ENTREVISTA

Marco Springmann: "España come demasiada carne roja, habría que subir su precio"

El responsable del Programa Oxford Martin para el Futuro de la Alimentación de la Universidad de Oxford asegura que cambiando el consumo de ternera por pollo ya se contamina diez veces menos.

Marco Springmann, responsable del Programa Oxford Martin para el Futuro de la Alimentación

Marco Springmann, responsable del Programa Oxford Martin para el Futuro de la Alimentación / EPE

Alberto Muñoz

Alberto Muñoz

Hay salchichas de cerdo, de pollo y de ternera, pero también de tofu, de legumbres y de espinacas. "Prácticamente de lo que te de la gana, si lo que le da el sabor son un montón de especias y aceites", resume a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA Marco Springmann, responsable del Programa Oxford Martin para el Futuro de la Alimentación. Sin embargo, dice, lo que haya dentro de ellas sí que importa para el futuro del planeta: que sea de pollo en vez de ternera contamina diez veces menos, y, si es de legumbres, cien.

Springmann pone este ejemplo porque nació en Alemania, el país que más salchichas consume de todo el mundo, pero esa misma filosofía se puede aplicar al resto de alimentos. Dice, por ejemplo, que "en España se consume demasiada carne roja" y que se debería "subir su precio para desincentivarlo". "Hemos calculado que alrededor de un 40%", explica a este periódico.

El investigador de la Universidad de Oxford se ha reunido esta semana con el ministro de Consumo, Alberto Garzón, para hablar del estado de la industria alimentaria, de las políticas que está llevando a cabo el país en este sentido y de posibilidades como la de crear una 'eco etiqueta', similar a la de los valores nutricionales, que indique al consumidor la huella de carbono que ha dejado producir ese alimento.

P: Garzón se encontró con una fuerte oposición de un sector de la sociedad cuando recomendó comer menos carne roja.

R: Una estupidez como una casa. Hay consenso dentro de la comunidad académica acerca de que comemos demasiada, especialmente en países ricos como España, por lo que me parece una recomendación muy prudente. Incluso, diría yo, una recomendación que debería ir acompañada de políticas como la subida de los precios para incentivar que sea más difícil comer carne roja y alimentos contaminantes similares. No es solo una cuestión de salud humana, sino de la del planeta, porque si no cambiamos nuestra dieta hacia alternativas más vegetales no tenemos ninguna posibilidad de evitar niveles peligrosos de cambio climático.

P: ¿Cómo se convence a la población?

R: La gente no suele estar en contra de la evidencia científica. Suelen ser los grupos de presión, aquellos que ganan mucho dinero con esto, los que organizan campañas indignadas contra este tipo de recomendaciones. Por eso hay que garantizarles una fórmula para que esos actores de la industria diversifiquen su producción y sigan ganando dinero sin perjudicar al medio ambiente. No se trata de gritarles, porque creo que no vamos a ganar nada. Es preferible trabajar con ellos que estar en su contra.

P: Se trata de una industria que mueve miles de millones de euros.

R: Así es, estamos hablando de cómo se compone el mercado global, y lo cierto es que el caso de España es muy curioso. España es uno de los mayores exportadores del mundo de frutas y verduras, y eso tiene un impacto económico y de salud muy positivo en muchos países. Está contribuyendo al bien global, podríamos decir. Pero, al mismo tiempo, también es uno de los cinco mayores exportadores de carne roja, por lo que se come parte de ese beneficio que genera, ya que el consumo de este tipo de alimentos se asocia, por ejemplo, a un mayor riesgo de padecer enfermedades. Un país tan orientado a la exportación como España debería replantearse su modelo agroalimentario y orientarlo hacia un fin más sostenible y saludable.

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P: ¿Cuál es su recomendación?

R: Siendo conscientes de cómo contribuye lo que hacemos a la emergencia climática. Nosotros defendemos, por ejemplo, que se graven las emisiones de gases de efecto invernadero. En algunos sectores ya se está aplicando, pero no en el de la comida, y por eso el alimentario es un sector que no ha sido capaz de aportar su parte en este sentido. Es por eso que hemos calculado cuánto deberían costar ciertos alimentos y el impacto que tendría la reducción de su consumo.

P: ¿A qué conclusiones han llegado?

R: El estudio es de hace un par de años, pero fue muy concluyente. Por ejemplo, descubrimos que la ternera es uno de los alimentos cuya producción provoca más emisiones, por lo que debería ser un 40% más cara, mientras que los lácteos deberían costar un 20% más. Si eso pasara la gente dejaría de consumir tanto estos productos y buscaría alternativas, seguramente vegetales. Si llegáramos a ese punto estimamos que la cesta de la compra sería un 30% más barata para las familias. Un ahorro considerable, y más en tiempos de inflación.

P: Sin embargo, no es fácil que todo el mundo se convierta al veganismo, ¿no?

R: Son recomendaciones, claro, y siempre hay términos medios. Por ejemplo, el flexitarianismo, que es una dieta bastante similar a la mediterránea y que seguro que os suena en España. Menos carne, menos lácteos y más cereales integrales, frutas y verduras. Es una alternativa intermedia, que, junto a otras, puede ayudarnos a alcanzar el objetivo de que el planeta no se caliente más de 1,5º.

P: ¿Y eso llegaría a notarse?

R: Claro, por ejemplo, si cogemos como unidad de medida una salchicha. Si está hecha con carne de cerdo contaminará diez veces más que si es de pollo y cien veces más que si está compuesta de lentejas. En cualquier caso, ¿por qué quedarse a medio camino? Ahora mismo comemos demasiados animales, por lo que bueno, quizás a corto plazo cambiar la ternera por el pollo sea un paso en la dirección correcta, pero a medio no va a ser suficiente.

P: Pasar de salchichas de ternera a otras de pollo seguramente sea más fácil que irse directamente a unas de lentejas.

R: Si saben casi igual, las salchichas pueden ser prácticamente de lo que te de la gana porque lo que le da el sabor son un montón de especias y aceites, no la carne en sí. Aunque, si te digo la verdad, yo que trabajo desde un punto de vista de salud pública, lo que quiero es que la gente coma bien, por lo que sería raro que metiese salchichas de ningún tipo en una dieta equilibrada.

P: Cambiando de tema. España ha subido el IVA de las bebidas azucaradas, pero el resultado es que solo se ha reducido el consumo entre las familias más pobres.

R: Esos productos se suelen consumir más en las horquillas de población con menos ingresos, por lo que era de esperar. Son sectores más elásticos en cuanto a los precios, y los que más responden a los incentivos económicos. Es lo que ha pasado en otros países como México o el Reino Unido. Lo importante es que funcione. En México se acompañó de mucho debate público y funcionó, mientras que en el Reino Unido apenas se hicieron campañas de concienciación y aun así también ha tenido su impacto. Es muy importante que seamos conscientes, también en España, de que hay productos que consumimos más de lo que deberíamos y que generan una gran cantidad de gases de efecto invernadero. Y no hablo solo del azúcar.