LA NUEVA ESPAÑA

El infierno de Dante, un niño de 3 años, para ir al colegio: hora y media a pie con su madre padeciendo una enfermedad rara

El menor, que padece el síndrome de Williams-Beuren, no tiene solución para el transporte escolar al que tiene derecho

Laura Granell con el pequeño Dante y su hermano, camino del colegio.

Laura Granell con el pequeño Dante y su hermano, camino del colegio. / LNE

Andrés Velasco

El poeta Dante Alighieri dio forma en el siglo XIV a El Infierno. Quizá fue una premonición, porque siete siglos más tarde, otro Dante, un pequeño asturiano, también tiene que pasar por su particular infierno cada día para ir al colegio. Y es que su madre, Laura Granell, tiene que pasar casi cada día por una odisea para llevar a su hijo, que además padece una enfermedad rara, al colegio. Una hora y media a pie entre una aldea cercana al pueblo de La Casona y el colegio José Bernardo de Sama. El motivo: que Educación aún no les ha dado solución para el transporte escolar al que tienen derecho.

La historia de Laura Granell arranca tras la pandemia. Llegó desde su Valencia natal a Langreo (Asturias) para asentarse junto a su pareja cerca del pueblo de La Casona. Allí inició un proyecto de vida y vio nacer a su primer hijo, Dante. El pequeño nació con una enfermedad rara, el síndrome de Williams-Beuren. Tras pasar por varios exámenes, los médicos dictaminaron que el pequeño, que tiene tres años, podía empezar este curso al colegio, y podía hacerlo en un centro junto a compañeros sin discapacidad. "Por cercanía, nos pertenecía el colegio de Ciaño, pero como Dante necesitas atención especial y ahí no la tenían, nos asignaron al colegio José Bernardo de Sama, confirmándonos que teníamos derecho al transporte escolar", señala la mujer.

Sin transporte escolar

Hasta ahí, parece una historia normal. El problema llega cuando semana y media después de haber empezado el curso, ese transporte escolar no llega. "Nos dicen que está en trámite", se queja Laura Granell, que explica que no tiene coche y que a su aldea no llega el transporte público. "Lo más cerca que tenemos es El Carbayu", dice. Llevar al pequeño en taxi al colegio no es una opción para todos los días: "Cada carrera son casi 13 euros, y acabarían siendo cuatro viajes diarios entre ida y vuelta", 52 euros. Alguna vez lo ha cogido, pero no puede permitírselo todos los días.

Quizá algún padre o madre ahora esté pensando en este punto que no llevaría al pequeño al cole hasta que no se solucione el problema. Sin embargo, tampoco es la opción para Laura Granell. "El niño acaba de empezar al colegio, está en periodo de adaptación, y al tener necesidades especiales, nos han dicho que es sumamente importante que acuda a las clases", apunta.

Por ello, casi a diario, Laura Granell coge la silla de paseo gemelar y lleva a Dante, y a su hermano pequeño Vergil, -que no puede dejar a cargo de nadie- al colegio tras una caminata de hora y media. "Tenemos que salir de casa a las 7 y pico de la mañana para llegar a Sama", apunta. Para no despertar al pequeño a esas horas, trata de llegar algo antes para poder darle el desayuno en un banco cercano al cole. Muestra una captura de pantalla de Google Maps, con la distancia a pie entre su residencia y el colegio José Bernardo: 5,5 kilómetros, 1 hora 35 minutos de tiempo. Pero lo peor no es la bajada, sino la subida. "Pasamos de 200 metros de altura a más de 600, hay muchas cuestas", apunta con el pequeño espacio para el humor que deja la resignación.

En estos días ha tratado de lograr soluciones, pero nadie la escucha. "Hemos hablado con el colegio y con la Consejería de Educación, y lo único que nos dicen es que se está tramitando, pero no nos dan ni soluciones ni plazos", señala Laura Granell, que agrega que incluso las últimas veces que se puso en contacto con la administración regional, recibió contestaciones de malos modos. "Parece que les molesta que unos padres se preocupen por sus hijos", señala.

La preocupación es mayor para esta mujer pensando en los días otoñales de lluvia o en el invierno. "Bajar andando hasta Sama se hará inviable por estas carreteras, no sé cómo nos vamos a arreglar", lamenta. Por ello, reclama a la administración pública que encuentren una solución urgente para su pequeño.

Mientras tanto, Dante y Laura, Laura y Dante, seguirán recorriendo todos los días que puedan ese camino hasta el José Bernardo. Porque, dice, "no hay nada que un padre o una madre no hagan por su hijo".