LA VIDA CONTIGO

¿Vuelve la delgadez del 'heroin chic'? La moda y las dietas estrictas de influencers como Kim Kardashian hacen saltar las alarmas

Los psicólogos consideran que mostrar algunos cuerpos como modelos únicos a los que aspirar es peligroso

Las pacientes se realizan implantes de pecho más pequeños, mientras que crece la petición de remodelaciones

A la industria le compensa que haya cuerpos pequeños por razones económicas

La delgadez se impone entre las referentes

La delgadez se impone entre las referentes / Marta Alberca

En el verano de los 90, la revista The Face lanzó la primera sesión de fotos Kate Moss, ‘El tercer verano del amor’. El impacto que tuvo en la industria de la moda fue brutal. Su cuerpo menudo no tenía nada que ver con el de Naomi Campbell, Cindy Crawford o Claudia Schiffer, de figuras altas y curvilíneas, y su cara lavada dejaba ver numerosísimas pecas en nariz y mejillas. Acababa de redefinir la estética, bautizada como ‘realismo sucio’. Solo unos pocos años después ya era una de las modelos más cotizadas del mundo. Sus campañas incluían el negro, que se imponía en su ropa pero sobre todo en sus ojos, lo que resaltaba aún más la extrema delgadez que dejaba ver en algunas poses. Sus fotografías con Herb Ritts para Calvin Klein iniciaban el movimiento estético heroin chic. La moda iba al ritmo del grunge que llegaba de Seattle, con bandas como Pearl Jam, Nirvana o Alice in Chains, y películas en las que las drogas eran protagonistas, como Trainspotting, Kids o Pulp Fiction. El consumo era una realidad en la sociedad que se había trasladado a todos los aspectos de la cultura

Las chicas de los 80 y 90 crecieron con aquellos cánones. Por eso, la vuelta del tiro bajo, de modelos delgadas en las pasarelas y, sobre todo, la imagen de la que fue el personaje público curvy por excelencia del siglo XXI, Kim Kardashian, está provocando que muchísimas mujeres se respinguen al recordar todos los trastornos de conducta alimentaria (TCA) que dejó aquella estética imperante. 

“Las redes como factor de riesgo de TCA son comparables a lo que ocurrió en los 90 con las revistas femeninas de alta gama", asegura Mariona Valls

Ahora ya no nos fijamos tanto en revistas de moda o en pasarelas. Nos fijamos en los realities, Instagram o TikTok. “Las redes como factor de riesgo de TCA son comparables a lo que ocurrió en los 90 con las revistas femeninas de alta gama y las pasarelas que promovían un ideal de mujer muy delgada”, asegura Mariona Valls Estefanell, psicóloga especialista en estos trastornos. 

Para la experta, “existe una relación significativa directa entre la frecuencia de uso de redes sociales y el riesgo de padecer trastornos alimentarios. La edad en la que se inician los TCA es cada vez más temprana”, igual que el uso de apps. Son trastornos que tienen un origen multifactorial y el mundo digital, dice, es uno de los factores de riesgo, como lo son también ser adolescente y ser mujer. Ver esos cuerpos como modelos únicos a los que aspirar es peligroso. Y cada vez más pacientes le hablan sobre los retos de vídeos que ven en TikTok o las recomendaciones alimentarias. La misma Kim Kardashian presumió de haber perdido siete kilos en solo tres semanas para entrar en un vestido de Marilyn Monroe que usó unos minutos en la gala Met. "Creo sinceramente que nadie creyó que podía lograrlo, pero lo conseguí", dijo delante de los micrófonos en modo heroico.

Todo ello está provocando que haya gente que recurra a las redes sociales para encontrar dietas milagro y a medicamentos para la diabetes. Después de que el multimillonario y ahora dueño de Twitter Elon Musk asegurase que le ayudó a perder peso, muchas páginas y cuentas especializadas en prensa rosa afirman que otras muchas otras estrellas los podrían estar utilizando para mantener el tipo. También TikTok está lleno de usuarias que muestran el antes y el después de su pérdida de peso tras usar tratamientos como el Ozempic o el Wegovy, supuestamente consumidos por celebrities. En EEUU ya ha aumentado su demanda para horror de los profesionales médicos.

Un cambio visible

Vanessa Villada, quien analiza desde su cuenta Belleza Creada los cambios estéticos de personalidades, explica que en los 90 nuestros referentes estéticos eran las modelos de la pasarela. Por entonces triunfaba la delgadez sin curvas. "En los 2000 el punto de referencia fue Paris Hilton, a la que veía en su reality muy delgada. También Britney Spears. Pero eran modelos un poco más femeninas. Usaban más rosa y se arreglaban mucho más. En el 2003-2007 aparece Kim [Kardashian] en el escenario y empieza a tener relevancia. En el 2010 ya está posicionada y muestra su cuerpo súper curvy a raíz de una liposucción", explica.

Venía una década de curvas: de Brazilian Butt Lift (la cirugía de levantamiento brasileño de glúteos), de labios con ácido hialurónico, prótesis mamarias voluminosas y el famoso contouring, una técnica de maquillaje que combina tonos claros y oscuros para estilizar las facciones del rostro. La Kardashian más popular presumía de curvas; ahora lo hace de un cuerpo que, dice, ha logrado por decisión propia y de forma saludable gracias a su nutricionista, el ejercicio y mucha agua. Villada cree que responde más a motivos económicos. "Lo que pienso con Kim es que en el 2010 fue referente. Ahora, con el cambio que están haciendo [en su cuerpo], confirman que volvemos a la delgadez. Sin embargo, el sello de las Kardashian son las curvas. Mucha gente acusa a Kim de quitar implantes, pero se siguen viendo. El cambio es que ha adelgazado mucho. Ya no quiere ser lo contrario a la tendencia. Tiene una marca, la ha hecho crecer y ahora busca mantenerse en el top y no caer", razona.

La economía marca el canon de belleza

El cánon de belleza no es estático, sino que cambia de manera generacional. En el 2020, y a tenor de la pandemia, las generaciones más jóvenes empezaron a cuidarse más la piel con la vista puesta en Corea del Sur. Todo apunta a que esta década es ir hacia una maquillaje más sutil y volúmenes corporales más pequeños.

"Si hablamos de volúmenes y de proporciones, la belleza no es subjetiva, sino objetiva. Es el marketing de la procreación, y para procrearse, alguien tiene que llamar la atención. Ese alguien, en la gran mayoría de especies animales, es la hembra. Es así de simple", considera el Dr. Iván Mañero, cirujano plástico, estético y reparador y CEO de IM CLINIC.

"Pero las proporciones corporales del ser humano cambian a lo largo de los años. No son cambios de moda, sino tendencias que surgen en paralelo a los ciclos económicos", prosigue. Un ejemplo son Las Gracias de Rafael Sanzio, un cuadro que pertenece al Renacimiento, en el que vemos a tras mujeres delgadas. Más de un siglo después, en el Barroco, Rubens pintó Las tres Gracias, con tres mujeres mucho más voluminosas. "¿Qué es lo que ha cambiado en estos dos artistas? Simplemente la época económica en la que viven. Las curvas son más propias en épocas de crisis, y la delgadez en época de bonanza. Parece algo contradictorio, pero si entendemos que el ser humano ha vivido siempre enviando señales de discapacidad económica, con hambruna los gordos son los más bonitos, y en épocas de bien lo son quienes se cuidan y tienen capacidad de hacer dieta", explica.

'Las tres Gracias' de Rubens

'Las tres Gracias' de Rubens / Pedro Pablo Rubens

¿Cómo se traslada esto al presente? Si veníamos de una década de operaciones para aumentar volúmenes, ahora la moda es reducirlos. Por ejemplo, quitándose prótesis de los senos. La mayoría lo hace conforme van cumpliendo años, pero hay mujeres que, según el doctor, toman esta decisión presionadas por su entorno y por la imagen que se proyecta desde lo audiovisual: "Piensan que ya no está tan bien visto porque eso recuerda más a países que están peor económicamente, como en Latinoamérica. Toca irse a modelos más londinenses, alemanes... "Y con los labios ocurre lo mismo. Dependen del periodo económico. Se ha pasado de pedir los famosos labios rusos, gruesos y gordos, a la naturalidad. La gente ha acotado las fronteras hasta donde quieren llegar".

La autora de Belleza Creada también indica que referentes como Kendall Jenner u Olivia Rodrigo se han puesto "pecho pequeño, bonito y acorde a su cuerpo". "No creo que nos dejemos de poner implantes, pero será de menor tamaño, todo más sutil", apunta."También hemos pasado de una cirugía corporal donde se demandaban liposucciones, que baja el volumen, a la marcación. Buscan parecer una persona sana, saludable, que se puede gastar el dinero en una buena alimentación, que tiene tiempo libre para hacer deporte y que, con él, han conseguido marcar su cuerpo. Es una forma de proyectar un estatus a través del físico", asegura el cirujano plástico.

El tiro bajo vuelve a estar de moda

En el 2020, Elisa D'Ospina, una modelo de talla grande, lanzó una petición en su blog para que se regulara el peso mínimo en las pasarelas bajo el lema de "somos mujeres, no maniquíes". Lo hizo tras ver a las modelos de Gucci desfilar en la Semana de la Moda de Milán. Inició un Change.org que lleva cerca de 70.000 firmas. Este otoño, de nuevo en Milán, volvió la polémica por el delgadísimo cuerpo de las modelos que desfilaron para Miu Miu y, sobre todo, con el de Bella Hadid. La modelo, que en marzo había contado su experiencia en la última década con los TCA en la versión americana de la revista Vogue, apareció desnuda y quieta, con una pose casi inerte, en en el desfile de Coperni, antes de que la rociaran con un spray para crear in situ un vestido.

Otra de las tendencias que se ha visto en pasarelas, redes sociales y revistas de moda en los últimos meses y que parece reflejar el ‘regreso’ de la delgadez extrema son los pantalones de tiro bajo, tan mayoritarios en los años 2000 como detestados ahora por las mujeres que crecieron en esa época. “La moda es cíclica. Pero su vuelta no será tan fuerte, porque no serán la única opción que haya. El tiro bajo es incómodo y la gente dirá que nanai”, considera la creadora de contenido sobre moda Marta Carmín. “Es como los tops. Al final, toda esta tendencia Y2K [year 2000, en español: Año 2000] está muy asociada a un tipo de cuerpo que, quieras que no, es el delgado”. 

Un claro ejemplo —que además combina tiro bajo y camiseta alta— es la minifalda de la marca de Miu Miu, presentada en febrero de este año. El conjunto deja al aire la parte inferior del pecho y todo el abdomen. Salvo contadas excepciones, las modelos y actrices que lo han vestido en público y compartido en redes son delgadas y tonificadas, sin nada de grasa abdominal. Si se viralizó, explica la creadora, no fue solo por el impacto que produjo ver de nuevo tantas tripas al aire, sino porque estaba diseñado para ello. “Tú lo que ves es una falda cortada con una camisa cortada y un jersey cortado. Son cosas que puedes hacer en tu casa. Los diseñadores usan esta fórmula para que su idea llegue a más gente”, dice.

Elisa D’Ospina inició una petición dirigida a Camera della Moda tras ver a esta modelo desfilar para Gucci

Elisa D’Ospina inició una petición dirigida a Camera della Moda tras ver a esta modelo desfilar para Gucci / EFE

La delgadez, reconoce Carmín, ha sido el canon predominante en los últimos siglos. Movimientos como el ‘body positive’ —que reivindican que todos los cuerpos son válidos, no solo los que se ajustan a la estética del momento— han conseguido que las pasarelas cuenten con modelos de talla grande. "Y eso no va a desaparecer ahora. Pero hay que ser crítico. La industria de la moda es economía y, si permiten que la gente no esté delgada, pierden dinero. No es lo mismo fabricar un top pequeño que uno grande, igual que no es lo mismo confeccionar para cuerpos delgados que para cuerpos con curvas, que te complican el patrón. Así se abaratan costes. Por eso se unifican tallas y existen la S, la M y la L en lugar de la 34, 36, 38, 40, 43, 44… A la industria le gustaría que todas lleváramos una 36. Económicamente les compensa, pero es muy triste que se haga a costa de presiones sobre los cuerpos”.

Mariona Valls denuncia que estos cánones de belleza y el estilo de vida establecidos por nuestra sociedad, sean los de ahora o los de antes, son siempre "un arma contra la autoestima". “El reto de convertirnos en un cuerpo inalcanzable ha generado, y sigue generando cada vez más, unos mecanismos de autoexigencia, inseguridades y hábitos alimenticios, muy perjudiciales para nuestra salud física y mental”, zanja.