LA VIDA CONTIGO

Cómo vivir en una 'trieja' y no romper en el intento: "Ninguno lo buscábamos, ha sido un proceso complicado"

Cristopher y Rubén sumaban seis años de relación cuando conocieron a Adrián. Entre ellos, "todo fluyó muy bien" e iniciaron un idilio poliamoroso

Los celos entorpecieron sus inicios juntos, hasta que entendieron que tenían que plantearlo como una triple unión. "Yo tengo una relación con Rubén, una con Adri y una con Rubén y Adri", resume Cris

Sus líneas rojas son muy "relativas" y van improvisando con ese límite: "Reprimir lo que sientes o lo que te apetece hacer, a la larga es malo"

Rubén, Adrián y Cris, en su cama.

Rubén, Adrián y Cris, en su cama. / ALBA VIGARAY

Si alguien ve a Rubén Moreno, Cristopher Campbell y Adrián Montoro por la calle, entrenando o de viaje, puede pensar que son tres amigos. No se equivocaría del todo. Si quien se encuentra con ellos es el repartidor que les lleva el colchón de dos metros de ancho que ocupa gran parte de su habitación, ya puede plantearse que en su casa hay algo más que una amistad. Si dan con ellos en las redes sociales, parecerían tres chicos que se acuestan. Que también lo son. Pero, si cualquiera habla con ellos más de un cuarto de hora sobre su relación, ya se le caen todos los prejuicios.

Cris (34 años) y Rubén (33) empezaron a salir de la manera más común. Se seguían e interactuaban en redes sociales. Se encontraron en una fiesta y surgió la chispa. Mantuvieron el contacto, pensando cada uno de ellos que el otro vivía en Barcelona, y no en Madrid como realmente era. Tras esa confusión, fueron quedando cada vez más. Y todo lo demás, resulta de lo más habitual. Bonito, pero habitual.

Todo cambió el día en el que el box de CrossFit de Cuatro Caminos en el que Adrián entrenaba cerró. Se cambió entonces a N8, el gimnasio en el que Rubén da clases. "Yo les conocía por Instagram. Sabía quiénes eran y que estaban juntos. Pero no les había visto nunca en persona. Cuando desvirtualicé a Rubén y le puse cara, fue un flechazo total. Me gustaba, pero sabía lo que había, estaba con Cris desde hacía mucho tiempo", recuerda Adrián (28 años) en una entrevista a tres con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA desde la casa en la que conviven en el centro de Madrid.

Rubén, Cristopher y Adrián se abrazan en su cama.

Rubén, Cristopher y Adrián se abrazan en su cama. / ALBA VIGARAY

Y llegó el confinamiento. Cris volvió de Barcelona para pasar el encierro con Rubén. Cuando Adrián hablaba con él, Cristopher ya sabía quién era el nuevo conocido de su novio. "Pudimos empezar a hacer planes en el verano de 2020 y les invité un día a casa de unos amigos; todo fluyó muy bien", afirma Adri, que en ese momento aún vivía en casa de sus padres. La relación original se encontraba en un punto "perfecto", apunta Cris.

"Estábamos pasando juntos la pandemia y no nos matamos", bromea, y "de golpe y porrazo, pasamos a estar todos los días juntos, con los agobios propios, de pareja, de familia y de casa que podíamos tener, pero todo fue muy bien", añade.

"Yo nunca me había planteado estar en una relación poliamorosa. Hasta que me vi en esa situación", señala Adri. Ni para él ni para la entonces pareja fue algo premeditado. "Ni ellos buscaban meter a alguien en la relación ni yo buscaba estar con una pareja", agrega. "Ni mucho menos", apostilla Rubén. Adrián se encontraba a gusto quedando con los dos novios y se preguntaba: "¿Por qué voy a dejar de estar con ellos sólo porque no sea lo establecido?". Por eso, se lanzaron a vivir juntos en un piso que no estaba preparado para una 'trieja' o 'trimonio', como se denomina coloquialmente a las uniones como la de estos tres jóvenes. Ellos, en cambio, nunca han querido poner "etiquetas de nada", aclara Rubén.

Hay que tener mucha seguridad en que lo que tenemos cuenta con una base sólida para que pueda crecer por el lado que sea"

— Cristopher

Rubén y Cris no tenían hasta que conocieron a Adri una relación abierta, pero sí "liberal". "Siempre me he sentido libre de poder conocer a mil personas, de sentirme a gusto conociendo a un chico o a una chica, sin que eso vaya a influir en nuestra relación, porque sabíamos los dos muy bien qué es lo que queremos", expresa el mayor de ellos. Si su unión no hubiese sido "sana", matiza, no se habrían embarcado a sumar a una persona más. "Hay que tener mucha seguridad en que lo que tenemos cuenta con una base sólida para que pueda crecer por el lado que sea", indica. 

Cristopher, Rubén y Adrián, de izquierda a derecha, conversan en su cocina.

Cristopher, Rubén y Adrián, de izquierda a derecha, conversan en su cocina. / ALBA VIGARAY

Durante toda la conversación, cada uno de ellos completa las frases de los otros. Se miran a los ojos constantemente y no paran de sonreír. Tienen muy claro que lo que han compuesto tiene futuro. No se han fijado en ningún ejemplo, aunque les gustaría haber tenido un referente de este tipo de relación cuando ellos se encontraron. Tampoco han acudido a terapeutas para que les orientasen en qué pasos debían seguir para avanzar. Son ellos mismos, con constantes conversaciones, quienes han establecido sus "consensos". Esa precisamente es la palabra que más repiten.

No siempre fue así. Los inicios, por desconocidos, fueron "muy complicados", confiesa Adrián, a quien le daba vértigo entrar en una pareja que llevaba junta ya seis años. "Me planteaba cómo iba yo a crear con ellos unos vínculos como los que ya tenían. Y, a su vez, si yo era la distracción", observa, pero el tiempo demostró que las intenciones de Cris y Rubén eran muy diferentes. A los dos novios también les surgían incógnitas: "Les hizo tambalear todo" y podrían haber pensado qué habría pasado si la conexión de Adri se hubiese reservado exclusivamente a tan sólo a uno de los dos.

La incipiente 'trieja' sumaba una pelea cada noche que salían juntos. "Yo era muy celoso y me alegro mucho de haberles conocido, porque me han enseñado a cambiar totalmente mi mentalidad: aunque uno de ellos hable con otra persona o se dé un beso, no me quiere menos", comenta Adrián. Llegó un momento en el que o él cambiaba su percepción o continuar con Cris y Rubén "no era viable". "Hubo un punto de inflexión en el que se pusieron las cosas sobre la mesa", dice Rubén. A partir de entonces, la situación, como en casi todas las relaciones normativas, se estabilizó. Desde entonces, no se guardan cualquier duda que se les pasa por la cabeza o cada nuevo sentimiento y es así cómo "la relación se transforma en algo sano de verdad, porque lo del principio no era muy sano", sostiene Adrián. 

Rubén, Cristopher y Adrián, en su casa de Madrid. 

Rubén, Cristopher y Adrián, en su casa de Madrid.  / ALBA VIGARAY

No es un trío, es poliamor

Demostrar que su unión no está únicamente basada en el sexo no ha sido fácil. Lo que forman Rubén, Adrián y Cristopher no es un trío, sino una relación poliamorosa estable. Explicarlo sigue generando ciertos problemas, afirma Rubén: "A la hora de conocer gente nueva o cuando sales, a veces tenemos que especificar que somos tres y ya hay miradas, hay comentarios por debajo, un 'ah, si son tres, a lo mejor quieren un cuarto'. Empiezan a meterse entre medio de nosotros, nos hablan, nos tocan... Lo ven de una manera diferente que a cualquier mera relación normal, de una forma más sexual, como un juguete". 

Confiesan que su percepción de una 'trieja' antes de formar parte de una podría haber sido similar, pero todo cambia desde dentro. "No tienes una idea de qué es una relación a tres con todo lo que eso conlleva", apunta Cris. Para comprender en qué consiste, él resume que tiene una unión con Rubén, una con Adri y una con Rubén y Adri. "Tengo que preocuparme, alimentar, cuidar y disfrutar de las tres relaciones. Sigo sumando años a mi relación con Rubén y, a la vez, siembro la que tengo con Adri y la que tenemos los tres", refleja.

Cristopher, Rubén y Adrián se acarician en su cama. 

Cristopher, Rubén y Adrián se acarician en su cama.  / ALBA VIGARAY

La infidelidad, para ellos, también se ha deconstruido. Una deslealtad en esta relación a tres no consiste en un beso, un desliz sexual o conversaciones íntimas con un ajeno, sino "todo lo que se haga fuera del consenso de los tres", piensa Adri. "Ha cambiado tanto mi forma de ver una infidelidad a lo largo de mi vida, sobre todo en los últimos años, que yo creo que para mí una infidelidad sería un engaño, ocultar algo" a sus novios. 

No hay que adelantarse al drama; cuando se plantee la situación, hablamos"

— Adrián Montero

Las líneas rojas "son muy relativas" y van improvisando cuál es el límite conforme se manifiestan nuevas coyunturas que les hacen reflexionar. "No hay que adelantarse al drama; cuando se plantee la situación, hablamos", dice Adri. Lo que los tres tienen claro es que "reprimir lo que sientes o lo que te apetece hacer, a la larga es malo", completa Cris. Se centran en alargar el momento en el que se encuentra su relación. "Los momentos buenos se multiplican por tres, incluso estar en casa los tres. Aunque no hagamos nada, yo soy feliz", afirma el menor de ellos.

También en las discusiones ser tres les ayuda. "Es la parte objetiva que señala dónde nos podemos estar equivocando los otros dos", asegura Cristopher.

Un 'trimonio', los hijos y el perro

Las tres familias de Rubén, Cris y Adrián supieron desde el principio que estaban juntos. No era un secreto. "Bueno, y que mis padres tienen Instagram... no hay que ser muy listo", bromea Adri, que recalca que "nos apoyan mientras estemos contentos y felices". 

Adrián, Cris y Rubén conversan en el sofá de su casa.

Adrián, Cris y Rubén conversan en el sofá de su casa. / ALBA VIGARAY

Ahora son ellos quienes se plantean si en el futuro deben ampliar la familia. "Yo por el perro lucharé, porque creo que es lo más factible", propone Adrián. A Rubén le gustaría ser padre incluso solo, "aunque formaran parte de esa paternidad Cris y Adri".

Lo que más se les complica es el 'trimonio'. Una unión legal entre tres personas aún no es legal en España. Ellos la proyectan "por los derechos que podemos tener si le sucede algo a uno de nosotros", apunta Cris. Por la celebración, pero quieren hacerlo "bien y a lo grande", algo que el dinero aún no les permite. Sobre todo porque los invitados y los platos en el banquete también se multiplicarían por tres.