CIENCIA

Solo el 0,001% de la población mundial está expuesta a niveles seguros de calidad del aire

Un nuevo estudio alerta sobre las elevadas concentraciones de partículas finas (PM2,5) en todo el mundo

No queda ya ningún lugar en la Tierra libre de contaminación atmosférica.

No queda ya ningún lugar en la Tierra libre de contaminación atmosférica. / Archivo

Valentina Raffio

El aire que respiramos está impregnado de una serie de partículas tan y tan minúsculas que son capaces de infiltrarse en nuestro cuerpo —desde los pulmones hasta el corazón y el cerebro— y deteriorar poco a poco nuestra salud. Se trata de las (desgraciadamente) famosas partículas finas en suspensión (PM2,5). La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la concentración diaria de estas sustancias no debería superar los

5 microgramos por metro cúbico

. El estudio más grande realizado hasta la fecha sobre calidad del aire en el mundo apunta a que solo el 0,001% de la población global respira aire que está dentro de estos umbrales de seguridad. El 99,999% restante está expuesto a niveles peligrosos de

contaminación

.

La investigación, publicada este mismo martes en la revista científica 'The Lancet Planetary Health', analiza tres décadas de datos sobre calidad del aire en todo el mundo. Por un lado, a partir de la información recopilada 'a pie de calle' en las estaciones locales de monitoreo y, por otro lado, a partir de datos satelitales a gran escala. El análisis de estos datos arroja conclusiones alarmantes sobre el estado del aire del planeta. Para empezar porque, según desvela este estudio, ahora mismo solo el 0,18% de la superficie del planeta está expuesta a umbrales óptimos de calidad del aire. En el resto del globo se registra una concentración de partículas finas por encima de los niveles seguros dictados por la oficina de Naciones Unidas.

El promedio global de partículas finas está en los 32,8 microgramos por metro cúbico. Esta cifra está muy por encima respecto a las 5 micras que bajara la Organización Mundial de la Salud. El análisis de las últimas dos décadas sugiere que la calidad del aire a nivel global está en niveles peligrosos en el 70% de los días. En algunas zonas del mundo, como en el continente asiático, se han registrado niveles excesivos de contaminación en más del 90% de los días de los últimos treinta años.

Zonas más contaminadas

El estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Monash (Australia), dibuja una panorámica desigual sobre la evolución de la contaminación en el mundo. En algunas regiones del mundo, como Europa y Norte América, se han registrado mejoras en la calidad del aire en los últimos veinte años. En otras zonas del globo, en cambio, la situación ha empeorado. Los investigadores señalan que la presencia de partículas finas ha subido a niveles preocupantes en Asia, África, Australia, Nueva Zelanda, América del sur y el Caribe. Las concentraciones más altas de PM2,5 se han registrado en Asia, donde en la zona oriental se han llegado a 50,0 μg/m³ y en la meridional a 37,2 μg/m³, y en el norte de África.

En España, según datos del Observatorio de Sostenibilidad, Madrid y Barcelona destacan como las ciudades con peor calidad del país. En el caso de Madrid, unos 3,2 millones de habitantes viven con niveles de 29 µg/m3 de contaminantes. En

Barcelona

, las 1,6 millones de personas que habitan en la ciudad están expuestas a 24 µg/m3 de contaminación. En otras metrópolis españolas como Marbella, Granada, Granollers y Murcia también se registran niveles "incompatibles con una buena salud". Sobre todo en las zonas más vulnerables de estas ciudades.

Problemas de salud

¿Pero de dónde vienen estas partículas contaminantes que impregnan el aire de las ciudades de todo el mundo? La respuesta es inequívoca. Las partículas finas son fruto directo de las actividades humanas. Concretamente, de los procesos de combustión. La circulación de vehículos, las fábricas y las centrales eléctricas son grandes emisores globales de estas sustancias en las ciudades. También lo son las quemas agrícolas y los incendios forestales. El polvo, el hollín o el polen arrastrados por el viento también pueden aumentar los niveles de partículas en suspensión aunque, en este caso, el impacto es mucho menor.

La contaminación incrementa provoca más enfermedades pulmonares y cardíacas.

La presencia de estas minúsculas partículas en el aire ha sido descrita como un "acelerador de problemas de salud". Sobre todo por su capacidad para infiltrarse en el organismo y desencadenar daños en diferentes órganos. Según apuntan los estudios científicos más exhaustivos realizados hasta la fecha, las partículas finas se asocian con un aumento de las enfermedades cardíacas y pulmonares como, por ejemplo, los casos de infartos, asma y bronquitos. En total, se calcula que la contaminación atmosférica causa cerca de siete millones de muertes al año en todo el mundo.

Con la misma contundencia con la que se presentan estos datos, la comunidad científica argumenta que mejorando la calidad del aire se podrían evitar miles de muertes el año. Un análisis del centro de investigación IsGlobal, también publicado en 'The Lancet Planetary Health', calcula que solo logrando bajar las partículas PM2,5 hasta el umbral seguro se podrían evitar 125.000 muertes anuales en Europa. En ciudades como Madrid, mejorar la calidad del aire podría prevenir 1.876 fallecimientos al año. En Barcelona, cerca de 2.215.