DEPENDENCIA

Salarios mínimos, horarios imposibles y "conciliación cero": la realidad de quienes sostienen los cuidados en España

Las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio denuncian la precariedad de un empleo esencial para la sociedad

Manifestación de cuidadoras sociales contra la precariedad laboral en Barcelona.

Manifestación de cuidadoras sociales contra la precariedad laboral en Barcelona. / EFE / ENRIC FONTCUBERTA

María G. San Narciso

María G. San Narciso

Madrid

"Tengo un contrato de 32 horas semanales. Atiendo unos cuatro servicios diarios, de los cuales tres implican levantar a personas. En un solo servicio puedo realizar hasta diez transferencias, lo que significa que, a lo largo de la semana, habré levantado entre 700 y 800 kilos". Isabel Calvo, profesional del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) en la Comunidad de Madrid, conoce de primera mano los problemas de un sector que define como "muy bonito" y "muy de piel", pero profundamente infravalorado. En sus 18 años de profesión ha pasado por ocho empresas por subrogaciones, "a cada cual peor".

"La persona que de verdad te necesita en el domicilio es muy agradecida, pero es un servicio que está muy viciado. Hay mucha gente que quiere la empleada del hogar que nunca van a poder pagar. Nosotras nos hemos sacado una titulación de la que ahora hace mal uso la empresa", asegura. Critica que hagan un trabajo esencial, como se demostró en la pandemia, pero low cost, en el que las empresas privadas abaratan "hasta la tela de la bata", asegura.

Qué es el SAD

La ayuda domiciliaria es una prestación que consiste en un conjunto de tareas que se llevan a cabo en el domicilio de la persona dependiente. Las cuidadoras -la gran mayoría son mujeres- atienden a los beneficiarios para que puedan asearse, comer, acostarse o levantarse. Tratan de aumentar su autonomía para que permanezcan en su hogar sin tener que ir a un centro.

La mayoría de las veces, la prestación corre a cargo de empresas privadas, que se presentan a las licitaciones que convocan los ayuntamientos para hacerse cargo del servicio mediante un concurso público.

Muchas profesionales del sector de diferentes puntos de España llevan meses denunciando "contratos lucrativos con servicios públicos socio-sanitarios". El Sindicato S.A.D de Cuidadoras Profesionales Municipales advierte de que algunas de las empresas privadas, que ganan las licitaciones para ejercer los servicios de ayuda domiciliaria, "queman a sus cuidadoras y su vocación", con condiciones laborales muy deficitarias.

La huelga en Madrid

En el caso concreto de la Comunidad de Madrid, las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) llevan en huelga indefinida desde el pasado 7 de enero. En el último mes se han movilizado varias veces para pedir la actualización de unos pliegos que permitan reconocer la subida salarial contemplada en el convenio colectivo que se firmó el pasado mes de febrero.

En vez de eso, les han prorrogado los anteriores -hasta junio en el caso del Ayuntamiento de Madrid; hasta abril para la Comunidad-, que no tienen en cuenta la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), ni el aumento del coste de la vida, ni el incremento salarial para las trabajadoras que sí recoge el convenio colectivo. Isabel, que también es delegada de CGT, señala que, "para ser un sector tan precario, la acogida está siendo buenísima".

Aunque, según denuncia, ni las empresas ni algunas coordinadoras se lo están poniendo fácil. "A algunas compañeras les han llegado a llamar ocho veces cuando estaban secundando la huelga", afirma.

Piden lo mínimo y eso, según expertos, sindicatos y patronal, tampoco es suficiente. Hacen falta muchas cuidadoras y cuidadores en el sistema de dependencia que, sin un sueldo y unas condiciones de trabajo dignas, difícilmente va a atraer a profesionales.

"El sector de los cuidados profesionales tiene que ser más atractivo. No puede ser que unos trabajos con tanta carga física, emocional y de horarios esté retribuida con el SMI. Así no habrá cuidadores o cuidadoras, a poco que puedan marcharán porque no es claramente atractivo. Las condiciones no lo aconsejan. Como sociedad, no podemos mirar a otro lado. Deben tener condiciones aceptables", reclama Rafael Ruiz de Gauna, director adjunto de la Fundación Pere Tarrés.

Salarios mínimos

Los sueldos bajos parecen darse por hecho. Ruiz de Gauna recuerda que una enfermera cobra un 30% más en sector sanitario que en el de la dependencia. Y no es que en España su sueldo no es el más atractivo a tenor de la cifra de profesionales que emigran a otros países de la Unión Europea, donde puede multiplicarse hasta por cuatro.

Ellas pelean por sus derechos. Reclaman, por ejemplo, la jubilación anticipada a los 60 años. Muchas padecen lesiones y problemas físicos tras años al cuidado de mayores que implica grandes esfuerzos físicos. "Hay mujeres que se jubilan a los 67 que no habrán alcanzado los 38 años cotizados", asegura Isabel Calvo. E

En parte, porque a muchas les ha tocado también ejercer la misma labor que hacen con su profesión en sus propios hogares. "Al final, acabas dedicándole una vida a los cuidados, ya sean remunerados o sin remunerar", afirma.

Con todo, aseguran que sus horarios les impiden conciliar. "La empresa te cuesta la vida. Te quieren siempre disponible. La gran mayoría de los contratos son de siete horas y 15 minutos y tienen una carga más grande por la mañana, mientras que por la tarde puedes dar un servicio de 20.00 a 22.00 h. Eso significa que estás pringada todo el día. La conciliación familiar es cero", señala. Además, muchos contratos incluyen el sábado.

Buscar soluciones

La mejora de salarios, sumada a una mayor profesionalización, ayudaría, según el director adjunto de la Fundación Pere Tarrés, a mejorar estos servicios. "La falta de financiación deriva en unas condiciones laborales que, en algunos casos, son cercanas al SMI. Además, hay una exigencia formativa importante para acceder al trabajo y un crecimiento de la demanda. Toda esta suma hace muy difícil encontrar profesionales con la velocidad y demanda que requiere el sector", añade Ignacio Gamboa, presidente de la Asociación Estatal de Entidades de Servicios de Atención a Domicilio (ASADE), que representa a un 60% del sector con cerca de 20 empresas asociadas empleadoras de más de 60.000 profesionales.

Cuidar de ellas es esencial si se quiere apostar por unos cuidados ajenos a las macrorresidencias. El propio Ministerio de Derechos Sociales es consciente de esto. "Se requieren muchas trabajadoras para cumplir todas las necesidades, así como la valorización económica y social de los cuidados", aseguran fuentes del mismo. Pero para eso, indican, necesitan que se aprueben los nuevos presupuestos.

Mientras tanto, miles de trabajadoras seguirán movilizándose, en la calle y en las redes sociales. Lo harán para cuidar colectivamente de sí mismas. Es la única manera de puedan seguir cuidando a los demás.