acerca a alguien, ¿significa que nunca te quiso de verdad?”, como si esas fueran situaciones normales en la vida real. Pero claro, en el día a día nadie está en una villa de lujo, rodeado de modelos que intentan conquistarte y con cámaras grabando cada mínimo gesto. Todo está pensado para que fallen.

Nos enganchamos al drama

Y luego estamos nosotros, el público, que caemos de cabeza en el juego. Comentamos en redes, nos posicionamos a favor de uno u otro, cancelamos a gente por decisiones que tomaron en un entorno completamente manipulado. Nos enganchamos al drama y al final el programa se alimenta de eso: lágrimas, gritos, cuernos y peleas ¿Y qué aprenden realmente las parejas? En teoría, el programa las ayuda a descubrir si están hechas el uno para el otro, pero lo cierto es que casi todas acaban separadas y sus concursantes más preocupados por los seguidores que han ganado que por su relación.

La verdadera pregunta es por qué nos encanta tanto ver a la gente sufrir por amor en televisión

Al final, más que una prueba de amor, 'La isla de las tentaciones' es una fábrica de influencers y clips virales. No es un experimento social, es puro show. Un producto diseñado para que la gente no pueda dejar de verlo. Nos lo venden como un análisis de las relaciones, pero en realidad es un guion perfectamente montado para asegurar drama y espectáculo. La verdadera pregunta no es si el programa es justo o no, sino por qué nos encanta tanto ver a la gente sufrir por amor en televisión.