ENTREVISTA

Clara García, nominada a 'Mejor docente del 2024': "Cuando empecé, la profesión de profesor era sagrada y ahora se le perdió esa autoridad"

Para la docente de Literatura del CPR María Inmaculada-Carmelitas, de Vigo, la nominación es "un estímulo" para seguir otros 25 años "educando y mimando"

Clara María García.

Clara María García. / Marta G. Brea

Si a lo largo de la historia hay una relación de amor-odio por antonomasia es la del alumno con su profesor. Muchas veces supeditado a las buenas notas y a una laxitud a la hora de calificar las tareas y poner deberes, lo cierto es que no podrían entenderse el uno sin el otro. Y más actualmente, donde los colegios y centros educativos han dejado de ser un mero recinto en el que impartir unas determinadas asignaturas de forma magistral y sin mayor implicación a convertirse en un lugar en el que trabajar las emociones, la convivencia, el respeto a los demás y hábitos saludables que favorezcan una libertad total de expresión e identidad. Un espacio seguro.

Así es como le gusta definir a los colegios a Clara María García, la profesora del CPR María Inmaculada-Carmelitas de Vigo. Y es que desde hace años, los docentes han dejado a de ser “meros educadores” para convertirse en pilares también de la formación personal del alumno. A lo largo de sus 25 años en el centro, ha sido tal su dedicación que su alumnado la ha propuesto para los premios EDUCA ABANCA a 'Mejor docente de España 2024', convirtiéndose en la única profesora de Vigo entre el centenar de nominaciones y las cerca de 2.000 propuestas.

–¿Porqué docente? ¿Qué tiene la docencia que la ha llevado, primero, a decantarse por esta profesión y segundo a completar ya 25 años como profesora?

–Sinceramente, la docencia considero que es la mejor profesión del mundo. Estamos formando a los jóvenes, creándoles una base, no solo académica, sino formándolos como personas. Da igual si destacan en ciencias o matemáticas y llegan a ser científicos o terminando trabajando en cualquier oficio; lo importante es ser capaz de descubrir, de sacar, sus valías. Porque todos las tienen, tardarán mas o menos tiempo, habrá que dedicarles más o menos implicación, pero todos y cada uno las tienen. Y por eso es tan importante el papel del profesor.

–Trabajar en este aspecto humano semeja mil veces más complejo que la parte puramente lectiva.

–Al final todos tienen que pasar por la ESO o Bachillerato, y les gustará más una cosa u otra pero todos, absolutamente todos, salen del colegio siendo personas. Nosotros ejercemos ese pilar fundamental para que lleguen a ser personas, con educación, pero también con cariño y con mimo hacia ellos.

–Será esto lo que la ha llevado a estar nominada, por sus propios alumnos, a Mejor docente de España. ¿Qué sintió ante la noticia?

–Una alegría inmensa. Yo llevo 25 años como profesora, la mitad de mi vida. Empecé en Santiago de Compostela y compaginaba las clases allí con el colegio aquí dando Latín y Cultura Clásica. Luego me ofrecieron aquí en María Inmaculada la jornada completa y era imposible compatibilizar así que ya me quedé. Y hasta hoy.

–¿Cuál ha sido el mayor orgullo que ha percibido en las clases como docente? ¿Hay algún episodio, situación, o es un compendio de varias?

–Sobre todo la alegría y motivación que sigo encontrando en el aula. Ver que poco a poco, o con el paso del tiempo somo capaces de ayudarles a descubrir su vocación. Y eso que el concepto de profesor ha cambiado en estos años; antes la profesión de profesor era muy sagrado, era una autoridad se le tenía un respeto, y ahora sí que eso se ha perdido.

–¿Resulta más complicado educar, tratar, con los niños hoy en día que cuando empezó?

–No lo sé; por ejemplo, el hecho de tener móvil a edades cada vez más tempranas dificulta las cosas porque aísla mucho al niño. Queremos que lleguen a ser más de lo que ellos creen que pueden dar, y me gusta acompañarlos en este proceso. Pero eso depende tanto de la implicación de los profesores como de las familias en el centro educativo. Actualmente creo que los niños están demasiado sobreestimulados, tienen muchísimas alternativas y no siempre nos preocupamos de saber gestionar nuestras emociones y es muy importante. Tener estos conocimientos, estas pautas; aprender, en general, es garantía de estar bien.

–En pleno debate de aulas digitalizadas sí o aulas digitalizadas no; una profesora que ha vivido este camino, ¿con qué se queda?

–Nosotros en Carmelitas sí usamos nuevas tecnologías, claro, es una realidad que su uso no va a menguar, sino todo lo contrario. Pero lo hacemos con control, solo empleándolo para lo indispensable. Es importante educarles y enseñarles un buen uso de estas tecnologías, tabletas, redes sociales, que distingan las fake news, que respeten... es fundamental que vean que las aulas son un espacio seguro.

–También la urgencia o carencia de profesionales para alumnos con necesidades educativas especiales está ahora mismo en primera línea en cuanto a educación ¿Cómo gestionan esto desde el centro?

–Siempre hemos contando con un excelente departamento de Orientación que trabaja por dar cuenta de la situación y necesidades de estos estudiantes. Buscamos siempre atajar desde el minuto cero cualquier problema que detectemos, desde alumnado TEA, con TDAH... buscando también la colaboración con as familias. Es fundamental trabajar en un aula inclusiva y fomentarla. Que ningún niño se quede atrás por esto.

–¿Se adaptan currículos o incluso esta forma de trabajar con nuevas tecnologías?

–Creo que tanto los ordenadores como los libros de texto pueden convivir en cualquier aula. Ambos pueden ser funcionales. Es cierto que a los niños hiperactivos, que se abstraen fácilmente, les funciona mejor el formato papel pero pienso que pueden ser complementarias. No se puede renegar de las TIC, no estaríamos ofreciendo una buena educación.

–¿Cómo le gustaría que le recordaran sus alumnos?

–La verdad es que estos días he recibido más mensajes de ellos que nunca. Muchos exalumnos me han felicitado y, por otra parte, creo que tengo muchos compañeros que son de 10 y que merecerían esta nominación tanto como yo. Ahora, estar nominada me sirve de estímulo para seguir trabajando otros tantos años y para poner en valor mi trabajo; al final está claro que algo estoy haciendo bien. No somos meros educadores, de este trato pueden surgir amistades. Llegué a ir a la boda de una exalumna. Con confianza y buen trato se puede forjar una amistad. Hay que darles una continuidad a estos chicos, una confianza. Todos la merecen

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