DERECHOS DE LA INFANCIA

Rebeca Gyumi, activista contra el matrimonio infantil: "La vacuna más importante es dar voz y poder a las niñas"

La abogada tanzana, Premio de Derechos Humanos de la ONU, logró en 2016 que el Tribunal Supremo de su país declarara inconstitucional la Ley del Matrimonio de 1971, que permitía casar a las niñas con 14 años

Rebeca Gyumi

Rebeca Gyumi / Alba Vigaray

Nieves Salinas

Nieves Salinas

Rebeca Gyumi (DodomaTanzania, 1986) llega a Madrid una calurosa tarde de abril. Es la primera vez que viaja a España. La abogada y activista africana apenas ha tenido tiempo de aterrizar y salta directa a la inauguración del Foro Global de Neumonía que se acaba de celebrar en el CaixaForum. Lo dice con amplia sonrisa en una entrevista que concede a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en la que recuerda cómo, en 2016, con 30 años, logró que el Tribunal Supremo de su país declarara inconstitucional la Ley del Matrimonio de 1971, que permitía casar a las niñas con 14 años. Ganadora, en 2018, del Premio de Derechos Humanos de la ONU, Gyumi es de esas mujeres que, con determinación, cambian el mundo.

Sosegada, dulce y enérgica a la vez, Rebeca Gyumi transmite el acogimiento que, dice, caracteriza a las niñas de su país. Esas jóvenes a las que quiere empujar para que sean dueñas de su destino. Cuenta que en el momento en el que se está realizando la entrevista, en Tanzania, el Ministerio de Asuntos Constitucionales y Legales está llevando a cabo una campaña para que se adopte la modificación de la ley que permite casarse a las niñas, algo que la Corte Suprema declaró inconstitucional, pero que, día a día, sigue sucediendo.

Rebeca, toda una celebridad en África, se muestra firme. Comienza la entrevista apretando fuerte la mano. Acaba dando un abrazo acogedor e invitando a conocer su país que, asegura, más allá de esas maravillosas cumbres del Kilimanjaro, tiene mucho que ofrecer. A España, ante un foro de dirigentes y ONG de 14 países que hablan de neumonía y vacunas -organizado por la Fundación "la Caixa", la Fundación Bill & Melinda Gates o UNICEF, entre otras entidades- ha venido a lanzar un mensaje rotundo: habla de niñas, de fuerza, de escapar a un destino ancestral. De la inversión en educación como la mejor de las vacunas. De que tengan voz y sean libres.

La abogada dirige una ONG, Iniciativa Msichana, que en suajili (lengua oficial en Tanzania, Kenia y Uganda) quiere decir muchacha. Su trabajo se centra en las regiones de su país donde el matrimonio infantil está más arraigado. También en la educación sexual de las chicas en un país que, en las estadísticas mundiales, aparece entre los primeros con más contagios por VIH.

"Hay muchísimas niñas que todos los días se siguen casando. Se ven forzadas a hacerlo. La mayoría son de familias pobres", dice Gyumi.

La primera referencia con la que una se encuentra cuando repasa su trayectoria es la de 'influencer'. ¿Se siente cómoda en ese papel? "Me defino como feminista activista. Por defecto, significa ser activista por los derechos de las chicas en mi comunidad", responde. De hecho, la historia del matrimonio infantil la vio repetida mil veces cuando ella crecía. Pero todavía hoy, dice, cuando viaja por su país, ve a "muchísimas niñas que todos los días se siguen casando. Lo que me enerva y entristece es que se ven forzadas a hacerlo. Y la mayoría, son de familias pobres".

Pregunta. Ha venido a España a participar en un foro sobre neumonía una enfermedad que, cada 42 segundos, mata a un niño en el mundo. ¿Qué mensaje quería transmitir?

Respuesta. Si se habla de neumonía, más del 50 % de niños que mueren lo hacen en el África subsahariana. Muchos son adolescentes. Los niños que nacen de madres que han tenido educación tienen un 30% menos de probabilidades de morir. Hay una relación intensa entre la educación de las madres y la tasa de supervivencia de los niños. Hablamos de aumentar la inmunización mediante el uso de vacunas. Mi desafío es: las vacunas pueden ser algo muy útil, pero la más importante es invertir en la formación de las chicas, darles poder, voz y liderazgo. Para que ellas puedan decidir cuándo quieren tener un hijo y con quién, porque muchas veces esos hijos son fruto de una violación. Y confianza para que puedan decidir sus vidas. Es decir, la inversión no sólo debe ser en la vacunas, sino que, al mismo tiempo, debe invertirse en educación para las chicas.

P. Usted aparece en diferentes listados como una de las mujeres que están cambiando el mundo y ha recibido numerosos galardones. ¿Cómo se siente?

R. El reconocimiento que viene de las plataformas globales lo tomo con mucha humildad. Sobre todo porque soy una mujer joven, que vengo del África subsahariana. Y porque también significa asumir mucha responsabilidad. Aprecio esos reconocimientos y que la gente vea la labor que estoy haciendo pero, en realidad, eso significa para mí un mayor compromiso para mi misión. Es una motivación porque significa que se reconoce mi trabajo, pero un recordatorio constante de que debo de seguir luchando.

"Mi comunidad, desafortunadamente, es profundamente patriarcal y las jóvenes no piensan que tengan los mismos derechos que los niños de su edad", dice Gyumi

P. En 2016, logró que el Tribunal Supremo de Tanzania declarara inconstitucional la Ley del Matrimonio, que databa de 1971 y permitía que las niñas se casaran con 14 años. ¿Cómo está ahora la lucha?

R. Yo era la líder del movimiento, pero trabajé con muchas más personas. Logramos introducir una apelación ante la Corte Suprema que al final declaró inconstitucional el matrimonio infantil. En este momento, por la separación de poderes, ganamos en el poder judicial, pero estamos combatiendo, a nivel legislativo, para que se acate la decisión adoptada por el Supremo. A través de nuestra campaña, ejercemos presión en el Parlamento para que enmiende la ley que existe ahora y esa modificación sea aprobada.

Rebeca Gyumi en CaixaForum Madrid.

Rebeca Gyumi en CaixaForum Madrid. / Alba Vigaray

P. ¿Qué supone para una niña casarse con 14 años?

R. Mi comunidad, desafortunadamente, es profundamente patriarcal y las jóvenes no piensan que tengan los mismos derechos que los niños de su edad. Al final, no conocen sus derechos -como a la educación- ni hablan de ellos y esto no sucede con los jóvenes. Se considera que las chicas son ciudadanas de segunda categoría. Todo tiene que ver con costumbres, tradiciones y religión. El matrimonio infantil en nuestras comunidades estaba contemplado en la ley y la ley se apoyaba en esas costumbres. Por eso, nuestro trabajo es presionar desde el Estado para que esta política cambie mediante la enmienda de la ley. Así se podrá proteger a esas chicas. Entiendo que eso es difícil de comprender en un país como España. En el este de África, sólo Tanzania tenía esta situación. Por ejemplo, Egipto cambió esta política el año pasado. Ha resultado mucho más difícil en los países donde no hay pluralismo, donde predomina el Islam. Ahí ha sido muy difícil introducir el cambio a través de las leyes.

P. Decía que no le gusta que la nombren como 'influencer'. Pero lo cierto es que usted y su grupo han cambiado el destino de muchas niñas.

R. (Sonrisa). Quienes deben responder a esa pregunta son las niñas. Personalmente, me llena saber que puedo ayudar a cambiar la vida de otras personas. Pero no quiero promocionarme. Quiero que ellas sientan lo que han logrado con esos cambios. Si el reconocimiento viene de ellas, estupendo.

P. ¿En qué trabaja actualmente su ONG, Iniciativa Msichana?

R. Fundé la organización en 2015. Trabajamos en tres estrategias. Primero, reforzar la voz de las chicas, darles poder y capacidad de actuar. También en lo que llamamos la reentrada en el sistema para promover el cambio; es decir, favorecer la reinserción de las chicas que en algún momento quedaron embarazadas y en un programa de acceso a la educación. En esa línea, ayudamos con todo lo que necesitan para la menstruación o bicicletas para poder desplazarse. Lo último es la formación de comunidades para que no estén aisladas. Ahora tenemos 52 grupos de chicas que van a la escuela y 40 grupos para las no escolarizadas. Hemos donado unas 500 bicicletas. Y trabajamos en 44 comunidades.