Opinión | ESCRITURA

La rebelión del "me enterrarán con las tildes puestas"

La RAE indulta el acento en el adverbio ‘sólo’ en caso de ambigüedad

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rae / Fachada principal del edificio de la RAE.

Resulta que la RAE, en su sesión plenaria del último jueves, ha decidido indultar el uso de la tilde en la palabra 'sólo' cuando funciona como adverbio, después de haberla eliminado en 2010. Pero, ojo, únicamente en aquellos casos en que el escribiente perciba riesgo de confusión. "Estuve en casa solo una hora". Qué significa, ¿que permaneciste únicamente 60 minutos antes de largarte? ¿O bien que estuviste en tu mismidad, sin compañía? Lo mismo pasa con la frase "trabaja solo los domingos". Contra la ambigüedad, acento diacrítico al canto. La enmienda, que se publicará en el ‘Diccionario Panhispánico de Dudas’, "no modifica la norma, sino que la hace más clara", alegan los académicos. O sea, que es obligatorio prescindir de la tilde si no existe equívoco.

Hace 13 años, el asunto suscitó una viva polémica en el seno de la Academia entre gramáticos y creadores; la mayoría de los escritores abogaba por el acento adverbial, entre ellos Javier Marías, Mario Vargas Llosa, José María Merino, Pere Gimferrer, Soledad Puértolas y Antonio Muñoz Molina. Arturo Pérez-Reverte, el académico más renuente a la supresión, dijo: "A mí me enterrarán con las tildes puestas, demostrativos pronominales incluidos", que ahora también recuperan el sombrero. "Pondré 'sólo' con tilde hasta la tumba fría".

Nostalgia y costumbre

Servidora pertenece al sector ‘tildista’ sin demasiados argumentos, solo porque sí, porque sigue gustándome escribir a mano, el tacto del papel, el susurro del lápiz o la estilográfica, la tinta que empapa, la inclinación exacta e inconsciente del trazo en cada párrafo y asaetear las vocales con la flecha de la tilde, las oes ensartadas como la aceituna del martini. ¡Que vuelvan 'truhán' y 'guión'! Cuando garrapateo mis cosas, sigo acentuándolos sin darme cuenta, en un acto reflejo, porque así me lo enseñaron. Con la de dictados que nos calzamos los de mi quinta para arriba… "Sólo sé que está solo". "Ahí hay un soldado que dice, ¡ay de mí!", escrito en la escuela, 40 cabezas bajo la luz de los fluorescentes, la tarde y los calcetines larguísimos y grises.

El percebe y su roca

Tampoco me pelearía con nadie por un acento. Pero en estos 13 años que han pasado como un soplo, me ha sorprendido la cantidad de personas que han seguido acentuando el adverbio 'sólo', aunque, bien mirado, rara vez se generan ambigüedades. Nos aferramos al 'sólo' como el percebe a su roca, con obstinación insurrecta, tal vez porque se trataba de una norma gramatical diáfana. Nada, pequeñas rebeliones, pequeñas certezas que van quedando.