RACISMO
Los migrantes magrebíes temen denunciar la discriminación racial que sufren en España: "Es un proceso difícil y desgastante"
Callar parece la única opción para muchas de las personas que sufren cada año trato discriminatorio por motivos raciales o étnicos
La discriminación continúa siendo un problema social presente en nuestras sociedades, sobre todo cuando viene por motivos raciales o étnicos. En España, según el Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial y Étnica de 2020, el 30,7% de personas se ven discriminadas cada año por este motivo. Y es un porcentaje anual que va en aumento. Pese a todo, muchas personas originarias del Magreb no denuncian ese tipo de situación. La ONG ACCEM ha investigado comprender por qué y ha descubierto que la denuncia formal se reserva solamente para los casos más graves y en los que la víctima considera que está en juego su acceso a derechos imprescindibles.
Para elaborar esta investigación, realizaron 11 entrevistas a personas expertas en discriminación racial y 15 a personas migrantes de origen magrebí, con el objetivo de indagar en sus formas de entender este tipo de discriminación. También organizaron seis grupos de discusión de entre tres y ocho personas, con un total de 28 participantes originarias de Marruecos y Argelia.
Así recogieron distintas situaciones de discriminación en el ámbito educativo, laboral, de vivienda, en redes sociales y medios de comunicación o en lugares de ocio. Muchos se encuentran con que no pueden pasar a discotecas por su aspecto, algo que no pasa con los chavales "de ojos azules". También ponen el foco en las interacciones con la policía. "Existe también un abuso de autoridad en el trato recibido, ya que las personas afectadas relatan cómo se dirigen a ellas con agresividad, subiendo el tono de voz y con muestras de desprecio. Los experto señalan que a sus servicios llegan numerosos casos de agresiones policiales hacia personas magrebíes, lo que refuerza aún más la desconfianza de esta población hacia la policía, porque no representa para ellos una institución que vele por su protección", indican los autores.
Carga histórica
"Al final, la historia española se ha construido sobre un rechazo al moro, un rechazo expresamente al moro por toda la historia que tiene España de la expulsión. […] Hay una narrativa social histórica arraigada sobre cómo es de violento", explica una investigadora y trabajadora social. "Y eso tiene mucho que ver con todo lo que sucede después, y cómo se va reproduciendo en las políticas, en los discursos xenófobos que están habiendo, etcétera".
"Esta carga histórica sigue presente hoy en día, en discursos mediáticos, políticos y sociales, donde se perpetúan estereotipos y prejuicios contra los/as migrantes magrebíes. El auge en los últimos años de los partidos de extrema derecha, la proliferación de bulos, la escasa visibilidad positiva de las personas magrebíes en los medios y la impunidad de los discursos racistas, entre otras cosas, han sido el caldo de cultivo ideal para la proliferación de estereotipos y mitos", explican los autores del informe.
"Por supuesto, estos prejuicios valen para cualquier persona de origen magrebí, ya que se les ve como un conjunto homogéneo y simplificado, y se podrían resumir en la idea de criminalidad y amenazas contra la seguridad del país de acogida, carga para el sistema e irresponsabilidad económica, subordinación y falta de agencia de las mujeres magrebíes, pobreza extrema y atraso cultural… Todos ellos reflejan una mirada de superioridad y distancia respecto a ellos/as, si no son salvajes, son inferiores o necesitados", añaden.
También abordan cómo la normalización de la discriminación dificulta en gran medida su detección, al mismo tiempo que contribuye a la infradenuncia. "El hecho de ver la discriminación como algo inherente al ser humano, un fenómeno que ha existido siempre y seguirá existiendo, dificulta la implementación de cambios, perpetuando un ciclo en el que la discriminación es vista, no como una injusticia, sino como una constante inevitable", indican. Otras personas lo ven como un trámite por el que tienen que pasar para ser aceptados en la sociedad de acogida. Esto, además de suponer un desgaste emocional y de autoestima, tiene implicaciones en su integración. Además, todos terminan por internalizar los prejuicios.
Entendimiento para reparar el daño
Ante estas actitudes discriminatorias, las personas que las sufren consideran que la reparación preferida a causa del daño percibido es el entendimiento. Esto es, que quien discrimina "comprenda el daño causado, pida disculpas y cambie para que no le ocurra a nadie más". Por el contrario, no se considera tanto la denuncia formal como una solución, "ya que puede que se obtenga una resolución favorable para la víctima, pero que esta no se sienta reparada", especialmente si la persona que ha proferido la ofensa no considera que haya actuado erróneamente
Las representaciones sociales sobre la denuncia formal que comparten las personas de origen magrebí son generalmente negativas. En el imaginario social, la forma más visible es la denuncia penal realizada en instancias policiales, pero también es la que concentra el mayor rechazo.
Además, sobre la formalización de la denuncia, ACCEM señala que estas personas la consideran injusta y excluyente al percibir que las personas migrantes y de origen magrebí van a ser tratadas con desconfianza por parte de la policía. Observan una desigualdad de poder respecto al resto de la población y porque las personas con menores recursos socioeconómicos no tienen el tiempo ni los recursos óptimos para dedicar a este procedimiento. De igual manera, creen que se trata de un proceso difícil y desgastante por la falta de información y la opacidad del propio procedimiento; y potencialmente inútil y contraproducente por la dificultad de demostrar en muchas ocasiones la discriminación, porque no se garantiza una resolución positiva, porque si la persona agresora no es castigada puede sentirse reforzada o por el temor a posibles represalias.
Por estas razones, la denuncia formal se reserva solamente para los casos más graves, como agresiones físicas, destrucción de objetos personales o privación de necesidades básicas, y en los que la víctima considera que está en juego el acceso a derechos imprescindibles.
Reforzar las opciones seguras
La investigación concluye que, para poder cambiar este imaginario y fomentar el uso de la denuncia formal, es necesario tomar en consideración algunas recomendaciones detectadas. Entre ellas está que se garantice el derecho a la denuncia segura de delitos de odio por parte de las personas en situación irregular, que se busquen vías rápidas para acelerar los procesos y alcanzar una resolución y poner por delante la opción con la que la víctima se sienta reparada de verdad.
Finalmente, también se aborda la necesidad de una mayor difusión y sensibilización acerca de la realidad de la discriminación racial, étnica o xenófoba para conocer qué es delito y qué no, dónde se puede acudir de forma segura para formalizar la denuncia, facilitar su acceso, con qué recursos cuentan esas personas, y sobre todo, qué pueden esperar de los distintos procesos y mecanismos para decidir con razones fundamentadas si valen la pena.
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