SALUD
Famosos y pseudoterapias, una combinación peligrosa
El caso de Elle McPherson pone de relieve que la divulgación de falsos remedios por parte de celebridades conlleva riesgos para la salud pública

La supermodelo y actriz australiana Elle Macpherson. / EFE

Que una celebridad internacional anuncie que ha renunciado a la medicina científica para curarse de un cáncer, optando en su lugar por la llamada “medicina integrativa” u “holística” –en defininitiva, pseudoterapias– ha suscitado una polémica mundial. La supermodelo y actriz Elle MacPherson aseguró días atrás que ignoró el consejo de 32 médicos de someterse a quimioterapia para tratar su tumor de mama. Preocupa que muchas personas, influidas también por el excelente aspecto físico de la australiana a sus 60 años, podrían seguir su postura, abandonando la medicina sustentada en la evidencia científica. ¿Cómo es posible que esto ocurra en la sociedad de la información? ¿Estamos desarmados ante este tipo de mensajes?
Antes que MacPherson, celebridades como la también actriz australiana Olivia Newton-John y el magnate Steve Jobs confiaron su curación a terapias “alternativas” en detrimento de tratamientos avalados por la ciencia, con trágicos resultados. Elle MacPherson ha optado por la medicina integrativa, la cual, según las clínicas que la aplican, combina la medicina convencional con la natural, apoyada en el yoga, el ejercicio físico, la meditación, los masajes y ciertas pautas nutricionales. Pero aunque estas prácticas puedan resultar beneficiosas, este tipo de medicina no sirve como tratamiento para el cáncer.
“Los estudios con base científica coinciden en que este tipo de medicina no sustituye a los tratamientos convencionales. Y esto es así porque una vez comenzado el proceso tumoral, los hábitos de vida poco o nada pueden hacer para eliminar las células descontroladas”, explica en un artículo en “The Conversation” Guillermo López Lluch, catedrático del área de Biología Celular de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla).
“Elle MacPherson se curó yendo al médico, como nos curamos todos, y una vez completamente remitida la enfermedad empezó a contar la estupidez de que se había curado con terapias holísticas”, apunta a Faro de Vigo, de Prensa Ibérica, Juan José Vázquez-Portomeñe Seijas, vicepresidente del Círculo Escéptico, asociación que promueve el pensamiento crítico y combate las pseudociencias y las pseudoterapias.
El Círculo Escéptico denunció este verano el evento de promoción de pseudoterapias que iban a protagonizar en julio en Mallorca el cantante Miguel Bosé –que se autodefine como “orgullosamente negacionista”– y el curandero Josep Pàmies, varias veces sancionado por las autoridades por promover y vender el MMS, una especie de mezcla de lejía y agua, como supuesto tratamiento para el autismo. La Conselleria de Salud balear advirtió sobre el “peligro” que comportaba dicha jornada y levantó acta sobre la misma.
“Las pseudoterapias no son medicina. Se llaman así porque no han demostrado científicamente ninguna capacidad curativa –señala el abogado Fernando L. Frías, portavoz del Círculo Escéptico–. Su práctica y promoción ponen en riesgo la salud de los ciudadanos. En particular, de los enfermos crónicos y de aquellos que sufren enfermedades graves, que a veces abandonan tratamientos efectivos con trágicas consecuencias”.
También profesional del ámbito jurídico, Juan José Vázquez-Portomeñe es abogado del Estado y autor del libro “El derecho frente a la pseudociencia” (Editorial Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2021), un manual que ayuda a discernir qué casos entran en la legalidad y cuáles no. “El puro acto de mentir no es, en principio un acto delictivo, y ni siquiera es un acto ilícito –recuerda este jurista gallego, gran amante de la ciencia–. El mero hecho de difundir información falsa sobre la salud o sobre los remedios a las enfermedades no es en sí mismo un delito ni una infracción. Sin embargo, cuando se le unen otros requisitos, sí puede dar lugar a una reprensión penal, o incluso administrativa, según la naturaleza de la conducta”, matiza.
Recuerda el vicepresidente del Círculo Escéptico que es incorrecto invocar la libertad de expresión en este tipo de divulgación, ya que, mientras que la libertad de expresión se refiere a la formulación de juicios de valor, de opiniones, cuando se trata de hechos entra en liza la libertad de información. “La difusión de mentiras no es una actividad amparada en la libertad de expresión, ni mucho menos –subraya–. Habría que invocar la libertad de información, que además está restringida al hecho de ser veraz”.
El requisito para que estas prácticas sean punibles por la ley es el ánimo de lucro
El jurista señala que hay un delito específico, en el artículo 282 del Código Penal, de publicidad ilícita, que castiga la promoción de la comercialización de bienes y servicios, incurriendo en falsedad y cuando pueda producir un peligro grave y manifiesto a los consumidores. “No se trata solo del hecho de mentir, el requisito fundamental que entra aquí es el ánimo de lucro, el ánimo de comercializar”, precisa este experto.
El caso de Pàmies es paradigmático en este sentido, ya que, recuerda Vázquez-Portomeñe, promueve “actividades que se venden como puramente divulgativas que en el fondo representan publicidad encubierta. Lo que este caballero hace es trasladar información falsa para generar la idea de que los remedios convencionales no funcionan y sí lo hacen los que él dispensa”, recalca.
Algo parecido se da en el caso de Elle MacPherson: “Tiene una línea de productos difundidos en internet de terapia holística, terapia natural y más cosas. En la medida en que las declaraciones de esta mujer constituyan una invitación a abandonar los remedios médicos convencionales para sustituirlos por sus propios productos o servicios, eso es una publicidad ilegal, por ilícita y engañosa”. En definitiva, insiste este jurista, “el ánimo de lucro y de fomentar el consumo es lo que distingue la mera divulgación impune de mentiras de una actividad prohibida por la ley”.
Los casos de Elle MacPherson y Josep Pàmies, amplificado por la fama de Miguel Bosé, resultan especialmente preocupantes y mediáticos, pero hay muchos otros ejemplos de celebridades que en España han prestado su imagen a la difusión de pseudoterapias. En estos casos no suelen entrar en juego problemas tan graves como el cáncer y el autismo, ni tampoco queda siempre claro el ánimo de lucro, por lo que algunos de ellos han quedado bajo el radar de los medios de comunicación.
Txumari Alfaro atribuyó el cáncer de mama a un ‘shock’ de la madre con un hijo
Uno de los casos más alarmantes es el del naturópata Txumari Alfaro, famoso por intervenciones en televisión en las que recomendaba, entre otras lindezas, beber nuestra propia orina. En un acto de Dulce Revolución, el movimiento de Pàmies, afirmó que “el 100% de las mujeres que tengan un cáncer de mama izquierdo y sean diestras han vivido entre 6 y 14 meses antes de los signos clínicos del pecho un shock psicobiológico con su hijo. Por ejemplo, si lo atropellaron”. El vídeo puede encontrarse en X.
También en redes sociales pueden verse las interacciones de Anne Igartiburu con Jorge Rial, terapeuta en psicosomática clínica y transgeneracional. La presentadora vasca dice que le admira y que aprendió de él “biodescodificación, psicosomática y experiencia transgeneracional”, todas pseudoterapias. En el canal de YouTube de Igartiburu hay una charla con Rial en la que éste vierte afirmaciones como que “la fibromialgia tiene que ver con las fibras familiares, cuando tengo que estar con un familiar que me hace la vida imposible (...). Desde la psicosomática consideramos que cada enfermedad pertenece a una causa emocional que tú has heredado o que tú has construido en tu vida”.
Otra figura de la televisión, Cristina Pedroche, cosechó críticas unánimes desde el ámbito sanitario cuando afirmó en “El Hormiguero” que había realizado un ‘casting’ de pediatras por su “miedo irracional” al parto. Estaba promocionando su libro “Gracias al miedo”.
Precisamente el presentador de “El Hormiguero”, Pablo Motos, fue objeto de una crítica por parte de la ministra de Sanidad, Mónica García, por publicitar un aparato de “regeneración celular” de un centro de bienestar. “Las pseudoterapias solo tienen efectos en el bolsillo, en el mejor de los casos. La falta de evidencia científica no solo es un engaño: también puede poner en riesgo la salud”, apuntó García en su perfil de X.
La productora El Terrat, fundada por el también presentador de televisión y cómico Andreu Buenafuente, realizó el espectáculo “Transfórmate”, un vehículo para las enseñanzas de Xevi Verdaguer, un fisioterapeuta que se presenta como “psiconeuroinmunoendocrinólogo” y experto en “psiconeuroinmunología”, y que asegura que ha “reseteado” la salud de personajes como Sílvia Abril –pareja de Buenafuente–, Vanesa Lorenzo, Gemma Mengual y Luis Enrique.
Desde el ámbito futbolístico no faltan influencers de salud, como Marcos Llorente, del Atlético de Madrid, que ha promocionado la dieta del paleolítico y el tomar el sol durante horas sin protección; y el exmadridista Cristiano Ronaldo, socio de una marca de agua mineral con supuestas cualidades “antioxidantes” sin soporte en la ciencia.
Sea ilegal o no, contra la divulgación de pseudoterapias hay un antídoto, como dice Juan José Vázquez-Portomeñe, que es el pensamiento crítico: “No se va a prohibir que alguien diga que el cáncer se cura saltando las hogueras. Pero el que se lo crea tiene que hacérselo mirar”, concluye.
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